Hay acontecimientos que te devuelven el hooligan que todos llevamos dentro. Dos equipos madrileños, que no son los únicos, pero sí los más históricos, acaban de dejar la prima de riesgo otra vez en riesgo por la envidia que corroe ahora mismo a ingleses y alemanes después del baño que les hemos dado, que no me extraña que nos estrangulen y yugularicen, que si pudieran nos habrían exterminado ya a los españoles; que quiénes se han creído estos que son, a la cola de Europa, que no hago más que decírselo, y luego van y nos sacan los colores todo el rato, que es que van y lo ganan todo, el mundial, el europeo, y ahora esto. Esto es el colmo, una final de la Champions League con dos equipos españoles, y para más inri de la misma ciudad. Y para más inri desbancando a los dos entrenadores estrella de paso por dicho país. O sea, que “el secreto está en la masa”, no en el entrenador necesariamente. Aunque lo del Atleti de este año… no hace falta ser un especialista para darse cuenta de que ahí hay un Alejandro Magno llamado Simeone con una espada capaz de cortar el nudo gordiano sin apenas llamar la atención del contrincante.
Todo esto porque de euforia también vive el hombre. Lo de la fiebre en las gradas, es el título del primer libro de Nick Hornby, el entrañable hooligan fanático de los discos con quien congeniaste hasta el punto de preguntarte cómo era posible que todavía no te hubieras quedado calvo bombilla como él, y cómo aún no te habías convertido en un best seller, y cómo etc. etc. Ninguno de sus libros te ha ayudado a ser mejor persona, más bien al contrario. Tampoco es que te haya revelado ningún secreto acerca de los fosterianos aspectos de la novela. Así que lo de Hornby es más bien una cuestión de piel, algo irracional, eso, hooliganismo puro y duro. GOOOOL! Un tipo capaz de sacar un libro (y que se lo traduzcan) titulado 31 canciones, donde primero, elige cosas buenas y otras infumables. Y segundo, a veces engancha con lo que comenta pero otras es como para decirle: “Nick, creo que te toca a ti ir a pedir las pintas a la barra”. Obviamente esas 31 canciones son tipo Chelsea. Pues van a escuchar una de Loquillo, que no es de Madrid, pero sí que aprendió y mucho en las calles de Madrid.
Y al final nadie pregunta y nadie responde nada y lo que antes era riesgo…
Artistas