Las bailarinas plegables y el chaleco polar son dos básicos en un lugar donde la moda cuenta más de lo que parece en El poderoso y moderno Silicon Valley, conocido por su etiqueta casual y relajada. Ahora que la zona se convierte en epicentro de tantas tendencias tecnológicas, la influencia de ese estilo sport norteamericano comienza a imponerse en el mundo. Pero no nos dejemos engañar por su aparente simpleza: todo significa algo en el reino de las High Techs. Más pendientes de la moda de lo que pudiese parecer, tienen varias marcas favoritas y cada tribu cuenta cono un “uniforme”.
Las imágenes que tenemos de Mark Zuckerberg le muestran siempre en vaqueros oscuros, zapatillas deportivas anodinas y camiseta gris, un estilismo que ahora podría considerarse algo anclado en el pasado, sobre todo en comparación con un más fashionista Jack Dorsey de Twitter. Pero esta aparente sencillez va complicándose poco a poco de un modo aparentemente imperceptible, hasta tal punto que algunos empleados de Facebook, Apple o Google contratan los servicios de estilistas locales para acertar desde el principio. El aspecto “desaliñado” es todo un arte y un requisito, ya que no se respeta nada que parezca muy preparado. Con crecientes sueldos y una mayor competencia profesional cada día, se trata de mostrarse actualizados, cuidados e impecables.
Algunas marcas van y vienen en Silicon Valley. Las zapatillas “Allbird”, anodinas, grises y poco atractivas, durante años coparon el mercado masculino del Valle y ahora van perdiendo fuelle. Las zapatillas excesivamente blancas, con suela muy gruesa o de marcas ajadas, son un no. Y salen del espectro de lo aceptable las zapatillas romanas de plástico o cuero, tan habituales para ir por la calle en California. Las deportivas de Gucci, Louis Vuitton, Nike o Adidas son un si. Y cada vez más se escogen mocasines sencillos o zapatos tipo Oxford, en lo que supone un acercamiento al mundo occidental de bancos e inversores. Los relojes ostentosos, con oro, brillo o de estilo japonés años 80 también van fuera. Se elige más bien el lujo contenido de Panerai o Patek. La cuestión es crear un estilo “effortless” o sin esfuerzo con ropa de Y3 (de Adidas), James Perse, Zegna, Uniqlo, Brunello Cucinelli o similares, marcas relativamente caras/muy caras, con calidad y un diseño poco novedoso.
Es curioso el caso de la marca Patagonia, inicialmente de prendas de alta montaña a precio medio- alto. Hasta tal punto se ha convertido su clásico chalequillo polar en una de las prendas básicas de Silicon Valley que se comenzaron a personalizar para grandes empresas. Tal ha sido su boom que Patagonia ha limitado al extremo las customizaciones, escogiendo de entre las “Techies” a aquellas empresas más ecológicas. Y es que el chaleco polar o incluso el chaleco acolchado – este último lo lleva a menudo lleva Jeff Bezos, de Amazon- ha sustituido en gran medida a las sudaderas con capucha, que no obstante siguen siendo allí todo un clásico.
En Silicon Valley, algunas de las “tribus” se reconocen por pequeños detalles. Los ingenieros van estilo Zuckerberg, con camiseta, sudadera con capucha y vaqueros, porque la tan denostada capucha es un signo casi de inteligencia por aquellos lares. Los equipos de venta a menudo se colocan el susodicho chaleco polar negro, con distinto logotipo sobre camiseta oscura o polo y vaquero oscuro.
Los venture capitalists que intentan invertir en participaciones de empresas, escogen los cardigans con cremallera o chalecos polares sobre camisas abotonadas. Los emprendedores se “visten” en un poco más, con camisas de cuellos más formales y deportivas o zapatos de cuero. Los diseñadores de webs, programas o maquetas, son los más europeos y cuidan la selección de sus jerseys, más sofisticados, que en ocasiones acompañan de mocasines.
Para ellas, menos visibles en Silicon Valley, las reglas del juego no escritas son muy laxas. Se trata de utilizar el nuevo “creative casual”. Solamente las bailarinas plegables Tieks, que se pueden guardar en el bolso, parecen ser un punto en común.
Escogen vestidos floreados de largo medio combinados con rebecas o sobrecamisas, que alternan otros días con pantalones de yoga y suéter o con pantalones de algodón rectos combinados con blusas bohemias (todas las imágenes de ellas, Net-a-porter) Solamente las directivas escogen para acudir a reuniones importantes trajes de chaqueta y pantalón, pero siempre con formas más suaves y relajadas que en los años 90.
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