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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Mientras dure la guerra

Emilio de Miguel Calabia el

Vi hace poco “Mientras dure la guerra” de Alejandro Amenábar, que me encantó. Creo que la recreación histórica está muy conseguida, aunque aquí y allá se deslice algún error histórico. Hay una afirmación en la película que me llamó especialmente la atención: la de que Franco desvió la ofensiva sobre Madrid porque quería que la guerra durase años para poder así limpiar España de rojos. ¿Es sostenible una tesis tan osada?

El 21 de septiembre de 1936, el Ejército de África llegó a Maqueda, a 72 kilómetros de Madrid. Ante Franco se abrían dos posibilidades: seguir en línea recta hacia Madrid o progresar por el valle del Alberche hacia el Escorial, desbordando por el flanco a los combatientes republicanos de la sierra y, una vez hundido el frente de la sierra, lanzarse sobre Madrid en unión de las tropas de Mola. El primer plan era más arriesgado, aunque podía resultar contundente contra un enemigo desmoralizado y en retirada, como eran los republicanos en esos momentos. El segundo plan resultaba mejor y más seguro desde un punto de vista estratégico. Franco no escogió ni el primero ni el segundo; optó por desviarse hacia Toledo para liberar el Alcázar. Desde un punto de vista militar, algo tan lógico como reventarse una espinilla en la nariz a ladrillazos.

Creo que Carlos Blanco Escolá acierta en “La incompetencia militar de Franco” cuando señala que la razón del parón de Maqueda y el subsiguiente desvío a Toledo fue política. Franco no quería entrar en Madrid como un mero primus inter pares. De los generales que habían tomado parte en el Alzamiento, era el que podía alardear de más éxitos. Eran sus tropas las que habían unido las zonas sur y norte del territorio sublevado y también eran sus tropas las que avanzaban imparables sobre Madrid, mientras que las columnas del General Mola estaban detenidas en la sierra. Franco sabía que su gran baza era el Ejército de África, pero esa baza sólo podía jugarla mientras durase la guerra. Era razonable pensar que la caída de Madrid comportaría el final de la República y de la guerra. Franco quería entrar en Madrid como el Generalísimo indiscutible del bando nacional, es decir, alcanzar una posición de preeminencia tan importante que nadie pudiese discutir su liderazgo cuando llegase la paz. No le interesaba una conquista rápida de Madrid, sobre todo si se producía antes de que su liderazgo entre los nacionales se hubiese consolidado.

El mismo 21 de septiembre que el Ejército de África se detuvo en Maqueda, los generales con mando y los miembros de la Junta de Defensa se reunieron en Salamanca y acordaron establecer el mando único, mando que recaería en la persona de Franco. El general Cabanellas, que era el Presidente de la Junta y era el único que no había votado por Franco (se había abstenido), intentó demorar los efectos de la votación. Cabanellas hubiera preferido la constitución de un triunvirato para alejar el peligro de una dictadura. Parece que efectivamente Cabanellas dijo más o menos las palabras que Amenábar pone en su boca en la película: “Ustedes no saben lo que han hecho, por que no lo conocen [al general Franco] como yo, que lo tuve a mis órdenes en el Ejército de África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren, va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte.”

La película de Amenábar refleja bien el ambiente de la reunión, salvo en una cosa: Millán Astray no intervino en esa reunión y la arenga que realiza en favor de Franco, queda muy bien en la película y es muy dramática, pero es completamente inventada. El General Kindelán se atribuye buena parte del protagonismo en la votación en el libro “La verdad de mis relaciones con Franco”, publicado póstumamente. Dice que pidió votar primero y lo hizo a favor de Franco, facilitando que los siguientes en votar también lo hicieran por él; todos, con la excepción de Cabanellas. La justificación de Kindelán es que necesitaban un jefe, al haber muerto el General Sanjurjo en un accidente de aviación en los primeros días del Alzamiento. En su opinión Franco era “el más ponderado y el de mayor prestigio en el Ejército” y Kindelán está convencido de que si no hubiese sido elegido el 21 de septiembre, lo habría sido algunas semanas más tarde.

