Iñigo Errejón, la cara “bonita” de Podemos, ha ido modificando su imagen.
En los inicios, se mostraba cabizbajo, inseguro, con esa pose suya tan particular: ojos tristes, cejas caídas, mueca en la boca y camisa remangada.
Frente al coletudo y remangado jefe podemita, Iñigo conquista los corazones de las jovencitas con su pinta de niño recién duchado, su corte de peloa aseado y su corrección.
Monedero, ya a un lado -con sus chalequillos y tonos oscuros- , dejó a Errejón un protagonista inusitado.
Pero Iglesias no ha podido soportar que el “niño Errejón” le superase y en un cambiazo de corte estalinista, ha elegido a Echenique como segundo de a bordo.
Todo esto ocurre, cuando Errejón comienza a usar chaqueta, a mostrar cierta moderación y a intentar dialogar con el PSOE. Probablemente ha pensado que “la burguesía de la chaqueta” tranquiliza al personal. Y tiene razón. Supone abrazar ciertas normas comunes.
Otros temas