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Blogs Notas del Espía Mayor por Javier Santamarta del Pozo

Un republicano ante su rey

El italohispanista galardonado con el Premio Órdenes Militares

Un republicano ante su rey
Giovanni Muto siendo recibido por el Rey - Foto Casa Real
Javier Santamarta del Pozo el

El profesor Giovanni Muto es un sabio. Y un señor. Este napolitano de 77 años es un enamorado, no ya caigamos en el tópico de que lo es de esa España que tanto ha estudiado, sino de sus bibliotecas. De sus archivos. De los que fue «peregrino» para convertirse en un arqueólogo de la Historia a base de cavar entre pliegos y legajos entre los que revivir épocas olvidadas. Como lo es la España italiana. Pues si siempre hablamos de que no podemos entender España sin América, ¿cuándo hemos dejado de comprender que sin Italia, tampoco? No hablo de lo que ha hecho Roma por nosotros. Ya saben. Hablo de la Italia donde comenzó el Camino Español, esa cremallera de norte a sur en el corazón de Europa creada por Felipe II, que vio pasar los Tercios desde Italia, su ventura, hasta Flandes, su sepultura. Partiendo de Génova y Milán, e incluso desde Nápoles. Ese Nápoles que vio nacer a Muto, y cuyo reino portó orgulloso durante siglos los cuatro palos de gules sobre oro de Aragón. Y cuya influencia fue enorme para dos dinastías sin las que comprender la propia España. La de los Austrias y la de los Borbón. Y un Borbón ha sido quien le ha impuesto merecidamente el galardón del Premio de Historia Órdenes Españolas a este catedrático italiano, confeso republicano, pero firme defensor de la Monarquía hispánica sin la que, como en su momento dijera la historiadora Carmen Iglesias, galardonada justo en la edición anterior, no se puede entender la Historia del mundo.

Cruces de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa.

Un premio que, llevando tan sólo cinco ediciones, se ha convertido en el referente para el mundo de la Historia, muchas veces relegado a un cajón de sastre dentro de lo que se llama Humanidades. Y que las cuatro órdenes militares españolas han querido ensalzar en los valores en que, como dijera Cicerón, es maestra de la vida. Hablamos de las de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. Unas órdenes de monjes y guerreros fundadas en el siglo XII, y cuya tradición ha trascendido a lo largo de siglos hasta llegar a nuestros días, no ya defendiendo a los peregrinos hacia o en Tierra Santa, sino a los que, como se siente Giovanni Muto, lo han sido del conocimiento. No ya para ser parte de una reconquista hacia territorios ocupados o la imposición de ciertos valores, y una defensa de una fe que pueden parecer suma de unos ideales caducos y rancios, sino los inherentes a una labor social y cultural en la que estos doscientos cincuenta caballeros actuales se han juramentado para reconquistar el solar de la ignorancia con la fe de quiénes usan la ciencia historiográfica para convertir el pasado en presente. E, insisto, aprender de él. ¿O acaso todos los estudiosos de nuestros días, de la España de ayer y de hoy, no lo han hecho gracias al primer premiado, nada menos que Sir John Elliott? Sus frases aún resuenan en el palacio monasterio de San Lorenzo de El Escorial cuando recibiera su premio. Como la de que «Vivimos en un mundo dominado por la post verdad y el populismo de izquierdas y derechas. Hace falta historia bien hecha contra los mitos malintencionados y oportunistas».

El rey Felipe VI junto con el galardonado Giovanni Muto.

Y precisamente esa ha sido la labor, no ya de estas Órdenes Españolas, sino la del profesor Giovanni Muto. Un desmoronador de la Leyenda Negra antiespañola (no olvidemos nunca ese anti como prefijo) mucho antes de que se pusiera de moda o se quisiera combatir erróneamente a base de una contrapuesta áurea. Cosa innecesaria cuando se hace un trabajo científico y profesional como la que este historiador ha llevado a cabo a lo largo de una trayectoria profesional que da vértigo. De un investigador que hizo de Simancas su casa. De un jurista que acabó siendo un experto en historia económica, pero de quien podemos aprender hasta de todo un personaje italo-español (él ya lo es también), como la pintora de Cremona Sofonisba Anguissola. O sobre cómo era la circulación de noticias e informaciones entre la corte madrileña y los territorios italianos, con un enfoque de una modernidad que apabulla. Muto no se queda en ese Nápoles natal, sino que convierte aquél viejo reino en una de las gemas de la Corona hispana que, de tanto mirar hacia el ocaso donde queda aquella otra España de los navegantes, parece que ha olvidado el Mediterráneo y los aires que nos llegaban de levante de Milán, Sicilia y de Nápoles. Desde donde nos ha llegado el profesor Giovani Muto. Grazie, dottore!

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