En la película de Amenábar, Franco sale disgustado y le dice a su hermano Nicolás que ha dado un paso en falso. No sé si la escena ocurrió realmente, pero Franco tenía motivos para no sentirse del todo satisfecho: le habían otorgado el mando único militar, pero sin atribuciones políticas. Si, como parecía, Madrid podía caer en las siguientes semanas,- lo que representaría el fin de la guerra-, la decisión del 21 de septiembre representaba una victoria pírrica.

Desde un punto de vista político, desviarse para tomar Toledo y liberar el Alcázar, tenía mucho sentido. Por un lado estaba el valor propagandístico de liberar el Alcázar, cuya gesta había ocupado las primeras planas de muchos periódicos españoles y extranjeros. Por otro lado, era una manera de marcar territorio ante la Junta de Burgos, casi tanto como decirles: “Vale, no me habéis conferido el poder político, pero que sepáis que la fuerza militar más efectiva con la que contamos, – el Ejército de África-, lo controlo yo y soy yo quien decide los tiempos”.

Por otra parte, desde el punto de vista militar, es probable que Franco no pensase que el desvío hacia Toledo fuese a cambiar mucho las cosas ni fuese,- peor todavía-, a frustrar la conquista de Madrid. En la marcha sobre Madrid, la resistencia que el Ejército de África había encontrado, había sido escasa y mal dirigida. Así, los 42 kilómetros entre Talavera y Maqueda se habían cubierto en sólo diez días. Quitando las defensas de Talavera y Maqueda, que fueron algo más empecinadas, los milicianos republicanos no habían ofrecido una defensa efectiva. Lo más habitual era que cada vez que el Ejército de África se encontraba con una línea defensiva, optase por desbordarla por uno de sus flancos y provocase su inmediato derrumbamiento. Franco pensaba que tenía enfrente a un enemigo mal preparado técnicamente, mal liderado y desmoralizado y seguramente no se planteó que pudiese reorganizarse si le daba un respiro.

Mientras Franco lideraba la ofensiva para liberar el Alcázar, en la retaguardia Nicolás Franco, Millán Astray, Kindelán y Yagüe maniobraban para que a Franco se le diese también el mando político. La importancia propagandística del Alcázar quedó de manifiesto cuando el 27 de septiembre, con ocasión de su liberación, se organizó en Cáceres, donde Franco tenía su cuartel general, una manifestación ¿espontánea? de exaltación del flamante Generalísimo; se dieron vivas a Franco y se le llamó “Caudillo” y “salvador de España”.

Con estos antecedentes, cuando el 28 de septiembre volvió a reunirse la Junta, resultaba muy difícil resistirse a Franco. Aun así, varios de los generales, empezando por Mola, se mostraron renuentes a concederle los poderes que quería. Fue entonces que circuló un borrador de decreto que había preparado el día anterior Nicolás Franco, personaje hábil y ladino, clave para el encumbramiento de su hermano Francisco, al que no se le ha dado toda la importancia que merece. Los partidarios de Franco lograron al final torcerles el brazo a los que se oponían con una mezcla de halagos y amenazas. Finalmente se acordó el decreto que decía que el título de Generalísimo llevaba anexa la función de Jefe del Estado, mientras dure la guerra; “dependiendo del mismo, como tal, todas las actividades nacionales: políticas, económicas, sociales, etcétera.”

El 30 de septiembre se publicó el decreto. Del texto publicado habían desaparecido las palabras “mientras dure la guerra”, es decir, que a Franco se le otorgaban los poderes con carácter indefinido. No he leído ninguna versión que aclare bien cómo se produjo la desaparición de esas palabras cruciales. Si no recuerdo mal, Hugh Thomas en “La Guerra Civil Española” hacía responsable de la manipulación a Nicolás Franco, algo que iría muy bien con el personaje. En todo caso, el 1 de octubre se produjo la declaración formal de Franco como Generalísimo en Burgos. Conseguidos sus objetivos políticos, Franco podía centrarse ahora en conquistar Madrid.

