«Querido Rey Felipe. Este año no quiero pedirte juguetes ni nada para mí. Tú ya sabes que soy un buen monárquico y que jamás he renegado de ti como esos que dicen que los reyes no existen, y que te van llamando Felpudo VI y cosas así. Como los que también se burlaban con lo de El Preparao. Tú siempre has sido mi rey favorito, pues el otro me parece que está negro de problemas a raíz de un asuntillo con una de sus pajes (creo que se dice así, porque no tengo claro cómo se dice pajes en femenino, vaya a meter la pata). Una alemana que parecía muy maja, pero luego… Y aunque hay quienes dicen que era mucho mejor rey y que tenía las jorobas del camello bien puestas, todo se lio tras un problema con su montura, un elefante, que cuando no le imputaron cosas sugiriendo que si su color era blanco, luego que si cuando se hacía mayor le escopeteaba.
El caso es que, como te decía, este año no quiero nada para mí. Lo que me haría mucha ilusión es que dejaras eso de ser un rey constitucional, y te pusieras al frente para moderar este guirigay político que es España. Pero no en plan neutral como te obliga la Carta Magna, sino repartiendo collejas a diestra y siniestra. A diestra por cobardones y a siniestra por no estar a lo que estar, y más bien estarlo con quienes ya han dicho que te quieren ver como tu primo Luis XVI en una plaza bien afeitadito; con los que ponen tu retrato cabeza abajo como tu tatatatatatarabuelo Felipe, tu quinto tocayo; o con los que te ningunean como si fueran una piedra sobre la que edificar un nuevo edificio en el que no hay ni reyes ni reinas. Que me veo que para una vez que íbamos a tener de nuevo una reina guapa, creo que no llegaremos a discutir qué número sería de Leonor acorde a la tradición castellana o la de todos esos reinos que acabaron configurando España.
Por eso te pido que este año te dediques a lo que la Ley no te permite. Que te saltes el ordenamiento constitucional que juraste ante las Cortes, esas que te proclamaron rey, que no soberano, pues soberano sólo es el pueblo español. Y que mandes la soberanía nacional, en esa defensa que te pido que tienes que hacer, al guano si fuera necesario. Porque es que ya me dicen otros amiguitos monárquicos que, claro, si no puedes hacer nada, para qué te tenemos. Que para eso mejor una República. Aunque no termino yo de ver de Jefe del Estado al que está ahora, y con una primera ministra gallega y rubia. ¡Que a muchos les gustaría! Y a él no digamos, que el día menos pensado se pone a recibir embajadores en el Palacio Real vestido con ese frac que le sienta como a un Cristo dos pistolas, y dice de mudarse allí como hizo el último Jefe del Estado que lo habitó: un tal Manuel Azaña. Pero no termino de entender a esos otros que se se llaman monárquicos pidiendo tal cosa, convirtiéndose de este modo en más republicanos que Pablo Iglesias, ya que no comprenden lo que es, o no les termina de gustar, lo de un monarca constitucional y democrático como eres. Yo, para evitarlo, lo mismo te estoy pidiendo lo mismo que estos amiguitos, y es lo que precisamente no eres. Porque serás rey, está claro, pero no mago. ¡Y me da que para solucionar la caraja que tenemos es lo que vamos a necesitar! O nos van a acabar trayendo carbón para todos».
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