La cripta se ha abierto. Y aprovechando que los humanos se han desvanecido, los fantasmas han salido a dar un paseo. Pues a ellos no les importa ya la muerte. ¡Han vivido tanto, que hasta han vivido esa experiencia final! Y vagan sin que nadie les vea. Lo mismo que un árbol cayendo en el bosque nadie sabe si hace ruido o no si no hay alguien para oírlo, las calles de muchas ciudades y pueblos de España han sido tomadas por quien no puede ser visto. Así aprovechan para estirar el ectoplasma, y darse un garbeo sin necesidad de asustar a nadie. Sobre todo porque el miedo está ahora dentro de las casas de los vivos.
Como Espía Mayor, en mi retiro y enclaustramiento forzado, me pareció no obstante ver a los responsables de lo que hoy conocemos como San Lorenzo de El Escorial, paseando por esa gran lonja que está ahora permanentemente vacía. Donde he dejado de escuchar a los zagales del colegio de los agustinos, jugando en el patio de recreo más grande e impagable del mundo. Donde ya no hay coloridos vestidos de bodorrios de alto copete los sábados. Donde los domingos ya no se forman colas para entrar en la VIII Maravilla del Mundo… La gorra con toquilla de Felipe II, y la peluca característica de Carlos III, no me dejaban lugar a muchas dudas. Aprovechando el pase pernocta gracias a mis dos fieros cerberos, y aprovechando que me encuentro a la distancia breve y cercana que los guindillas gurriatos me permitirán sin la merecida sanción, fui yo el que me convertí en despistado duende para escuchar tan macabro diálogo entre ambos…
FELIPE II: Se ve que la Historia se repite una vez más, mi querido Carolo…
CARLOS III: Bien podéis decirlo, gran Filipo, bien podéis decirlo… ¿Os acordáis de la que asoló Castilla en vuestro reinado?
FII: ¡Cómo no hacerlo! La Peste Atlántica la llamaron. Y todo por ese malhadado barco lleno de lana de Flandes, que en mala hora arribara a Santander, y que se llevó almas a miles. De vuestro querido Madrid, de cada cien habitantes de la Villa, treinta se fueron con nuestro Señor antes de lo que creyeron que fuera su hora.
CIII: Aunque no es esa la que casi os lleva a vos mismo, ¿cierto?
FII: ¡Quiá! Esa fue el Gran Catharro del 1580, que nos cogió en Badajoz yendo camino de Lisboa para hacer real el sueño de esta Península unida. Y si bien yo la pasé no sin duras tercianas, llevose a mi querida esposa Ana, embarazada y pronto a parir que estaba… Una tragedia.
CIII: ¡Extraña gripe en pleno verano! Leí no sé donde que tal vez fuera por las gripes de las aves. ¡Ya ve mi querido ancestro, cuán cerca está siempre el peligro en donde menos se lo espera! Y que no hace distingos entre reyes y plebeyos.
FII: ¡Así es la muerte! Y la enfermedad. Pero, ¿y vos? ¿No pasasteis algo parecido cuando los sucesivos azares de vuestro padre y hermanos, os llevó al trono hispano?
CIII: ¡No me la hagáis recordar, gran Filipo! Terrible fue aquella peste que ocurriera en las Vascongadas. En Guipúzcoa, fue. Y tan virolenta, que me permitió, pues hasta de lo más malo puede salir algo bueno, hacer una reforma para evitar que se reprodujera. Que no fuera otra cosa que el acabar con esa costumbre de enterrar en las mismas iglesias y en sus huertos, y sacar de las ciudades a los muertos para que no hicieran enfermar a los vivos.
FII: ¿De ahí fue su Real Cédula para crear los cementerios civiles extra muros, verdad?
CIII: Verdad. Que a veces por seguir pías tradiciones, no hacemos sino anclarnos en no querer ver que hay que tomar resoluciones, aunque tengamos que enfrentarnos con la Santa Madre Iglesia o al Sursumcorda
FII: Jajaja Esa boca, Carolo, que estamos muertos pero aún no en la Gloria ¡Mira que sois los Borbones…!
CIII: ¡No me seáis meapilas, querido Filipo, que sé que os gustaba la música y la danza tanto como una misa tridentina!
Ambos monarcas rieron sus respectivas puyas, con esa sonrisa de quienes ya han vivido todo y nada temen. Y que están por encima de pueriles ofensas. Las campanas del Ayuntamiento sanlorentino tocan las nueve de una temprana noche.
FII: ¿Nos recogemos? Porque la verdad es que el paseo es una delicia, pero esto está un poco tristón, ¿no?
CIII: Buena idea. ¡Seguro que el Treceno Alfonso está montando algún sarao junto con su abuela, Isabel.
FII: ¡Como le hayan cogido a mi augusto padre con la gota cambiada, me da que lo más que les va a permitir va a ser jugar a las tabas! Ay, ¡estos Borbones…!
CIII: Tan fantasmas como los Austrias, gran Filipo… Como todos seremos. Pero mientras que hemos vivido, lo hemos hecho a conciencia.
FII: Eso sí, no le quito un ápice de verdad. Que eso es la vida. ¡Vivirla! Con sus desgracias y sus malafortunas, pero también con lo mucho que tenemos.
Y mirando en dirección a las iluminadas casas del pueblo, lleno de ventanas con sus variadas luces, terminó de decir mientras que le cogía el brazo a su sucesor apoyándose en él mientras se encaminaban de nuevo a la Cripta.
FII: Espero de verdad que cuando salgan, se den cuenta que la peor peste, es no haber podido vivir cuando se podía.
CIII: Desde luego está claro que no por nada os llamaron el Prudente. Y hoy os digo, el juicioso. Esperemos que así sea.
Y como buenos fantasmas, se desvanecieron en las sombras…
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