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Karjakin gasta su segunda vida y desespera a Carlsen

Karjakin gasta su segunda vida y desespera a Carlsen
Federico Marín Bellón el

La cuarta partida del Mundial de Ajedrez fue, como la anterior, una prueba de resistencia. Magnus Carlsen volvió a quedar con ventaja, pese a jugar con negras, y parecía que esta vez iba a castigar de verdad tanta osadía. «Pensé que ya estaba hecho», confesó el noruego después, «pero obviamente estaba equivocado». Medio campeonato pendía de un hilo, pero a Sergey Karjakin hay que matarlo varias veces, como a los villanos de algunas películas. Es una virtud que no cabe atribuir siempre a la buena suerte, un factor que, aunque existe, no tiene demasiado peso en el ajedrez. Fabiano Caruana, número dos del mundo, opinaba en Twitter que la defensa le había parecido «impresionante». «No todos los días Carlsen falla dos victorias seguidas en posiciones claramente mejores». El segundo maratón seguido acabó en tablas después de 94 jugadas. El campeón, desesperado, prolongó en exceso la lucha, como si con menos de siete horas se quedara con hambre. Puede que anoche en el hotel del noruego se oyeran golpes en la pared. Esperemos que no amanezca con chichones. 

Sergey Karjakin y Magnus Carlsen, en pleno cuerpo a cuerpo. Fotos: Peter Foley / Efe

La pelea empezó bien. Parecía que el aspirante llegaba con ganas de presionar con las piezas blancas. Como para confirmarlo, planteó de nuevo la apertura española, una de las formas más antiguas y eficaces de empezar una partida, y en la sexta jugada hizo una pequeña variación. Podría pensarse que sus analistas habían encontrado un ajuste fino, pero a la hora de la verdad siguió sin inquietar demasiado a las negras. Peor aún: quizá frustrado, en la jugada 18 aceptó entrar en una arriesgada lucha cuerpo a cuerpo y, sorprendido por la respuesta de su rival (Dc6) en la 19 arruinó casi todas sus posibilidades con un movimiento horroroso. Cambió su alfil «español» por un caballo y, como mal añadido, se quedó con un peón en b2 cuyas perspectivas de vida eran miserables.

Tras este triste preámbulo para el aspirante, la lucha entrada de nuevo en la fase favorita de Magnus Carlsen, quien tenía tiempo y espacio para ir incrementando su ventaja. Contra otro rival, todo habría estado decidido, pero a Karjakin se le debe reconocer como mínimo que nunca se rinde. Se avecinaba otra lucha maratoniana, probablemente más larga incluso que la anterior.

Pepe Cuenca, David Antón y David Martínez, tres grandes comentaristas del equipo de Chess24. Me permitieron pasar buena parte de la noche con ellos y comprobar en vivo cómo hacen las retransmisiones. En la foto falta Damaris Abarca (quien tuvo tiempo de destrozarme en un par de partidas rápidas). En las próximas rondas estará además el grandísimo Julio Granda

En este escenario repetido, aunque con los colores cambiados, Carlsen también cometió alguna imprecisión (allegar su peón a f4), que creó cierta confusión entre los grandes maestros, algunos de los cuales empezaron a pensar que el ruso podía escaparse otra vez por la misma rendija. Quizá había encontrado el modo, milagroso, de construir lo que los ajedrecistas llaman una «fortaleza». El propio Magnus afirmó en la rueda de prensa que era algo que no le preocupaba. «No creo en las fortalezas», dijo. En mi carrera he derribado muchas. Pensé: tengo ventaja, ya caerá. Obviamente me equivoqué».

Entretanto, las máquinas estaban bastante desorientadas por segunda partida consecutiva y demostraban su «incapacidad» a la hora de analizar algunos finales. En determinadas posiciones, su increíble velocidad de cálculo no es suficiente. Una persona (formada), es mucho más lenta, pero entiende mejor el ajedrez, puede evaluar las consecuencias de algunas decisiones que los ordenadores no comprenden. En este territorio tan complejo, un gran maestro simplemente tiene más criterio. Nuestra especie posee un largo historial criminal, pero quedan motivos para la esperanza.

Ante el panorama de un segundo drama terminado en tablas, un espectador de Chess24 se preguntaba: ¿Qué consume más mentalmente, desaprovechar dos ocasiones claras o defenderse como un desgraciado tanto tiempo?». Quién sabe. En todo caso, los dos jugadores se han ganado a pulso la jornada de descanso de mañana (hoy, para el público europeo). Karjakin, sin embargo, dejó claro que él se sentía «fantástico», pese a lo mal que lo había pasado y a que pasar de una posición normal a otra peor en solo tres jugadas es «como para pensárselo». Carlsen, por su parte, no mostró signos de desfallecimiento y aseguró que, simplemente, volverá a intentarlo. «Creo firmemente que es mejor atacar que defender y pienso seguir adelante sin pensar demasiado en lo ocurrido».

¿Cómo se recuperan de dos palizas seguidas así?, preguntó un periodista. «Hay tiempo de sobra», aseguró Karjakin, quien anunció que probablemente aprovechará la jornada de descanso «para ir a Central Park» y, desde luego, no para jugar al ajedrez. Carlsen, en cambio, dijo que mañana se sentaría sin problemas «a jugar otras seis horas al ajedrez».

También queda demostrado que el ajedrez tiene una complejidad apasionante. Los mayores especialistas llevan dos días seguidos equivocando sus pronósticos.

 

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