Olivia Boeree, Liv para casi todos, tiene una mente inquieta y un perfil cubista: astrofísica licenciada, modelo ocasional, presentadora de televisión, jugadora profesional y activa benefactora de causas que no deberíamos perder. La británica, de 33 años, deja las cartas por un rato para atendernos durante el PokerStars Championship de Praga, en el Hotel Hilton, donde cientos de jugadores se afanan en alinear el azar y las matemáticas.
Foto: Neil Stoddart para PokerStars
(Esta entrada es una versión ampliada de la publicada en el diario ABC, con fecha 30-12-2017)
Liv Boeree no se ofende cuando le preguntan si desperdicia su talento. La rentabilidad de su movimiento se demostró en 2010, cuando ganó en la festivalera ciudad de San Remo la mayor competición vista en Europa. Su recompensa, 1.250.000 euros y su fichaje por el equipo de profesionales de PokerStars. «Lo de malgastar el talento es algo recurrente, pero leo y aprendo cada día, algo que no podría hacer con otro tipo de trabajo. Aumento mis conocimientos, gano dinero y puedo aprovecharlo en buenas causas, en ayudar a la gente, aunque sea a pequeña escala».
¿Echa de menos la astrofísica? «A veces, pero una de las cosas buenas del póker es que te deja mucho tiempo libre y cuando no estoy jugando leo mucho sobre física y ciencia. Incluso grabo algunos vídeos científicos. Lo mejor de mi vida es tener libertad para explorar distintos campos».
Días antes jugar en Praga, Liv estuvo en Londres en otro tipo de torneo más circunspecto y quizá respetable, el London Chess Classic. «Soy una mala jugadora de ajedrez, pero me encanta», afirma. «Me lo pasé realmente bien y conocí a varios grandes maestros, como Magnus Carlsen (campeón del mundo)». En las mismas fechas estuvo con otro campeón, Stephen Hendry, ganador de siete títulos mundiales de snooker, una modalidad del billar. Con él grabó un vídeo para explicar la vertiente física del juego, al fin y al cabo compuesto por pequeños planetas que suelen acabar en agujeros negros.
¿Se ve jugando de mayor o es algo pasajero? «Espero seguir muchos años. Es fascinante y me encanta el estilo de vida». No es fácil imaginarse el día a día de una profesional del juego. Liv Boeree lo resume: «Me levanto sobre las diez, voy al gimnasio, escalo un poco… Después leo o escribo, a veces quedo con los amigos, pero sobre todo paso mucho tiempo leyendo». De sus escrituras cabe esperar un par de libros, aunque no sabe si terminará primero el de póker o el que prepara sobre otra materia muy distinta.
Daniel Negreanu: «Los españoles son salvajes, apasionados»
En Praga también nos encontramos con Daniel Negreanu, el jugador que más dinero ha ganado en torneos en vivo, gran embajador de PokerStars. Ha acumulado más de 35 millones de dólares (29 millones de euros), aunque cree que en una lista con los mejores estaría alrededor del puesto 40. ¿Modesto? «Soy realista, no como Phil Hellmuth, que se siente el número uno y es malísimo».
Cuando era más joven, Daniel podía tirarse dos días seguidos en partidas de alto nivel. «Ahora con ocho horas me basta». «Con la edad se pierden reflejos y resistencia», reconoce. ¿Cuánto puede ganar o perder en una sola sesión? «Si se da realmente bien, hasta 300.000 dólares, pero prefiero los torneos. Son más divertidos, porque tienen un principio, un medio y al final hay un trofeo».
Uno de sus puntos fuertes es la capacidad de «leer» a los otros jugadores. «La gente siempre actúa, pero puedes percibir si están felices o incómodos, cómo se sienten. Yo siempre entreno esa capacidad de interpretar los gestos», explica. En cierta ocasión confesó que es tan bueno contra las mujeres. «A lo largo de mi vida he tenido muchas más dificultades a la hora de leer a mujeres», corrobora.
«El género no marca ninguna diferencia»
A Boeree no le gusta esta afirmación, aunque mantiene las formas en la respuesta a su compañero de equipo. «No creo en eso. Las mujeres son personas. Hay jugadoras fáciles de leer y otras difíciles, al igual que los jugadores. No veo que el género marque ninguna diferencia». Liv remarca que ni siquiera se puede hablar de distintos estilos. «Hay muchas menos mujeres y la única diferencia es que por pura selección natural, las que hay son las mejores, realmente duras», afirma categórica. Tampoco le gusta aferrarse a los tópicos por países. «Quizá se pueda clasificar mejor por regiones», admite. «Se dice que los nórdicos son agresivos, pero los grandes son buenos independientemente de su origen. Sí es verdad que los de algunos países son más expresivos al mostrar sus emociones».
