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Blogs Notas del Espía Mayor por Javier Santamarta del Pozo

Expertos en el banquillo

Expertos en el banquillo
Expertos en Ayuda Humanitaria de las ONG, en el banquillo, según interpretación de Ricardo Sánchez «Risconegro»
Javier Santamarta del Pozo el

En España no hay negritos famélicos de esos que algunas organizaciones usan en sus carteles, saltándose los Códigos de Conducta. Empezamos a estar negros según la 15ª acepción del Diccionario de la Real Academia de España, en cuanto a enfadados e irritados. Y desgraciadamente, la famélica legión está siendo la de ciudadanos que empiezan a agolparse en los Bancos de Alimentos y sitios parecidos. Porque la que se nos viene, en lo económico, va a ser chica, que dicen los castizos. Pero esa es otra historia… La que vengo a comentar es la que más me ha sorprendido. El que ante una crisis sanitaria de tal envergadura, se haya dejado en un segundo plano la experiencia probada de muchos expertos en Ayuda Humanitaria, y no haber hecho un llamamiento inmediato a las ONG que han estado sobre el terreno, en tantas emergencias complejas (como se las denomina en el sector), para poner en común lecciones aprendidas y experiencia. Y no entiendo como no se ha hecho. No lo entiendo.

Todos hemos sido de alguna manera, cocineros antes que frailes y, en mi caso, antes de ser Espía Mayor pasé muchos años como cooperante especializado en Ayuda Humanitaria. Que no es lo mismo que Cooperación al Desarrollo. Pero no les quiero meter en esas bizantinas discusiones que aún seguimos teniendo al respecto del llamado continuum humanitario. El caso es que me pasé unos cuantos años, bien desde el mismo terreno, bien desde Bruselas o Madrid, organizando toda la logística de necesidades que un conflicto o una catástrofe, pudiera necesitar. Aprendí desde la nada, y me fui formando hasta acabar yo mismo siendo formador para futuros expatriados, tanto de las ONG, como en la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra, donde llevo ya 16 años dando clase para Misiones Internacionales. Dirigí un trabajo publicado por el Instituto General Gutiérrez Mellado sobre la Cooperación entro lo Civil y Militar, y cuyo libro tienen permiso para descargar en el hipervínculo de la cita. E incluso en cursos para la OTAN, esa organización a la que el Ministro de Consumo, Alberto Garzón, tildó de terrorista legal (sic), y a la que España pidió ayuda el 24 de marzo.

Varios carnés de la época de trabajador humanitario, del Espía Mayor.

Si me cito, por un lado lo hago porque como Unamuno dijera, soy «el hombre que tengo más a mano». Y segundo, porque algo del tema creo saber. Sigo teniendo contactos con compañeros que aún andan en esas lides, con personal sanitario, y con muchos cuya experiencia impagable en lugares como Balcanes, Ruanda, Burundi, Afganistán, Sudán, Siria, Iraq o Líbano, es un acervo al que no se debería de haber dejado de lado. Gente que ha estado luchando en el África Occidental, en situaciones inimaginables, la crisis del ébola de 2014. Entiendo la falta de medios. Entiendo que muchas organizaciones han tenido que preocuparse de sus misiones en curso y de su personal destinado por todo el mundo. Pero no entiendo el porqué no se ha solicitado el concurso de tantos expertos en estas materias que estuvieron en Cruz Roja, en la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO), o el MPDL por poner algunos ejemplos, o por qué se tardó tanto en contar con el recurso de las más de tipo asistencial específica como MSF o Médicos del Mundo.

Trino del Ministerio de Igualdad con el vídeo de la alegre reunión con influencers.

No entiendo que se les ocurra a este gobierno una reunión con influencers, sea eso lo que sea, en un encuentro hiper mega alegre para hablar de temas, no dudo que importantísimos, como nos recordaba el propio Ministerio de Igualdad, para crear y comunicar contenidos feministas, y no se hizo lo mismo desde el Ministerio de Sanidad, o el de Exteriores (el que compra «gangas» según reconoció su titular), llamando a que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), hiciera lo propio. Que la propia Coordinadora Estatal de ONGD no reaccionara antes pidiendo salir a la cancha. Que se hicieran caso omiso de cartas abiertas de antiguos expatriados pidiendo que se les dejara actuar. Que se contara con ellos. Cartas que decían, como alguna promovida por quienes habían estado en las mejores instituciones humanitarias, cosas como que «los profesionales que nos dedicamos a ello tenemos formación y experiencia en varios campos: gestión y coordinación de crisis humanas, alimentación y nutrición, cobijo, agua, saneamiento e higiene, salud y protección de las personas vulnerables, entre otras».

Somos conscientes del gran esfuerzo que han hecho los profesionales de la salud pública, sin más apoyos que el aplauso de las 8 de la tarde y poco más. Pero esas palmas no proveen de respiradores, epis, mascarillas, y test para todos los que están en primera fila, exhaustos, agotados, sin saber si están infectados o no. Hasta que también entre ellos hubo fallecidos. Estamos orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas, de la UME, de las unidades de la Guardia Real, que por millares han demostrado, una vez más, su profesionalidad. Pero no ha sido suficiente. Y las terribles cifras nos han dado la razón. Haber dejado de lado, al margen de las acciones puntuales de Cáritas, Cruz Roja o MSF, a tantos profesionales ha llevado a que, por primera vez, sea correcto, no sólo hablar de crisis sanitaria o humana, sino también de «crisis humanitaria». Pues ni la imagen que han dado ha sido la correcta, ni el desperdiciar la oportunidad de contar con quienes podían haber aportado mucho, en coordinación, gestión, logística, adecuación de protocolos de emergencia, uso de herramientas probadas en zonas de auténtica desolación…, es algo que se me escapa.

Muchos hubiéramos atendido esa llamada. Algunos la hicimos. Nadie nos respondió…

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