Beyoncé y Madonna siguen en los comentarios de la televisión norteamericana, incluso varios días después de los premios Grammy de este año, celebrados el día 8 de febrero. En Nueva York, la tormenta de nieve y los menos 15 grados bajo cero me mantienen pendiente de la tele, algo poco habitual.
Las críticas empezaron hoy con Madonna, que se atrevió a lucir un corpiño acompañado de una montera de torero.
Como los años pasan para todo el mundo, la prensa norteamericana ha juzgado en esta ocasión innecesario el disfraz de la “más grande”. Y estamos de acuerdo. Con ciertos “arreos” -por más que los firme Givenchy- puede empezar a parecerse peligrosamente a las hermanas Gabor -esto es- cuando tenían más de 7o años.
Beyoncé no se salva de la quema. Comentan que lleva 300 añadidos a su melena y que, en esta ocasión, está intentando emular el peinado y la imagen de la exitosa Sofía Vergara. Se comenta que ni con varias fajas Spanx, ni operaciones, gimnasia ni masajes, se quita el “pandeiro”. Y que, si está tan divina, ¿por qué se tapa tanto? Bueno, la envidia hace estragos…. Pero lo de la Vergara, puede ser.
La cantante británica Charli XCX, fue criticada por la mezcla extraña y el pobre corte de sus pantalones, a manos de los diseñadores de Moschino. No le faltaba un perejil: camisa con chorreras, pajarita, zapatos de tacón con lentejuelas rosa, chal largo imitando pieles rosas… y unos pantalones diseñados para mujeres con piernas un 20% más largas.
Rihanna, que llevaba un modelo de la última colección del creador Giambattista Valli no gustó. Teniendo en cuenta que el vestido ha sido repetidamente alabado, quizás lo más sobresaliente de los comentarios era el excesivo volumen de esta versión del modelo y el hecho que un físico tan “especial” como el de Rihanna, quizás no necesita un atuendo tan evidente. Cierto. El vestido, en movimiento, resultaba mareante.
Rita Ora, cantante, modelo y actriz kosovar, llevaba un vestido largo plata de Prada: ni Rita le hacía un favor a Prada ni Prada a Rita. Aún no comprendemos semejante despropósito. Una marca original, intelectual y alternativa, prestándose a vestidos setenteros que aumentan el volumen en un par de tallas.
En realidad, este modelo, de la colección a medida de Prada, nada tiene que ver con los habituales de la gran casa italiana. Y en cualquier caso, colocado sobre una señora con grandes volúmenes, resultaba excesivo. Parecía una bola de discoteca estrangulada. Y era, excesivamente largo de mangas y de falda para una mujer de la talla de Ora.
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