Nadia Álvarez: «Vivir con intensidad es una ventaja»
Nadia Álvarez durante la entrevista en Madrid-BÁRBARA PÉREZ DEL VALLE
Nadia Álvarez abandonó su trabajo en León cuando fue una de las elegidas para disfrutar de la beca “desnudos de etiquetas” patrocinado por Cervezas Alhambra Reserva 1925. Le regalaron una guitarra y nueve meses con clases magistrales y conciertos. En las clases pudo aprender de la mano de Ariel Rot, Pedro Guerra, Félix Santos y Diego García. Cada uno aportó muchísimo a su manera: «Ariel te enseñaba a comunicarte, a buscar relaciones, también a componer canciones rockeras; Pedro tiraba más hacia las letras, las canciones de autor; Félix nos enseñó mucha técnica, sobre todo de guitarra flamenca; Y Diego nos dio un repaso con la guitarra de “fingerpicking”, pero la verdad es que iba tan rápido que no entendí casi nada (risas)».
Estamos en una terraza en los bulevares del Retiro. Hace frío pero esta leonesa de veintiséis años parece encontrarse cómoda mientras conversa esforzándose por encontrar la palabra exacta. Acaba de presentar esta semana en la sala Contraclub de Madrid lo que ella considera un milagro, su primer larga duración, Salto al vacío (Cabana, 2015), un compendio de once canciones honestas, sinceras, crudas como el aire frío con el que ha despertado esta soleada mañana de diciembre. «En la foto de portada quería algo sencillo, sin muchos colores. Aproveché unas fotos de Clara Paradiñas que hacen guiños a las canciones». El disco tiene un sonido muy conseguido, me refiero a que con pocos elementos el resultado ha sido muy orgánico: «Hay dos influencias muy claras que confluyen, por un lado estoy yo y el folk, también Elliot Smith, Quique González… y luego Jesús Sangui, nuestro guitarrista, que es a quien se debe el sonido americana. Digo que es un milagro porque al principio Sangui y yo nos metimos en la Fox (así se llaman los estudios de Luis Lastra) para grabar un par de temas, y aquello comenzó a hacerse más grande. Yo tenía unas siete u ocho canciones, pero no pensaba en grabar un disco entero. Entonces entra Adolfo y el sello Cabana que nos da la oportunidad y se van incorporando otros músicos al proyecto que ahora son ya una banda estable con la que estamos presentando el disco. Dani Campillo a la batería y Henar Lastres al bajo, que tiene su propio grupo de chicas, The Clams. Ahora van a presentar su primer disco en enero. También tenemos una violinista que se llama Alba Sola». El sonido es al final más eléctrico, incluso a veces cercano al folk rock. Por la honestidad y la sinceridad me recordaba a Aurora Beltrán de Tahures Zurdos, aunque reconozco que me ha costado encontrarte referentes. Hay en las letras una apropiación de lo cotidiano, contado de manera directa, a bocajarro, que no es muy común en nuestro panorama: «Compongo cuando lo necesito, para mí es como una terapia, siento algo dentro y tengo que irme a casa de inmediato para coger un papel y ponerme a escribir, o aislarme un momento en cualquier parte cuando llega la inspiración. Mi bolso está lleno de papeles (risas)».
Vamos con las canciones: el primer single es “Infantes guerreros”, ¿va de unos niños?: «Sí, soy yo de niña y mis amigos del barrio, estábamos siempre jugando en la calle, en León, al fútbol o a lo que fuera. Hace poco fui al jardín donde jugábamos y la hierba había crecido, no había nadie sentado en el banco, nadie jugaba allí. Todo ha cambiado tanto… Es una canción sobre la nostalgia, pero también sobre cómo yo también he podido cambiar, sobre el paso del tiempo. Es de mis preferidas». En otros casos tus canciones recuerdan a Los Secretos, canciones sobre el desamor, la tristeza… «No todas (risas), por ejemplo “Cuento animal” es la más positiva…bueno, más bien la única positiva (más risas). Trata de cuando comienza una relación, las ganas de hacer muchas cosas juntos, por eso digo “tantos días como ideas”. Es autobiográfica, de un primer novio enganchado a la peli “Verano azul”. Es una descripción del sexo, lo más poético que he podido”. Sí, pero qué me dices de “Por esta vez”, “Algo que Duele” o “Postales”: «En “Postales” hay una de cal y una de arena, de hecho en la estructura, la estrofa se mantiene en un nivel bajo, porque hablo de cómo conocí un chico y de la ruptura sentimental. Luego en el estribillo me vengo arriba, porque también integro los recuerdos buenos. En cambio “Por esta vez” cuenta una historia con un chico, que se veía venir desde un principio que aquello no iba a durar, de ahí lo del “espejo roto”. De “Algo que duele” prefiero no hablar, está dedicada a mi perrita Kira, que se estaba muriendo…».
