Bert Berns, hombre de música, murió de un ataque al corazón en una habitación de hotel de Nueva York con tan solo 38 años en diciembre de 1967. Su corta carrera como compositor de éxitos, productor y cazatalentos es la más impactante de todas las acaecidas en la década de los sesenta. Su gusto era exquisito. A él le debemos canciones inmortales como “Hang on Sloopy”, “Twist and Shout” -grabada por The Beatles en su primer disco Please Please Me-, “Peace of my Heart” o “Shout” entre otras muchas.
Pero Bert Berns fue además el culpable de que artistas de la talla de los Drifters, Solomon Burke, Wilson Picket o Neil Diamond despegaran hasta convertirse en estrellas. Un caso muy peculiar fue el papel que jugó Berns en el lanzamiento de la carrera de Van Morrison en solitario, tras su paso por los Them.
Por lo visto Berns cruzó el Atlántico con el objetivo de conseguir que el uraño e inigualable Van Morrison abandonara Belfast y cogiera un avión rumbo EEUU para grabar en el sello Bang! que regentaba Berns. Grabaron juntos con gran éxito “Brown Eyed Girl” antes de que Berns falleciera. Luego llegaría Astral Weeks, pero esa ya es otra historia.
En su viaje a Europa, Berns tenía otra misión, al norte de las islas británicas, y era contratar para la Decca a una jovencísima cantante de Glasgow que llevaba desde los nueve años encima de los escenarios. Se llamaba Lulu, tenía quince años y la energía que salía de su garganta era comparable a la de las más prestigiosas cantantes de gospel, pero en unas modulaciones mejor capacitadas para el naciente sonido del pop.
“Shout”, ya grabada anteriormente por los Isley Brothers, y poco después por las Shangri-las, se ganó el reconocimiento mundial en la voz de esta joven escocesa que canta como si tuviera balas y un cargador en vez de cuerdas vocales. El ritmo es frenético. Bailen solamente si están en forma, que los años no pasan en balde. Están avisados.
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