A Daniel, en cambio, le parece sencillo saber de dónde es un jugador. Ni siquiera necesita fijarse en su estilo. «Me basta con fijarme en su forma de comportarse y de hablar. Los franceses son creativos, los alemanes más calculadores y los escandinavos, muy agresivos, les encanta farolear». ¿Y los españoles? «Son salvajes, apasionados». Ambos también coinciden en destacar a Sergio Aido y Adrián Mateos como dos rivales de primer nivel.
Otra característica destacada de Daniel Negreanu es lo mucho que habla en las partidas. Es un espectáculo. ¿Es un truco? «No, es como soy. Me gusta divertirme en la mesa, no estar serio. Además, ayuda. Cuanto mejor se lo pasa la gente y más relajados están, más fácil es saber lo que llevan».
Acoso sexual
Liv Boeree no elude la polémica por el aluvión de casos de acoso sexual. «No conozco nada parecido a lo de Hollywood y la mayoría de los jugadores son fantásticos, muy respetuosos y amables. Quedan malos hábitos de las viejas generaciones, pero es una minoría y yo no he tenido problemas. Estamos cambiando en la dirección correcta, con ayuda de los organizadores y de los jugadores. Nos cuidamos los unos por los otros».
La verdadera preocupación de Boeree son las malas cartas que parece tener el planeta en estos momentos. «Es terrorífico. Hay riesgos para todos. Puede incluso que –nuestra supervivencia– sea una moneda al aire… No, creo que somos ligeros favoritos, 55-45. Quiero ser optimista, pero debemos empezar a preocuparnos más, a tener un discurso más inteligente y racional. No es una cuestión de creencias, sino de ciencia. Debemos estar más comprometidos. Por fortuna, hay mucha gente inteligente trabajando en resolver los problemas, pero es cierto que hay muchos riesgos en nuestro futuro. Tenemos que ser generosos con la aportación de recursos. Y es muy importante que se emplee el dinero de forma adecuada. Hay un gran riesgo de catástrofes, naturales y no naturales. Son tiempos emocionantes. Es peligroso y da miedo, pero también sorprenden las cosas que podemos conseguir».
Proyecto con James Cameron
Negreanu es un habitual del cine. Cuando hace falta un jugador de póker en una película, es frecuente que lo llamen, y ha aparecido en títulos como «Lucky you» y «X-Men orígenes: Lobezno». También es la estrella de un documental de Netflix que inexplicablemente no está disponible en España.
Vegano convencido, Negreanu colabora ahora en uno de los proyectos de James Cameron para desterrar «el mito» de los beneficios de la carne. «En 30 años no podremos mantener este nivel de matar animales para alimentarnos. Además, no es algo correcto. Los cerdos son más inteligentes que los perros. ¿Cual es la diferencia para que nos comamos a los primeros? No es lógico ni práctico», dice vehemente.
Dentro del mundo del cine, también conoce a Tobey Maguire. «Es un gran jugador de póker», asegura. «Creo que soy un buen actor, pero probablemente él es mejor jugador que yo intérprete. Lo he visto y es realmente duro».
[A principios de enero se estrena, por cierto, la película «Molly´s game», sobre la llamada Princesa del Póker. No se cita a ningún actor por su nombre, pero en su día se habló mucho de los que más participaron en las partidas organizadas por Molly Bloom e incluso de cómo se comportaban en la mesa]
[«Tobey Maguire es un auténtico capullo en la mesa de poker»]
A Boeree, que tiene amplia experiencia y una excelente relación con las cámaras, le falta en cambio rodar alguna película. «Me encantaría, pero es cuestión de contactos. Necesitaría un buen agente. ¿Conoces a alguno?», pregunta.
Para despedirnos, planteamos a Daniel una escenario imaginario, quizá una escena de su próximo título. Está jugando una partida y le reparten dos reyes, pero sus rivales son Dios y Donald Trump. El primero sube y el presidente no solo ve la apuesta, sino que sube y se lo juega todo, «all in». ¿Qué haría en esa situación? «Vería la apuesta», dispara al instante, «porque Trump es un idiota». «Seguro que estaría faroleando», añade entre carcajadas.
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