Grace Kelly fue otra de sus protegidas, una vez que dejó a sus modistas norteamericanas, que -aunque con tino- solo sabían copiar a los diseñadores franceses.
La princesa Grace se convirtió en íntima amiga del sucesor de Yves Saint Laurent en la casa Dior, Marc Bohan, un hombre discreto y elegante, convirtiendo la maison francesa en su marca de referencia.
Carolina de Mónaco continuó fiel a Dior, como su madre, mientras que Marc Bohan duró a la cabeza de la casa. Entonces, cambió a Chanel y comenzó su gran “entente” con Lagerfeld.
Diana de Gales fue otra fan de Dior cuando llevaba años en las portadas, ya que al inicio vestía ropa británica bastante desafortunada. Aunque al final de su vida se hizo una leal clienta de su amigo Versace, que murió poco antes que ella, los bolsos los elegía en Dior.
De hecho, la casa parisina llamó al modelo cuadrado y acolchado que ella solía llevar “Lady Dior”, inspirándose en Lady Di.
Desde entonces, un reguero de princesas y reinas han seguido llevando Dior con asiduidad. Tal es el caso de Lady Amelia Windsor, una de las más jóvenes de la Familia Real británica, que viste los diseños de Maria Grazia Chiuri.
La sosísima Charlotte de Mónaco también ha echado mano de la casa francesa que vestía a su suegra.
Olympia de Grecia, una verdadera fashionista, ha llevado Dior en algunas ocasiones, tanto de gala como de día.
Y Meghan Markle, más aficionada a otras marcas, también lo ha escogido en este pasado año.