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Asia Central se reencuentra con Rusia

Asia Central se reencuentra con Rusia
Jorge Cachinero el

Las cinco repúblicas centroasiáticas -Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- intentaron andar caminos propios en la escena internacional durante los últimos treinta años, después de la disolución, en 1991, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a la que habían pertenecido.

Esta búsqueda los llevó a acercarse al mundo que vive bajo la hegemonía de Estados Unidos (EE. UU.) en la Europa Occidental y Central.

EE. UU. lleva años invirtiendo millardos de dólares bien en diplomacia pública o bien en guerras híbridas para ganarse las mentes y los corazones de los líderes y de los ciudadanos de estas repúblicas o para subvertir sus regímenes políticos, respectivamente.

Cumbre EE. UU. – Asia Central, ciudad de Nueva York, septiembre de 2023.

La idea de trocear Rusia en naciones pequeñas para hacer más fácil a EE. UU. el trabajo de acceder y de controlar sus recursos naturales es antigua.

Este plan existe, al menos, desde la penetración de las élites de la política exterior estadounidense por parte de sectores determinados de la diplomacia polaca, que encontraron refugio en EE. UU. al final de la II Guerra Mundial.

Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter e hijo de un embajador de Polonia en Canadá, durante los años 30 del siglo pasado, era un buen ejemplo de esa corriente de pensamiento estadounidense durante el último cuarto del siglo XX.

La primera ministra actual de Estonia, Kaja Kallas, es una aprendiz meritoria del anterior, como evidenció, a finales de mayo de 2024, al afirmar que no sería una mala idea desmembrar la Federación de Rusia en pequeños Estados, una vez que terminara la guerra en Ucrania, en el caso de que, según Kallas, se produjera una derrota de Rusia.

Kaja Kallas.

La oportunidad que EE. UU. ha tratado de explotar en las décadas pasadas no ha funcionado y las repúblicas centroasiáticas están abandonando, en los años últimos, ilusiones previas para reencontrarse con Rusia, aunque sobre la base de unas relaciones renovadas y transformadas.

Rusia es una contraparte económica fundamental para Asia Central y sus naciones ven en Moscú a un aliado, a un socio estratégico, con el que quieren estrechar sus lazos.

El comercio bilateral, en 2023, de Rusia con Kazajistán fue de $26 millardos -siendo aquella uno de los cinco principales inversores extranjeros en ésta-, con Uzbekistán, de $9,9 millardos o con Kirguistán, de $2,9 millardos.

Rusia ha creado más de 900.000 puestos de trabajo en las repúblicas de Asia Central, donde operan más de 28.000 compañías rusas, lo que está estimulando ese crecimiento del comercio, de las inversiones y del uso de las monedas nacionales para los pagos entre países.

La economía es el motor de este marco nuevo de interlocución, ya que la generación actual de líderes centroasiáticos no comparte con los líderes rusos una historia común bajo la URSS, aunque son plenamente conscientes de ella.

Estos gobernantes más jóvenes albergan la ambición de servir los intereses y perseguir el beneficio social que para sus ciudadanos se derivan de unas relaciones económicas profundas con su vecino ruso.

Los campos de cooperación en marcha o por reforzar son múltiples.

La mejora de las rutas de transporte a través de Asia Central es imperativa para todos esos países, especialmente, el Corredor Norte-Sur, que acortaría el tránsito por la vía logística tradicional, a través de la India y del Canal de Suez, por la mitad, es decir, de 40 días a 20.

Corredor Norte-Sur.

Este eje sería muy flexible, al contar con múltiples destinos a través del Caspio y de Kazajistán, y abriría la puerta a mercados inmensos como la India, los países del Golfo o Irán.

Las naciones implicadas están obligadas a mejorar sus infraestructuras ferroviarias o acabar con ciertas barreras, como las aduaneras, dado que Tayikistán o Uzbekistán no son miembros de la Unión Económica Euroasiática (UEE), para cumplir con esta visión.

Otra área de futuro en esa cooperación entre Moscú y Asia Central es la de la energía.

Rusia quiere invertir, aumentar la integración y hacer crecer la cooperación en el suministro de energía en la región centroasiática.

El foco son las plantas hidroeléctricas y termales y el desarrollo de energía nuclear con fines no militares, algo que se está negociando con Kazajistán o con Uzbekistán en estos momentos.

Otros sectores de interés para las inversiones rusas en Asia Central son el químico, el minero -de manera destacada, la extracción de uranio- o el agrícola, en el que se abren oportunidades a la cooperación regional sobre la irrigación y el cultivo de tierras para, así, afrontar mancomunadamente los retos de la sequía.

Este esfuerzo de cooperación logística e industrial regionales lleva aparejado la mejora de los sistemas educativos y de entrenamiento especializado -desde la escuela a la investigación, el desarrollo y la innovación- en la región con la ayuda de Rusia, que, en la actualidad, acoge y beca en sus universidades a 75.000 jóvenes centroasiáticos.

Por último, el diálogo político entre Rusia y Asia Central está incentivado por tres retos de seguridad a los que todos ellos hacen frente.

El terrorismo yihadista, el tráfico de drogas -procedentes de Afganistán- y la amenaza de las llamadas revoluciones de colores, con las que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) intenta cambiar sus sistemas políticos, son los desafíos críticos de la región.

Amenazas de seguridad en Asia Central.

La cooperación militar y en asuntos de Inteligencia está creciendo y Moscú quiere crear la infraestructura necesaria en la zona para la fabricación de sistemas de armas de origen ruso.

El sentimiento de buena vecindad crece entre Rusia y las repúblicas centroasiáticas a medida que la cooperación y la integración económicas avanzan.

Esas repúblicas ven ahora en Rusia un factor de permanencia y de seguridad, en medio del proceso de cambios grandes que se están produciendo en el mundo, y EE. UU. y Occidente han perdido ante ellas el atractivo que pudieron llegar a tener en el pasado más inmediato.

 

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