Ya tienes que estar muy harto de la realidad para ir a cazar monstruos imaginarios por calles, parques y hasta acantilados.
El fenómeno de Pokémon Go se ha vuelto viral. Lo he comprobado hoy cerca de la calle Génova, donde un juez de la Audiencia Nacional me ha mostrado la aplicación.
El móvil reflejaba un muñeco azul alado justo en el paso de cebra que tenía delante. Había que dispararle una bola para atraparle… Me imagino que si no eres muy bueno, ahí estás en pie, en medio del paso, sin andar, intentando cazar al bicho.
La política española es muy de engendrar monstruos, con razón o sin ella. No queremos terceras elecciones, pero tampoco desbloquear la situación actual. No queremos que gobierne Mariano Rajoy, ¡la derecha! Pero cuando se presentó Pedro Sánchez a la investidura, ¿quién le votó? No queremos que Albert Rivera abrace a Sánchez, pero sí que vete a Rajoy para que sea consecuente con sus palabras.
A la izquierda se les llena la boca proclamando que hay alternativa, que todavía pueden formar un Gobierno progresista, y no son capaces de sentarse ni tres minutos sin estar a la greña. Ya sea con los sarcasmos de Pablo Iglesias o con los dogmas de Alberto Garzón, el caso es que fueron a unas segundas elecciones pensando que iban a romper el mapa, y cuando se quisieron dar cuenta, Rajoy seguía ahí.
Criticamos al Partido Popular que negocie con los nacionalistas, y ya lo hizo Sánchez en la anterior legislatura, mientras que Iglesias les proponía a Xavier Domènech como candidato a la presidencia del Gobierno e invocaba cada cuarto de hora que los «números dan» contando con su beneplácito. El cinismo es de ida y vuelta.
Cuando la realidad muerde, quizá sea mejor jugar. Ya sea en el Congreso al Candy Crush, o a capturar bichos virtuales mientras esperamos la nueva ronda de consultas de Felipe VI. No sabemos si en vano. Si esperamos a Godot, o a Pokémon.
Actualidad