El enfoque del holandés Wei Ji Ma es revolucionario y a la vez muy simple. Siempre se ha apuntado como causa de la supuesta superioridad de los hombres en el ajedrez que hay muchos más jugadores masculinos, pero enseguida se suelen citar otras explicaciones más o menos elaboradas. El profesor de Neurociencia y Psicología en la Universidad de Nueva York desmonta el mito en un artículo apasionante, publicado en ChessBase. No había visto nada igual desde la irrupción de Judit Polgar.
Wei Ji Ma (no confundir con el gran maestro chino Wei Yi) recurre a los números para explicar lo injusto que es comparar dos grupos tan desproporcionados, ajedrecistas y «ajedrecistos», centrándose en los mejores de cada conjunto. Antes, cita algunos artículos, también recogidos por ChessBase, sobre por qué las mujeres «pierden al ajedrez». Yo mismo he escrito algún reportaje sobre el asunto después de entrevistar a varias jugadoras. Dejo un ejemplo:
El profesor holandés considera una mala praxis estadística seguir comparando el nivel de unos y otras a partir de las puntuaciones Elo (que rigen la clasificación mundial) de los mejores representantes de cada grupo.
Para hacer más comprensible su punto de vista para los menos avezados en matemáticas, Wei Ji pone un ejemplo básico: ¿qué ocurre si tenemos dos grupos, uno de diez personas y otro de dos, y a cada individuo se le asigna un número aleatorio entre uno y cien? Si se escoge al individuo con el número más alto del grupo A, le sale una puntuación de 91,4, mientras que en el exiguo grupo B la «nota» es de 67,2. Simplemente, el grupo más numeroso tiene más oportunidades de alcanzar una buena puntuación. La manera justa de comparar ambos grupos, concluye, es utilizar la puntuación media de cada uno, no las más altas.
Experimento indio
Hasta aquí, todo resulta muy claro en el plano teórico, pero Wei Ji además lo comprueba en la práctica. Para ello, agarra las puntuaciones Elo publicadas por la FIDE en octubre de este año. Como campo de pruebas, utiliza los datos de los jugadores y jugadoras de la Federación India, más de 19.000, aunque excluye a los nacidos después del año 2000, porque su puntuación aún no está asentada y es menos fiable.
El resultado sorprenderá a muchos. El número de ajedrecistas masculinos es de 17.899 (93,9%) y el de ajedrecistas femeninas es de solo 1.165 (6,1%). Con el método «clásico», los hombres arrasan, porque el mejor gran maestro es Vishy Anand, con 2753 puntos, mientras que la gran maestro Humpy Koneru «solo» tiene 2586 puntos. La jugadora india ocupa el puesto 15 en la clasificación conjunta y es la única mujer entre los 20 primeros. Si nos quedamos ahí, podemos volver a pensar que las chicas juegan peor al ajedrez.
Pero aquí viene lo bueno: la puntuación media de los hombres es de 1434 puntos, y la de las mujeres, de 1466. ¡Ellas juegan incluso mejor! Al menos en la India. La conclusión de Wei Ji Ma es que al menos entre los jugadores no juveniles de la India, no hay evidencias, salvo la diferencia numérica, que expliquen una posible diferencia de nivel ajedrecístico entre mujeres y hombres.
El artículo de Wei Ji es mucho más extenso y merece la pena leerlo en profundidad. Como colofón, asegura que incluso si con «su método» se hallaran diferencias de género, no habría que atribuirlas a causas biológicas, sino a las «desventajas sistémicas y la amenaza del estereotipo» que sufren las ajedrecistas.
Wei Ji anima a repetir el estudio en otros países y a compartir los resultados. A partir de ahora, las preguntas deberían ser: «¿Por qué (las mejores) mujeres son tan buenas en el ajedrez? y ¿Cómo podemos reducir la brecha de participación entre hombres y mujeres? Se me ocurre que también cabe preguntarnos por qué hay menos mujeres ajedrecistas, que probablemente es el fondo la cuestión.
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