No hace falta darle más vueltas. Si hubiera unas terceras elecciones, tendrÃamos un resultado calcado al 26J, décimas arriba, décimas abajo. Alármense. El PP volverÃa a ganar las elecciones sin cambiar al presidente en funciones que todos vetan.
Es lo que nos sirve en bandeja el CIS que se cocinó en la primera quincena de julio. Si lo que buscamos es coleccionar fechas del desastre, podemos ir de nuevo a las urnas en noviembre, para que definitivamente la polÃtica nos importe a todos un cuerno. Los españoles no vamos a cambiar ni de hábitos ni de votos. A lo sumo, nos abstendrÃamos bostezando de hartazgo. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Seguimos votando eternamente?
Los que se presentarÃan a esas elecciones ya están suspendidos. No llegan ni al 4%, en distintas escalas del tres. Pero ningún partido discute internamente que puedan ser otros los que los sustituyan. De hecho, a Mariano Rajoy lo quieren cambiar sus adversarios una vez que se ha presentado y ganado las elecciones, nunca antes. No ven que tampoco ellos salen mejor parados.
¿Qué hace falta para que haya algo de cordura y otro poco de cintura para formar Gobierno? ¿Quién hace concesiones para no seguir acumulando negativas? ¿Quién cambia su abstención por un proyecto y no sillones? ¿Quién es capaz de ceder para terminar el bloqueo y convertirse de verdad en la «oposición útil»? ¿De verdad tenemos que esperar a que pasen las elecciones gallegas y vascas? ¿A qué arranque el juicio del caso Gürtel?
Si todos admiten que serÃa un desastre votar por tercera vez, y ninguno quiere cambiar de postura, ¿cómo se termina de una vez con este sinsentido? ¿Quién le pone el cascabel al gato?
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