Oscar de la Renta tenía una sensibilidad exagerada para cualquier tema visual. Su aprendizaje y su afición a la pintura le prepararon para ser un maestro en artes aplicadas, como el diseño, la moda o la decoración. Sus casas son buenos ejemplos de ello.
República Dominicana
Su casa en Punta Cana ha salido en las mejores revistas del mundo a través de las últimas décadas, creando un interés en el lugar como polo turístico.
Ya frecuentaba la zona con su primera mujer, la editora de moda del Vogue francés, Françoise de Langlade.
Otros artistas y personalidades, de Mikhail Baryshnikov a Julio Iglesias, se instalaron a su lado.
La simetría de las plantas de la entrada combina a la perfección con el punto salvaje de los jardines.
En Punta Cana ha creado una pequeña jungla a su medida. Los salones y terrazas, volcados hacia el exterior, son piezas de una decoración fresca y ejemplar.
Los techos altos, la madera pintada de blanco, los ventiladores caribeños, las enormes puertas y ventanas, reflejan la cultura de la isla.
Sus juegos con jarrones, lámparas y bouquets son estelares.El mobiliario colonial lo ha seleccionado a través de los mejores anticuarios y mercados de América. Cada habitación ofrece un estilo particular y sorprendente, siempre en línea con la zona.
Los baños son pequeños salones donde el tiempo no ha parecido transcurrir.
Los vestidores y las persianas de madera de estilo caribeño nos transportan a otro siglo.
Un mayordomo de Oscar fue parte del equipo de Buckingham Palace. El servicio se cuida al máximo.
Incluso en la capillita del jardín se pueden realizar ceremonias.
Su salón-biblioteca ha salido en las revistas de decoración de los cinco continentes.
Cuentan que Oscar de la Renta fue siempre un excelente anfitrión, acostumbrado a recibir a personalidades y políticos del mundo en Punta Cana.
Connecticut
En la tradicional zona de Kent, en el estado de Connecticut, a una hora y media de Manhattan, se reúne parte del “old money” de la costa este norteamericana.
Allí compró su segunda residencia, para fines de semana y veranos.
Se convirtió casi en su residencia más habitual. La comodidad, privacidad y el buen tono de la zona, iban con él y con Annette, su segunda mujer.
Su despacho, así de sencillo e improvisado, se situaba no lejos del de Annette.Su salón, de corte anglosajón, fue decorado por Oscar y Annette, aunque consultaron a los mejores tapiceros, recibieron la visita de especialistas para recolocar los muebles, tuvieron a los mejores ebanistas a mano y a estilistas de renombradas revistas de decoración.
Y en esta habitación se despidió de todos hace unos días.
Nueva York
Su piso en Nueva York era su base cuando trabajaba. Recibía a periodistas, ejecutivos de su empresa y descansaba allí entre semana.
Oscar se había convertido en un especialista del mundo de la decoración y el arte. La hija de Annette, su mujer, – Eliza Reed, con él en la foto – y su marido, Alex Bolen, continuarán a cargo de la gran marca que este artista fascinante ha creado.
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