La ofensiva sobre Madrid comenzó el 3 de octubre. En el sector norte las columnas de Mola avanzarían por la zona oeste de la sierra de Madrid y el norte de la Sierra de Gredos, estableciendo una cabeza de puente en el río Alberche. En el sector sur, el Ejército de África al mando del General Varela avanzaría por el valle del Alberche y se uniría con las tropas de Mola a la altura de Cebreros-San Martín de Valdeiglesias. Hay que hacer notar que, al haber conquistado Toledo, el frente nacional era ahora más extenso, sin que hubiese aumentado el número de tropas que debía cubrirlo, y su centro de gravedad estaba más al sur. Haber utilizado Maqueda, donde ya estaban el 21 de septiembre, como plataforma desde la que iniciar el ataque sobre Madrid habría sido mucho más conveniente.

Para mediados de octubre, los nacionales apreciaron que la resistencia republicana en la zona de la sierra se había endurecido, por lo que el eje de la ofensiva se concentró en el sector sur. Unos días después, el General Mola encareció la urgencia de tomar Madrid ante las noticias de que los republicanos han empezado a recibir armamento soviético. El 29 de octubre precisamente los republicanos lanzaron en Seseña el contraataque más serio hasta la fecha, utilizando tanques T-26 soviéticos recién recibidos.

Habiendo llegado a los suburbios de Madrid, el 8 de noviembre las tropas del General Varela se lanzaron sobre la capital. Fracasaron y el resultado sería dos años y medio más de guerra. La pregunta es: ¿habrían triunfado si no hubiera habido el desvío hacia Toledo y el ataque se hubiese lanzado el 26 de octubre?

Es difícil hacer Historia alternativa, pero creo que sin el parón de Maqueda es posible que Madrid hubiese caído a finales de octubre. A finales de septiembre las milicias republicanas estaban desmoralizadas y seguramente no habrían opuesto la misma resistencia al avance nacional que la que opusieron en la segunda mitad de octubre. Por otra parte, entre finales de septiembre y finales de octubre sucedieron varias cosas que contribuyeron a reforzar la defensa republicana: el 28 de septiembre se dan los primeros pasos para la incorporación de los oficiales milicianos al Ejército popular; el 30 de septiembre se movilizan las quintas de 1932 y 1933 y se ordena la militarización de las milicias, que en la zona centro ocurrirá a partir del 10 de octubre; el 7 de octubre se crean tres centros de instrucción para la formación de oficiales y cuadros de mando; el 14 de octubre empiezan a formarse las Brigadas Internacionales; durante el mes de octubre se constituyeron las primeras brigadas mixtas, que tendrían un papel muy destacado en la defensa de Madrid; a mediados de octubre se forma una agrupación de blindados, con tanques soviéticos recién recibidos, que empezaría a operar en la zona de Madrid el 28 de octubre; durante el mes de octubre la República recibió 16 cazas mosca, a los que el 4 de noviembre se sumaron quince más y todos ellos combatieron en Madrid a partir del 7 de noviembre…

Y ahora viene la segunda pregunta: ¿realmente quería Franco conquistar Madrid y terminar la guerra o prefería que se alargase como sugiere la película de Amenábar? He visto testimonios de lo más variopinto sobre lo que pensaba Franco acerca de conquistar Madrid en noviembre de 1936: que si no quería arriesgar los 20.000 hombres de su Ejército de África contra una ciudad de un millón de habitantes; que si prefería cercar Madrid… Más que rebuscar testimonios, prefiero atenerme a los hechos: el asalto sobre Madrid que comenzó el 8 de noviembre tenía como objetivo la ocupación de la capital y los planes de Varela así lo indican. Los propios republicanos lo tenían tan claro que su gobierno evacuó la capital y se trasladó a Valencia el 6 de noviembre. Sólo fue el 23 de noviembre que, ante la constatación de que el asalto directo había fracasado, Franco probó la estrategia de cercar paulatinamente Madrid y renunció a conquistarla inmediatamente.

 

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