El monólogo sin sal de Pedro Sánchez lo condimentó con 42 páginas, con un tiempo de cocción de 76 minutos, mientras repetía como un mantra la palabra cambio, añadiendo un toque de su propia salsa: «Todo esto lo podemos hacer la próxima semana».
Lo cierto es que en este revuelto de investidura, el líder socialista ha tenido que reconocer que la izquierda por sí sola «no suma» para conformar un Gobierno y con ello su apuesta es por la «mezcla».
Una invitación directa a Podemos para aliñar la ensalada del cambio, porque según su gusto, un poco pesado y reiterativo, «los sabores auténticos son los que mejor se entremezclan» y porque «cualquier opción es mejor que mantener al señor Rajoy en funciones».
«Concretamente no me ha gustado esa referencia a la alta cocina –me reconoce un miembro del Comité Federal–. Pero sí su estrategia. Arrinconar a Podemos con contenido y con un latiguillo que le hace daño a un partido de plató: La semana que viene, sí se puede».
A su salida del hemiciclo, a Pablo Iglesias se le ha indigestado tanta alusión directa y por lo pronto se ha contentado con no darle ni una estrella, con una crítica que hace pensar que no volverá nunca más a ese restaurante, como si en estos tiempos unos pudieran cocinar sin los otros: «Un discurso decepcionante, sabe a más de lo mismo».
«Hoy Pedro ha cocinado él sólo. En la réplica veremos si remata el guiso y le añade sal. Mañana Pablo será quién tenga que explicar cuál es el motivo para no querer empezar con las medidas que les interesa a los ciudadanos», apostilla mi interlocutor.
Lo que no ha tenido en cuenta el chef Sánchez, es que el perejil lo pone Ciudadanos, olvidándose de aderezar su intervención con la supresión de las Diputaciones, que firmó con tanto ruido con Albert Rivera. Será porque todavía no está sazonada o porque le falta que le den el visto bueno algunos dirigentes socialistas, no vaya a quedarse sólo en nueces.
Mientras, Mariano Rajoy, al que no le han invitado ni a los postres, escuchaba chupando caramelos de menta, y le señalaban esta vez no tanto por la corrupción, sino por abandonar incomprensiblemente su primer puesto en los fogones: «Mi fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado».
Contaba Mónica Oltra que «un solo ingrediente no te hace el arroz y un solo partido no te hace el Gobierno». Muy pronto sabremos si el arroz de Sánchez está en su punto o se ha quedado pegado al fondo.
Actualidad