Qué pena. Parecía imposible que Thomas Sean Connery nos dejase algún día. Fuerte, enérgico y siempre en activo, este magnífico actor y productor de cine seguía incluso siendo atractivo con avanzada edad. El hombre más sexy del mundo (según la revista People y también según muchas de sus seguidoras), había nacido el 25 de agosto de 1930 en Edimburgo.
Connery, que representó como nadie a James Bond, también nos deja films excepcionales, como el protagonizado por su personaje, Fray Guillermo de Baskerville, investigando crímenes en una abadía.
O como el inolvidable Octubre Rojo o Elliott Ness. Siempre creíble, siempre brillante, ganador de un Oscar y 3 Globos de Oro, encarnó a Bond entre 1962 y 1983.
Protagonista de campañas de publicidad de éxito cuando ya había cumplido los 70 años, vivió a menudo en lugares tan soleados como Marbella o Bahamas, siempre acompañado por su segunda esposa, Micheline Roquebrune.
Sean Connery, que había nacido en Fountainbridge, un barrio pobre de Edimburgo,era hijo de padre camionero y madre ama de casa; de pequeño vivió como tantos niños europeos sin agua caliente ni electricidad. Su familia, católica y de origen irlandés, pasó las penurias habituales de aquellas duras décadas y Sean dejó el colegio para comenzar su primer trabajo como lechero, un empleo habitual de los jóvenes en Reino Unido y U.S.A., hasta que comenzó en el cine a los 20 años tras haberse alistado a la Marina.
Nos ha dejado un mito, un hombre fuerte y atractivo, un actor creíble, solido e inolvidable. Insustituible, Connery, Sean Connery.