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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Por qué dispararon a John Lennon

Por qué dispararon a John Lennon
Álvaro Alonso el

Hace 35 años John Lennon fue asesinado por la noche a la puerta de su casa, en Nueva York. Fue una noticia tan conmovedora que acabó desplazando de los titulares matutinos la posible invasión de Polonia. El corresponsal que dio la noticia fue José María Carrascal. El 22 de enero de 1981, con la cabeza algo más fría, Greil Marcus señalaba lo que había sucedido en su artículo para Rolling Stone titulado “Life and Life Only”. Cada cual recuerda lo que estaba haciendo en ese momento aquel 8 de diciembre de 1980, pero todos tuvieron que repetir para sí, palabra por palabra, lo que significaba ese corto mensaje: “Han disparado a John Lennon”.

La versión oficial, los datos de que se disponían tras el suceso, hablaban de un fanático de los Beatles, Mark Chapman, obsesionado con la figura de Lennon, ansioso de obtener fama terminando con la vida del famoso. Sin embargo, no hay precedentes dentro de la cultura popular de nada semejante. Entonces, cabía preguntarse: ¿Por qué Lennon? y ¿por qué ahora?

Los Beatles junto a sus fans habían configurado una imagen de la utopía, una autosatisfacción en el terreno personal y colectivo, una vida buena, que armonizaba camaradería, familia, amor, amistad, y mientras los Beatles fueron los Beatles tal imagen perduró y penetró en los corazones y las mentes de millones de personas. También aquí en España, donde los jóvenes se lanzaron en tromba a emular y a comulgar con los de Liverpool a partir de 1965.

En el centro de dicha imagen de la utopía estaba una visión romántica alimentada por los ingredientes que John Lennon había ido incorporando a modo de contingencia, duda, compasión y lucha. John Lennon no era solo quien cantaba “Eight Days A Week” animando a abrazar los placeres de la vida, sino que servía a su vez de “principio de realidad” dentro de los Beatles, y esto es por lo que muchas personas se sintieron atraídas por él. Si los Beatles fue una aventura común, John Lennon era el centro de dicha aventura. Es el Lennon que se mantenía insatisfecho, el que se hacía las preguntas, el que cogía el toro por los cuernos: ¿De qué va este grupo? ¿Qué podemos hacer? ¿Cúando debemos parar? Y fue justamente cuando los Beatles llegaron a su fin, quien sostuvo la lucha por mantener esa imagen de la utopía.

Desde que los Beatles se separaron John Lennon dejó de ser una estrella del pop. Me refiero a que más que Paul George o Ringo, John se hizo tremendamente visible tal y como era, se hizo real, se materializó. Según un plan: mantener desde la naturalidad más absoluta la defensa de que cierta imagen de la utopía era necesaria, una utopía a lo grande, y desde sus canciones se lanzó a intentar comprimir ese mensaje en unos versos que pudieran ser claramente comprensibles. Porque John Lennon no tenía en mente el solipsismo o la satisfacción individual, sino que partía de la premisa de la existencia de otra gente, de la gente. Gente como tú, como yo, como Yoko Ono, o como Mark Chapman.

El mensaje de la utopía estaba en “Anytime At All”, “There´s A Place”, “Money”, “In My Life” o “Don´t Let Me Down”, y es lo que le llevó a cantar “God”, “Well Well Well”, “Oh Yoko”, “Stand By Me” o “Just Because”. Nunca perdió su fuerza, y este es el motivo por el que quien fuera asesinado fuera John Lennon y no cualquier otra celebridad.

La siguiente pregunta es, ¿por qué ahora? Sí, han pasado cinco años de silencio y John Lennon va a hablar a su audiencia otra vez, intentando encontrar qué decir y también qué decir de sí mismo. En el mensaje reciente del 4 de noviembre tras la elección de Ronald Reagan, había una distinción maniquea que diferenciaba los que debían quedarse en el país, y los que no; las opiniones santificadas, y las demoníacas; y con la gracia divina, sus mensajeros serían capaces de separar unos de otros. La historia americana de los puritanos tenía en sus manos la posibilidad de hacer balance de los últimos trescientos años para reclamar  lo que les pertenecía a sus fundadores, redimiendo al pueblo americano de la maldición.

Este mensaje, se quiera reconocer o no, estaba por lógica en la mente de Mark Chapman. Terrible mensaje, que justifica el crimen sin mácula, como ya sucediera con los hombres del Klan o los Nazis y su derecho a matar. Desde esa justificación cualquiera, no solo Chapman, se acoge a su derecho a matar a quien suponga un problema para su vida. Esto es lo que explica que este suceso ocurriera en ese preciso momento, y no antes.

Jim Miller escribió que el rock & roll opera como una experiencia común y como una obsesión privada. Las dos no pueden ser separadas. Se retroalimentan. Tras el anuncio de los disparos a Lennon, encontrarse con un vecino, con un amigo, era encontrarse con los ojos rojos. De un tajo se cortaban quince años precedentes y lo que afloraba era la gratitud por tanto placer, afecto, amistad, allí contenido. Durante mucho tiempo aquella noticia del 8 de diciembre fue muy difícil de aceptar.

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