Luis Miranda el 10 abr, 2011 Melodía primera. En este mundo de gente que lo hace todo por vocación y sin pedir nada a cambio, de personas esforzadas en el trabajo por su hermandad que merecen de primeras todo el aplauso, el profesional termina teniendo mala prensa, y entiéndase por esta palabra no sólo quien cobra por un trabajo generalmente bastante bien hecho, sino también quien, aunque lo haga gratis, aplica unos criterios rígidos y serios y no se deja llevar por los sentimentalismos, como si la «devosión», el apego o la verbalización meliflua garantizaran más competencia que quien habla menos pero demuestra saber mejor lo que hace.Fuerte de bajos. Entre saber lo que se hace y hacer lo que se sabe distinguían los clásicos y también estos profesionales de las cofradías que siempre llegan marcados con la cruz infamante de la antipatía y a los que se mira con el desprecio que merecen los invasores, como si quienes llevan toda la vida en un sitio ya fueran más doctos que nadie sólo por estar y considerarlo todo cosa suya, y como si también se les hubiera agotado en ese tiempo la posibilidad de que alguien pueda hacerlo mejor que ellos, o mejor, que alguien les ayude a hacerlo, o mejor aún, que quien sea les enseñe que hay otro camino. Trío y coda. De este camino pueden contar muchas cosas gente como Curro, Fernando Morillo-Velarde, Miguel Ángel González Jurado o Rafael de Rueda, por citar sólo algunos ejemplos de tipos que igual no lucen chaqueta y corbata cada dos por tres ni se peinan como gomina más que cuando hace falta, pero que tienen en común un conocimiento profundo y riguroso de lo que hacen y la certeza de que por mucho que alimente el amor a los titulares, jamás servirá por sí solo para ocupar el lugar de quien ha estudiado, ha leído y ha practicado para hacerse un profesional de verdad. Semana Santa Comentarios Luis Miranda el 10 abr, 2011