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Las claves misteriosas de Humphrey Bogart que volvieron loco al FBI

Las claves misteriosas de Humphrey Bogart que volvieron loco al FBI
Federico Marín Bellón el

A la espera de echarme a los ojos los «Thinkers» de David Llada, aprovecho para hablar del excelente libro «Fianchetto», del mexicano Hugo Vargas. Artistas como Humphrey Bogart, Marcel Duchamp, Charles Chaplin y Stanley Kubrick pasean por sus páginas, en las que también aparecen otro tipo de personajes: Fidel CastroChe Guevara, Lenin… De algunos se ha escrito tanto que quedaba poco que aportar, aunque Vargas sabe encontrar el ángulo y las palabras adecuadas para que parezca nuevo. También alguna partida. Pero lo que cuenta de Bogart es especialmente interesante…

Humphrey fue un gran actor bajito, un hombre valiente y un ajedrecista notable, la menos conocida de sus facetas, aunque no faltan fotografías del astro jugando con Lauren Bacall, el amor de su vida (después de tres matrimonios fallidos) y una sparring aceptable. Para ella, su futura pareja era «el hombre apuesto más feo que había visto nunca». Para él, las cuatro cosas más importantes de la vida eran, según declaró a la revista «Silver Screen», la familia, el cine, la navegación y el ajedrez.

Portada de la revista «Chess Review», con Bogart jugando contra Charles Boyer en presencia de Lauren Bacall

En los años de la Gran Depresión, el actor llegó a ganarse las habichuelas jugando en los parques y en las galerías de la Sexta Avenida, con dinero de por medio. Su primer intento de saltar de Broadway a Hollywood se había topado con los peores años de la crisis y, de vuelta a Nueva York, no encontraba otro trabajo mejor. Luego llegó a ser uno de los directores de la Federación de Estados Unidos de Ajedrez y de la Asociación Estatal de California. Patrocinó torneos y fue maestro de ceremonias en el Segundo Congreso Panamericano, en Los Ángeles.

Con la llegada del senador McCarthy y su cruzada anticomunista, Humphrey fue uno de los más vigilados. Cuenta Vargas que el expediente del FBI dedicado al actor tenía más de cinco centímetros de grosor. Fue uno de los pocos que se atrevieron a defender a los Diez de Hollywood, que acabaron en las infames listas negras de la época.

Como sucede a veces, los investigadores suelen dejarse despistar por lo accesorio. En este caso, las alertas saltaron debido a la afición de Bogie por el ajedrez. Además de jugar en vivo, como todavía no existía internet, le gustaba celebrar partidas por correspondencia. En esos casos, la jugada se envía escrita en unos símbolos que, para un neófito, pueden parecer claves misteriosas. En efecto, agentes del FBI se presentaron en su casa para preguntarle por aquellos signos indescifrables, por si eran el preludio de algún ataque comunista. Bogart les explicó que le gustaba participar en torneos por correspondencia en Europa y Estados Unidos. Las notas interceptadas no suponían ninguna amenaza, salvo para sus rivales en el mejor de los casos.

Bogart y Bacall se casaron en 1945, cuando él tenía 45 años y ella 20. Hugo Vargas incluye una partida jugada entre ambos, seis años después de la boda, prueba circunstancial de que el matrimonio seguía carburando. El autor cuenta numerosas anécdotas, como que la posición que aparece en «Casablanca» (imagen de arriba) corresponde a una defensa francesa, una de las aperturas favoritas del protagonista de la película.

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