No hay conversación en la que no se cuele la pregunta: «¿Terceras?». En corrillos de periodistas, tomando un café o una cerveza, en una terraza o en la sobremesa. Con la incredulidad y preocupación de ver el Congreso encallado como un viejo buque en un muelle. Como si diera a igual que no tengamos Gobierno.
España dejó atrás el bipartidismo para entrar de lleno en la incertidumbre de la «nueva polÃtica», incapaz de pactar, consensuar, dialogar. Tengo estas razones y de aquà no me muevo. «Ayer no habÃa negociación, me voy de aquà sabiendo que puedo negociar algo», dice Mariano Rajoy tras su encuentro con Albert Rivera. De Pedro Sánchez ya no espera más que un «no» obsesivo.
Rajoy busca el reflejo del abrazo, y no da «por supuesto» que vaya a presentarse a la investidura, como si no tuviera la obligación después de aceptar el encargo, retorciendo el artÃculo 99 y dejando al rey pasmado.
Mientras, los españoles, muy españoles, empiezan sus vacaciones, mirando de reojo tanta impostura. Sabiendo que no se pierden nada, que estamos en tiempos marianos, que hasta después de las elecciones vascas y catalanas seguiremos con la estrategia, y esto va para largo.
«Este es el primer paso de una larga caminata». Estamos avisados.
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