48 horas de felicidad no se encuentran tan fácilmente. Probemos en Córdoba. 365 días de sol, el arte de vivir los detalles y una filosofía heredada de Séneca, Maimónides, Averroes y Lucano. El mejor salmorejo, el verdadero flamenquín, mujeres guapas y buen flamenco. Si añadimos Mezquita, judería, patios, arte, museos, buenos vinos, aceite de primera y paseos de ensueño… ¿Quién puede dar más? Buscando una Navidad cálida no hay que hacer viajes caros a destinos-horterada. Lo tenemos en casa. Córdoba nos espera.
En dos días descubrimos muchas cosas, pero la sorpresa verdadera son los patios – Patrimonio de la Humanidad desde el año pasado -abiertos al público en pleno invierno. La iniciativa del ayuntamiento es loable. Este año, 24 patios permanecerán abiertos al público hasta el día 4 de enero para que los neófitos disfruten del modus vivendi de esta ciudad que, con más de 2.500 años de historia, nos recibe con los brazos abiertos, una luz cegadora y el calor de sus habitantes. Hay un recorrido de patios de invierno y un elenco eterno de opciones culturales. Córdoba ha aportado mucho al mundo, aunque no se le reconozca: sobre todo, mezclar culturas y trasmitir conocimientos. Ahí es nada. Físicos, matemáticos, filósofos, astrónomos y escritores están en su haber. Creativos y elegantes. Discretos e irónicos. Políticos, militares históricos, toreros, pintores, médicos, cantaores, bailaores y músicos, llenan el pedigrí.
No dejemos de tomar un buen vinito cerca de Las Tendillas, almorzar en Taberna Salinas o en la Taberna “El Patio” junto a San Miguel. Pasear por la judería nos transportará a otro mundo: no perdamos iglesias, la Mezquita y la Sinagoga: Las tres culturas, pero de verdad.
Y cuando de patios se trata, no dejemos de acudir al de María, en la calle Don Rodrigo número 7, paralela al río Guadalquivir. Su dueña, es una persona cálida y generosa, además de un elemento importante en la vida empresarial de esta ciudad. “Zambombás”, licores, polvorones, olor a leña y chimenea, se mezclaran con villancicos y flamenco en las tardes navideñas. Córdoba nos recibirá silenciosa pero viva, apasionante, intensa, contradictoria y acogedora.
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