ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

Ucrania (4/4), ¿un nuevo mundo?

Ucrania (4/4), ¿un nuevo mundo?
Reunión BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Praga, República Checa, junio de 2022 (i a d): Xi, Putin, Bolsonaro, Narodi y Ramaphosa.
Jorge Cachinero el

Cambio de era

Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Sergey Lavrov (i), y Viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Etiopía, Demeke Mekonnen, Addis Ababa, 27 de julio de 2022, durante las reuniones preparatorias de la Cumbre Rusia-Unión Africana de noviembre de 2022.

Occidente ha fracasado en su intento de aislar internacionalmente a Rusia.

La reacción de China, de India, de Brasil, de Arabia Saudí, de Egipto, de la mayoría de los países de la Unión Africana (UA) e, incluso, de Turquía, por citar una selección de los más relevantes en todos los continentes, ante la presión de Estados Unidos (EE. UU.) y de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea (UE) para que aislaran a Rusia es bien significativa de que el mundo vive un cambio de era.

Sería ventajista, aunque no, falso, afirmar que Occidente parece hablar hoy en nombre de una minoría de naciones.

Todas las anteriores han sabido resistir los intentos de coacción que han sufrido en los últimos meses por parte de muchos de los gobiernos de esos países occidentales.

La pregunta relevante sería definir si, con motivo del conflicto en Ucrania, el movimiento hacia el surgimiento de un orden mundial multipolar se ha acelerado.

De lo que no parece haber ninguna duda es que el mundo unipolar surgido del colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991, está tambaleándose, sobre todo, porque la Rusia de hoy no sólo no es ya la de finales del siglo XX, sino que, tampoco, ni siquiera, la de 2014, y porque la China de 2022 no es la de hace 20 años.

No lo son ni en lo económico, ni en lo tecnológico, ni en lo militar, ni en la red de intereses diplomáticos cruzados que han tejido en el mundo.

Todo el sistema de relaciones internacionales mundial está sufriendo una profunda transformación que está provocando que el mundo unipolar se haya convertido en cosa del pasado, algo que, por cierto, estaba ocurriendo mucho antes de que se desencadenaran, en febrero de 2022, los acontecimientos de Ucrania.

Así, los nuevos focos de poder en Asia, en África y en Oriente Medio desempeñan un papel cada vez más destacado en la configuración de la agenda mundial y se muestran dispuestos a defender sus intereses y a exigir que éstos sean respetados.

Esta multipolaridad creciente, caracterizada por la aparición de nuevos centros de poder económico y politico, cuestiona la visión del mundo estadounidense, todavía unipolar, es decir, basada en el concepto de EE. UU. como hegemon global.

Ante esta tendencia creciente, Washington está mostrando su interés por preservar los elementos del viejo orden mundial en aparente fase de extinción.

La aparición de esos núcleos de influencia política, con capacidad para llevar a cabo una política exterior independiente y de establecer una cooperación polifacética entre ellos, no encaja en la visión del mundo centrado en torno a EE. UU. y, en consecuencia, aquellos son todos considerados una amenaza potencial para el dominio universal de Washington.

En definitiva, el concepto de unorden mundial basado en reglas, defendido por EE. UU., está siendo retado por otro alternativo de un orden mundial basado en leyes.

¿Una nueva arquitectura de seguridad para Europa?

La historia, desde la desaparición de la URSS, demuestra que la OTAN es una organización ofensiva y no, defensiva.

Su incesante expansión, especialmente, hacia el este de Europa, a pesar de todas las promesas hechas en contrario durante años, ha cambiado fundamentalmente la arquitectura de la seguridad europea.

El bombardeo de Yugoslavia, en 1999, las dos guerras en Irak, en 1991 y en 2003, o la operación contra Muammar Gaddafi en Libia, en 2011, han provocado catástrofes humanas enormes y han roto estructuras nacionales, que no han sido, posteriormente, reconstruidas.

En el caso de Libia, el ataque de la OTAN de 2011 sumió el país en un caos, del que se han aprovechado los grupos internacionales de terroristas yihadistas radicales para extender sus tentáculos hacia el Sahel, de tal forma que Occidente no ha sabido impedir la gestación de la amenaza enorme que, para todo el mundo, allí se ha ido incubando desde hace una década.

Por último, la salida vergonzosa de Afganistán por parte de la OTAN, el verano de 2021, después del comienzo, en 2001, de la Operación Libertad DuraderaOperation Enduring Freedom, en inglés-, liderada por EE. UU. y por el Reino Unido, es otro caso palmario de los fracasos de la OTAN fuera del territorio europeo, después de la desaparición de la Unión Soviética, para cuya contención la Alianza Atlántica se había fundado en 1949.

Europa está llamada al fracaso si pretende crear una arquitectura de seguridad europea que sea fiable y que sea estable sin contar con el país más grande del continente europeo, es decir, Rusia.

Nuevos líderes europeos

Draghi (i), Johnson (d).

No obstante, en estos momentos, es imposible imaginar que, después de lo acontecido en Ucrania, Rusia quiera volver a intentar un acomodo sincero entre los intereses de seguridad suyos con los del resto de Europa.

Europa no parece darse cuenta de que la ruptura de la confianza de Rusia hacia los dirigentes europeos no es pasajera y fácilmente restañable, sino, profunda y de difícil, cuando no, imposible, arreglo.

Da la impresión de que Rusia, a pesar de la profundidad de la componente europea de la naturaleza del alma rusa, ha decidido cortar amarras con el Viejo Continente y apostar decididamente por su viraje hacia el este y hacia el sur para siempre.

Sólo podría imaginarse una vía de intentar recomponer esa relación quebrada entre Europa y Rusia.

Ese camino implicaría que Europa diera a Rusia explicaciones detalladas pertinentes sobre lo sucedido en el este de Europa durante los últimos años y, a continuación, que tuviera mucha paciencia, si el cambio en los comportamientos europeos fuera realmente sincero, para que su actitud nueva fuera constatable y acreditada.

Mientras, en paralelo, se debería producir un cambio generalizado de los líderes políticos del Viejo Continente.

Olaf Scholz, Emmanuel Macron o Ursula von der Leyen están a tiempo de prestar un último servicio en favor del bienestar y de la seguridad de sus nacionales y de los europeos, respectivamente.

 

EconomíaEspañaMundoOtros temasUnión Europea

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes