Martin Jacobson empezó la mesa final de las WSOP 2014 en penúltima posición. Solo el brasileño Bruno Politano tenía menos fichas, pero la suerte y un juego de primer nivel le dieron el triunfo del torneo más importante del año. Hicieron falta 328 manos y dos largas sesiones de juego para que este sueco de 27 años se alzara con los 10 millones de dólares y el brazalete de oro del primer premio. No está mal para un joven que quería ser chef en Barcelona.
Según cuentan en ABC News, Jacobson tenía apalabrado un trabajo en un restaurante barcelonés con tres estrellas Michelin que le salió rana. Aquel desengaño culinario lo llevó a centrarse en el póker y supuso el comienzo de una carrera meteórica.
Jacobson nunca había ganado un torneo en vivo, en sus seis años como profesional, pero después de remontar poco a poco se coló entre los tres finalistas y sus opciones se multiplicaron justo en el mejor momento posible. La mala suerte le había jugado demasiadas jugarretas en los últimos años. Cuando eliminó al holandés Jorryt van Hoof, que había sido líder desde que se supo el nombre de los Nueve de Noviembre, el sueco tenía el camino casi libre. Supo dominar el mano a mano final contra el noruego Felix Stephensen, de 23 años, a quien por entonces casi triplicaba en fichas. El duelo entre nórdicos se lo llevó el más veterano.
En la mano final se vio un enfrentamiento entre el As-9 de corazones de Stephensen y la pareja de dieces del sueco, que prácticamente sentenciaba en un flop (las tres primeras cartas comunitarias) que traía otro diez de regalo. Como remarcan en Poker News, Jacobson es uno de los escasos jugadores a lo largo de la historia (Joe Cada fue otro) que gana el Main Event después de haber acabado como líder el primer día de juego.
Su lema en la vida y en el juego es digno de destacar: «La suerte es lo que pasa cuando la preparación se cruza con la oportunidad». Quizá Andoni Larrabe, que terminó sexto el torneo, logre alinear pronto sus planetas.
Poker
