Desde hace días circula por las esquinas la historia de Rafa Peribáñez, aficionado a los pasos que no mantienen 30 segundos seguidos la misma cadencia. Una noche de esta Pascua que andaba sin dormir, quiso buscar el sueño recreándose en el andar de uno de esos misterios llenos de plumas de romanos y se dispuso a disfrutarlo en la pantalla de su teléfono.
El primer plano le enseñó la cruz de guía de la hermandad detenida en una calle durante varios segundos y enseguida tuvo el instinto de tocar la tecla para pasar rápido, pero no respondía. «Esta operación no está autorizada en este momento», le decía el teléfono con cada golpe nervioso del dedo índice.
Y como tampoco respondían otros comandos, Rafa Peribáñez dejó el teléfono como estaba y se puso a esperar a que llegase el misterio. La cruz de guía estuvo parada diez minutos y después se puso en marcha, pero no por mucho tiempo. Poco después del Senatus el cortejo se detuvo otra vez. La cámara captó el suspiro de uno de los nazarenos y Rafa siguió intentando pasar rápido sin poder.
En mitad de la fila pasaron unos cuantos cofrades que conocía camino del paso y casi tuvo la tentación de marcharse con ellos. Al rato cruzaron unos cuantos costaleros, parece que de un relevo, con toda la anchura de sus fajas y tropezando con los cirios, que no se movían.
Diez minutos más tarde el cortejo caminó un poquito más y le llegó el primer rumor de música en una marcha flamenca que adoraba. También se escuchaban los aplausos del público y algún ‘oh’ como reacción los cambios. Era lo que le gustaba, pero no podía ver más que nazarenos con pinta de impacientes, porque la cofradía estaba otra vez parada. Él también resoplaba. Quería cambiar de vídeo, pero el teléfono no le dejaba. Al cabo de la media hora empezaron a verse los ciriales, no sin otro parón, y cuando por fin llegó el paso vino a tambor para llegar a su hora a la carrera oficial.
A Rafa Peribáñez el café de la mañana siguiente le supo amargo aunque lo había endulzado con miel de torrija y antes de comprobar que los vídeos de su teléfono funcionaban con normalidad y que quizá lo había soñado tuvo tiempo de comentarlo en un grupo de WhatsApp: «Cualquier día nos quedamos sin Semana Santa si no cuidamos lo esencial, que somos los espectadores y los vídeovivientes. Esta gente de las camaritas a ver si graban lo importante en los sitios importantes, y no tanto pego de nazarenos».