No puedo imaginar a un grupo más actual hoy en día que los Nikis como terapia de choque para afrontar el efecto plúmbeo del cóctel de actualidad formado por los círculos psicoanalíticos de Podemos (que Freud nos pille confesados), la consulta catalanista en urnas de cartón piedra tipo Las Vegas, las tarjetas opacas “que no producen sombra” y operaciones como “la púnica”, que ya solo el nombrecito se las trae.
Echo de menos a grupos como los Nikis, que en los primeros ochenta hacían algo más difícil que lo que ellos nos han querido convencer que hacían. Emilio Sancho, cantante, Joaquín Rodríguez, bajo, letrista principal (luego con carrera aparte al frente de los Acusicas), y a la guitarra Arturo Pérez Medina. La batería fue más variable.
El grupo de Algete, humilde donde los haya, desde el norte de la Comunidad bajaban poco y hasta no muy tarde a la ciudad; y volvían a casa antes de que se escapara el último autobús. No trasnochaban y tal vez quepa ver ahí parte de la lucidez de sus letras, iluminadas por un ácido corrosivo marca de la casa que arremetía en viñetas elaboradísimas y tremendamente visuales, como auténticos cortometrajes, contra muchos de los tópicos más típicos de la sociedad española, no solo de su época.
Resulta espeluznante hoy redescubrir la complejidad dentro de la aparente simplicidad de las letras de sus canciones, de muchas además, como “Silvia Sobrini”, “Por el interés te quiero Andrés”, “Maldito cumpleaños”, “Enrique el Ultrasur”, “Diez años en Sing-Sing”, “Mi chica se ha ido a Katmandú”, “La hormigonera asesina” “El Imperio Contraataca”, “La naranja no es mecánica” o “Salvaje Pasión”.
Si al principio los Nikis firmaron unas letras llenas de “agudeza y arte de ingenio” en canciones como “Medicina Nuclear”, “Pasión por los Decibelios”, “Ernesto” o “Sangre en el Museo de Cera” de sus primeros EPs, estos Nikis ficharon por Dro, y lejos de amedrentarse, dieron una lección de estilo lanzando a partir de 1985 dos larga duración titulados, para solaz y sosiego de la historia del pop, Marines a pleno sol y Submarines a pleno sol donde incrementaban la agudeza de sus letras.
“El Imperio Contraataca” es aún hoy una canción sobre la que no hay acuerdo, un dilema moral, un ¿lo dicen en serio? que sigue planeando por las redes sociales. Lo dicho, la mejor terapia de choque para los tiempos que corren puede ser esta propuesta: la “nikiterapia”.
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