«Yo no soy Artur Mas» respondía sin pensarlo Mariano Rajoy a Jordi Évole en el programa «Salvados» para explicar que él seguirá sin «dar un paso al lado».
Reconociendo que no ha sufrido presiones del poder económico –ninguna llamada de Francisco González, Isidro Fainé o Ana Patricia Botín– para no ser el candidato del Partido Popular si se repiten las elecciones.
Descartando una vez más que pueda haber un relevo en el liderazgo del partido, sin querer analizar si esa estrategia puede pasar factura a su formación.
Sus palabras coinciden con su discurso en Sevilla, cuando explica que no piensa «participar en las comedias de enredo» en la que se ha convertido nuestra política nacional.
En eso no le falta razón. Llevamos más de cien días sin Gobierno, asistiendo perplejos a un bucle de ruedas de prensa, de fotos, de declaración de intenciones, y de sumas de vías, que no suman, porque entre ellos se declaran incompatibles.
Para Rajoy todo sigue igual desde el 20-D. «Novedades no tengo». Tan igual que el presidente en funciones ni llama ni se reúne, aunque se mantiene en la misma posición: apostar por «la gran coalición». Pero sin hacer nada, con «mis líos».
Rajoy se humaniza con cada error. Repitiendo que «somos seres humanos y tenemos sentimientos» o reconociendo que él no tiene «whatsapp». «Tengo tuit… Tengo SMS». Como si a estas alturas no supiéramos que tiene SMS. Como el que le envío el 18 de enero de 2013 al que fue su tesorero cuando ya se conocían sus cuentas en Suiza. «Yo me arrepiento de haber mandado esos SMS. Pero no se acierta siempre en la vida».
A Rajoy se le cambia el tono de voz cuando tiene que afrontar las preguntas sobre Bárcenas, contestando que no ha mentido «siendo consciente», y adjudicándole el pago con dinero negro de las reformas de la sede de Génova, cuando en ese momento era Álvaro Lapuerta quién estaba frente a la Tesorería.
Negó que la corrupción fuera sistémica y que «es muy difícil delimitar» quién asume la responsabilidad. Esa tarea le corresponde a un juez. Salvando otra vez de la quema a la senadora, que no ya alcaldesa de Valencia. «De momento Rita Barberá no está investigada ni imputada».
En la mesa de su despacho en Moncloa, Rajoy tenía una carpeta blanca con el nombre de «Évole» escrito en la parte inferior. Le contó que se había preparado la entrevista, pero realmente le faltó inflexión y argumentos. No te puedes defender de las preguntas de «don Jordi» soltándole que sólo busca las cosas malas. Parece que el asesor que realizaba «trabajos extraordinarios» no hizo su labor.
Actualidad
