Septiembre del 89. Esta noche se presenta Billy Bragg en la Universal Club de Madrid. Arranca un nuevo curso, veinticuatro años, pantalones rotos, la camiseta gris dada la vuelta y un ansia febril por saber qué ser, qué hacer, enfrentándome al reto de llenar el tiempo con relaciones egoístas de rápido reemplazo, discos, libros, conciertos, buscando sin saberlo llegar a ser lo que se pretende ser, en esa otra escuela que no está en ninguna parte, que cada uno va forjándose sin apenas darse cuenta, cada día un poco más forjada, más reconocible, más a flor de piel.
Hoy, junio de 2015, reviso la hemeroteca de aquel concierto. La noticia la recogió ABC el 28 de septiembre de 1989 en la previa. Manuel Martínez Cascante lo tituló “Billy Bragg: “No se cambia el mundo desde un escenario”. Impresiona hoy, 25 años después, observar la seriedad y el cariño con que escribe sobre Billy Bragg, poniéndolo en el lugar que le corresponde, el Red Wedge, “conciencia crítica de los laboristas y de la sociedad británica”. Pero más impresiona que Bragg siga siendo hoy el mismo valor seguro un cuarto de siglo después. Continúa Manuel: “Enemigo de los fanatismos, fiel únicamente a sí mismo, Bragg no piensa que el compromiso social disminuya la calidad de su música, “siempre que la hagas en un tono festivo, alegre, no doctrinario”. “Compara Bragg el Gobierno de Felipe González con el fallido mandato de Mr. Wilson“. “De todo ello hablan sus canciones, no demasiado conocidas por aquí, que arremete a solas con su guitarra”. “Su folk brioso hurga en las heridas, pero es válido también para el simple entretenimiento. Esta noche, en el Universal Club madrileño, tiene una oportunidad para ganar adeptos. Que la aproveche.”
Billy Bragg no lo sabe, pero aquella noche hubo al menos un nuevo adepto, insignificante, anónimo, nuevo, felizmente vivo. Que salió de la sala ignorante de que las canciones de Bragg iban a seguir acompañándole el resto de sus días.
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