El sistema judicial en los casos de violencia de género necesita una revisión urgente y no porque Juana esté en casa de todos. DeberÃa haber mecanismos para activar un protocolo que dirima la custodia de los hijos, cuando el conflicto se escapa al control de los padres, y hay dos versiones distintas de los hechos.
El caso de Juana se ha convertido en un asunto mediático, que borra miles de matices y formas de proceder. Son muchas las mujeres que no denuncian, que se mueven en una frágil cuerda floja, intentando que la justicia no sea tan lenta y sean capaces de llegar a una solución antes de que sea demasiado tarde. Notificaciones que nunca recoge el remitente, Juzgados que declaran al hombre en rebeldÃa y aún asà aplazan todo el verano una decisión que puede marcar un antes y un después.
Sólo por la sentencia condenatoria de malos tratos, Juana tendrÃa razón. Si ya lees la carta donde revela cómo el clima de violencia era lo cotidiano para sus pequeños, con insultos y vejaciones delante de ellos, entiendes su huida para evitar entregarlos al padre que la maltrató. Es desgarrador pensar en un niño buscando las vueltas de su padre para saber dónde esconde las llaves de casa para entregárselas a su madre al grito de: «¡Mamá, escapa!».
Juana Rivas aduce que no es ella quién está fuera de la ley, sino que es la «ley la que se ha saltado a la torera desde la primera jueza» erigiéndose en juez y parte. Y ese es su error. Hasta ahora, varios jueces le han dado la razón a Francesco Arcuri en la custodia de sus hijos, que ahora pide que sea compartida. Según la carta de Juana, también fue citado por la Justicia española en varias ocasiones «durante meses» para «proteger su derecho a ser escuchado» y «nunca compareció, como tampoco nunca vino a ver sus hijos ni aportó nada para mantenerlos».
En este punto, habrÃa que encontrar una solución al conflicto, que no convierta a Juana en prófuga ni a sus hijos en rehenes de medidas judiciales cuando no se contaba con toda la información. HabrÃa que revisar su caso judicialmente para saber si realmente no ha contado con todas las garantÃas.
Nadie se puede esconder para siempre. Juana lo sabe. Y tarde o temprano tendrá que afrontar las consecuencias de sus actos. En eso, la ley es implacable, y un juez ha ordenado su detención.
Por eso, antes de que sea demasiado tarde. ¿Dónde estás Juana?
Actualidad