A ver, Twitter. Que como broma ha estado graciosa, pero que ya. Que llevas diez días bloqueando el acceso a mi cuenta de tu Red Social del Pajarico Celeste. Como bloqueaste la de Javier Rubio Donzé (@Sr_Donze) de Academia Play. Que hasta la llegaste a cancelar, y todo por defender la injusta resolución tomada contra mí. Por no mencionar, a más a más, las de tuiteros bien conocidos como Pastrana (@JosPastr) y Rimbaud (@rimbaudarth) por tontunas fuera de contexto. Y que sigues haciéndolo con las de los letrados Guadalupe Muñoz (@Proserpinasb) y Francisco Javier F. Tarrio (@ftarrio) por meterse con cuentas prorusas… ¡y con la rusa de marras! Que no cito como no se cita a la bicha. ¡Lagarto lagarto Y todo porque dices que incumplimos unas normas que, quede claro, me parece de rechupete que existan. Nulla civilitatio sine lege, y aquello de Cicerón de «omnes legum servi sumus…» y tal y tal. Que vale. Que perfecto. ¡Pero es que no hemos incumplido ninguna! Y aquí está el problema.
Ya imagino que leerse los millones de trinos que se producen es como pelín cognazo. Y ahí entrará esa «inteligencia artificial» (IA) que conocemos como el algoritmo. Un Deus ex machina que no se entera de la misa la media, y que saca de contexto palabras y expresiones, obviando las referencias, carente de sentido del humor, e ignorante de si los interlocutores son amigos de los de toda la vida que se dicen «¡te voy a matar, mariconazo!» entre carcajadas y buen rollito (los Boomers son muy de expresiones que adolecen de incorrección política, aunque con menos maldad que David el Gnomo), o es que nos hallamos ante una trifulca real entre tuiteros donde la de siete muelles está a punto de ser blandida. Pero, ¡venga!, también admitimos algoritmo como animal de compañía. Es por eso por lo que aparece una opción de diálogo para aclarar la posible confusión. Confusión, que, dicho sea de paso, no suele ocurrir de manera inocente las más de las veces, sino que viene como consecuencia de una serie de denuncias. Denuncias que, sorprendentemente, a su compañía les da igual que sean de perfiles anónimos, con apodos, y más falsos que un euro de corcho. Desde las leyes de delación nazis no se veía algo igual.
Pero hete aquí que en ese diálogo, esa revisión permitida de apelación sobre la decisión del Pajarico Celeste, se ve que debe de llevarlo a cabo otro algoritmo con tanta capacidad de raciocinio, como la IA de una máquina de pinball. Pues si no es inexplicable que una persona humana, de esas con ojos y estómago, pueda dar por válida las mencionadas denuncias de esos perfiles claramente espurios, hacia muchos usuarios con su nombre, apellidos, foto real, y más fáciles de verificar que la situación del kilómetro cero en la Puerta del Sol de Madrid. Seguir empeñado, como es mi caso, de que he «publicado información privada» de terceras personas en una foto en donde sólo sale este servidor (más joven y feo, eso sí), y donde no hay tercero alguno, ni segundo, ni madre que parió a Panete, es como miaja obtuso. Vale que la IA de marras se pueda liar, pues uno en 25 años ha cambiado más que las leyes de educación de estepaís. ¡Pero si te lo indico en la apelación y hay alguien de verdad tras de ellas, y no un botijo con Windows Vista, se tiene que dar cuenta!
El resto de cancelados mencionados, lo están también por supuestas amenazas, aunque sean absolutamente inexistentes y vengan por querer entender literalmente expresiones coloquiales como «matar al mensajero». Que si estas son tales, habida cuenta de los mensajes que uno recibe y ha y hemos recibido, junto a esas personas ahora castigadas, donde lo más fino ha sido desear un deceso agónico y prolongado por deshidratación tras una diarrea teniendo un resfriado de estornudo constante, ¡pues sí que vamos finos! Para lo que se quiere, claro. Porque todos hemos podido hasta recibir amenazas de muerte (sic) de manera literal, y esos perfiles siguen campando por el Abismo de Helm que muchas veces es esta presunta red ¿social? Así y todo, esto no es sino un desahogo en espera de dos cosas: Que Elon Musk compre Twitter de una puñetera vez y reconduzca este sindiós. O, que el figurante del Planeta de los Simios que se ha hecho fuerte en el ordenador que lleva las apelaciones, deje su lugar a personas responsables y conscientes de que dirigen o son partes de una empresa global. Con sus normas. Pero que las mismas son papel mojado si ésta es la realidad que nos ofrecen ante atropellos como el que varios usuarios ya sufrieron, y ahora, estamos disfrutando otros. Que ya os vale, ya.
Amosnomejodas…
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