El camarero pregunta si todo está bien y recoge la mesa. Hablamos de qué tienen los animales, los perros, para que uno sienta tanto su pérdida: «¿Sabes? Creo que es que no hablamos con ellos, nos comunicamos a distancia, tal vez por ello el lazo es tan intenso». Otro tema que sale en las canciones de Nadia es la gratitud: «Sí, “Gracias a ti” está dedicada a mi madre, que es una currante, tantas veces la he visto llegar a casa con las manos sucias y luchando y sacándonos adelante, sintiendo su aliento… A pesar del trabajo, siempre nos ha transmitido una alegría, una luz». El final del disco es bastante impresionante, arranca con “Primavera”, ¿es tu estación favorita?: «El otoño también me gusta, los colores, pero la primavera es mi favorita, porque después de la oscuridad… es como un equilibrio de todas las estaciones, ya hay flores, hay un poco de todo, calor, frío…». ¿Nadia se aburre con facilidad?: (Sorprendida) «De algunas cosas sí, a veces con las pelis me pasa, o las series, soy incapaz de engancharme a una serie. En cambio, me encantan los puzles… Tengo que interactuar con algo o alguien». Así pues, la música para ti es perfecta, ¿no?, hacer la letra, la música, reunirse con otros músicos, ensayar, grabar. «Sí, me encanta». ¿Y qué hay de la soledad?: «La necesito, también me gusta. Soy piscis, no sé si a ti lo de los horóscopos no te hace gracia pero…». Oiga, que yo me he leído el clásico libro rojo de Linda Goodman. Además (perdón) esto de los caracteres ya viene de Teofrasto, el compañero de Aristóteles… Nadia apunta en un papel ante mi espanto el nombre del filósofo griego. «No creas, me gusta la filosofía».
Temo una dispersión, así que vuelvo a la carga. El segundo single de Salto al vacío es “Será”, una canción muy contrastada, por un lado la música es un country folk rock muy animado, la canción que más recuerda a Los Secretos, casi una canción de bluegrass, en cambio la letra es de las más duras del disco: (Brillo en los ojos) «Notaba que se estaba acercando un cambio, fue como una premonición… Perdí el novio, perdí el trabajo, me tuve que mudar, todo a la vez… Pero lo sorprendente es que la canción la había escrito antes». Desde luego las canciones de Nadia Álvarez son cargas de profundidad, algo que la pone a su temprana edad en un lugar de privilegio, muy cerca de Cecilia, de Vainica Doble, de la primera Mari Trini. Aunque ella no lo sabe, es muy joven todavía, creciendo, creciendo como artista. Otra de las canciones que destacan, además de “Postales” e “Infantes Guerreros”, es “La Ciudad de los Pájaros Grises”: «Habla de León, de lo que ocurrió en un pueblo que se llama Castrocontrigo. Hubo un incendio en el pueblo y cuando llegué allí vi que todo estaba cubierto de ceniza, incluso los gorriones, que ya de por sí son grises. Habla en el fondo de la necesidad de escape, de salir y ver mundo».
Total sinceridad, honestidad, talento de luna creciente, valores que cotizaban hace un tiempo al alza. Tal vez hoy vuelvan: no en vano es en los conciertos donde uno se juega “el salto al vacío”, el vértigo de conseguir que tus canciones no te pertenezcan y pasen a ser universales en otras bocas, en otros oídos, en otros pies y otras manos. Tal vez hoy el público descubra que Nadia Álvarez es un artista de verdad, como el vuelo de la Alondra en las primeras horas del día. El tiempo dirá hasta dónde llega. Lo que es seguro es que ha dejado marcadas a fuego un puñado de canciones a registrar en la historia del pop español. Algo casi único en nuestro tiempo.
Nadia se levanta y va a hacerse unas fotos, es tímida, de apariencia delicada, con un ligero balanceo al andar. Le sale un hoyuelo al reír, una risa que sabe muy bien, como a flor de primavera. Decía Pirandello que “hay que partir de lo más cercano para conseguir llegar a ser universal”. Nadia Álvarez, por pura intuición de artista, casi sin darse cuenta, va camino de alcanzar ese lugar que el destino le tiene reservado. Esta noche actúa en Madrid, su ciudad de adopción. Y seguirá haciéndolo para darse a conocer.
ArtistasEstilos musicalesOtros temas