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Ucrania (2/4), objetivos de Rusia

Ucrania (2/4), objetivos de Rusia
Discurso televisivo de Vladimir Putin anunciando el comienzo de la operación militar en Ucrania, 24 de febrero de 2022
Jorge Cachinero el

Dados los orígenes del conflicto, descritos en la entrega anterior, el 21 de febrero de 2022, la Federación Rusa reconoció a la República Popular de Donetsk (RPD) y a la República Popular de Lugansk (RPL) como estados soberanos e independientes.

A continuación, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dirigió a su nación y al mundo, el 24 de febrero de 2022, en un discurso televisado en el que anunció la decisión de lanzar, en palabras del gobierno ruso, una operación militar especial en Ucrania, a petición de los dirigentes de la RPD y de la RPL, y de conformidad, según el presidente Putin, con el artículo 51 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -que versa sobre el derecho a la “legítima defensa”, según los argumentos expuestos por el embajador ruso ante la Asamblea General (AG) de la ONU de que “(n)o es Rusia la que ha empezado esta guerra, estas operaciones militares las inició Ucrania contra los habitantes de Donbas y contra todos los que no estaban de acuerdo con ella”-, tras contar con la autorización del Consejo de la Asamblea Federal de la Federación Rusa.

En aquel discurso, Putin marcó cuatro objetivos políticos para dicha operación militar.

(1) Desmilitarización de Ucrania.

Carro de combate ucraniano destruido

La desmilitarización de Ucrania está en marcha y se está realizando, desgraciadamente, por la vía de los hechos y de forma metódica y decidida.

Pronto sabremos el alcance del desastre humano que está suponiendo para generaciones de ucranianos el que Estados Unidos (EE. UU.) y sus aliados occidentales hayan decidido combatir en Ucrania hasta la última gota de sangre del último ucraniano.

Las Fuerzas Armadas rusas, junto con las milicias de la RPD y de la RPL, están destruyendo, de forma sistemática, los sistemas, las armas, los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania, los mercenarios extranjeros alistados en éstas y, sin pretenderlo, los instructores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que, desde las líneas de combate, están, en muchos casos, dirigiendo directamente las operaciones militares de sus aliados ucranianos y el armamento suministrado desde los países de la OTAN.

(2) Desnazificación de Ucrania y (3) protección de los civiles de la región del Donbas.

Manifestación con dibujo de Stepan Bandera, colaborador ucraniano de Adolf Hitler, durante la II Guerra Mundial, Kiev, Ucrania, 1 de enero de 2018

Está suficientemente documentado que, después del golpe de Estado en Kiev, en 2014, comenzó en Ucrania una nada disimulada glorificación de grupos colaboradores de los nazis, durante la II Guerra Mundial, como la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) o como el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), que asesinaron a judíos, a romaníes, a polacos, a rusos y a representantes de otros grupos étnicos.

Fracciones con estos mismos nombres -OUN y UPA- se convirtieron en los protagonistas de matanzas de civiles en Ucrania durante los años posteriores al golpe de 2014 y calles y estadios deportivos del país fueron rebautizados con el nombre de ucranianos que habían destacado, en la primera mitad de la década de los 40 del siglo pasado, por ser cómplices de Adolf Hitler, como fue el caso de Stepan Bandera o de Roman Shukhevych.

Además de los dos anteriores, nuevos grupos nazisPravy Sektor, C14, Trizub, Azov, Donbass, Aidar y otros-, surgieron, desde 2014, y han operado en Ucrania sin restricciones, han celebrado marchas nocturnas con antorchas, han aterrorizado a civiles, han bombardeado infraestructuras civiles en la región del Donbas y han cometido todo tipo de crímenes -saqueos, violaciones y asesinatos-.

(4) Eliminación de las amenazas a Rusia desde el territorio ucraniano.

Ejercicios militares conjuntos EE. UU.-Ucrania, territorio de Ucrania, 2017

Rusia ha afirmado que, para conseguir este objetivo, busca reestablecer el estatus de Ucrania como un “Estado neutral, no alineado y no nuclear, es decir, devolver el país a los orígenes de su condición de Estado como se estableció en su Declaración de Soberanía Estatal de 1990.

Sin duda, las palabras de Zelensky, durante la Conferencia de Seguridad de Munich, en febrero de 2022, con las que expresó su aspiración de recuperar las capacidades nucleares, a las que había renunciado Ucrania, tras la firma del Memorándum de Garantías de Seguridad de Budapest, de 1994, entre EE. UU., el Reino Unido y Rusia, habían provocado en Rusia o bien el fin buscado o bien uno inesperado.

Al punto al que ha llegado este conflicto, de naturaleza existencial para Rusia, es difícil imaginar que, en el futuro, Ucrania, o lo que quede de ella, sea otra cosa distinta que un estado neutral, libre de armas nucleares y no alineado y cuyo territorio deje de ser un campo de entrenamiento militar de la OTAN para la disuasión y para la confrontación con Rusia, desde la frontera occidental de ésta, en la que es el origen de una de sus amenazas existenciales más críticas a lo largo de su historia.

Sin embargo, las opiniones dentro de Rusia, de sus dirigentes y de su población, por igual, sobre el futuro de Ucrania se están endureciendo, debido al desarrollo de los acontecimientos durante los últimos siete meses de campaña, en los que el presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, convirtió rápidamente el conflicto militar en Ucrania en una guerra por delegación –proxy war, en inglés- entre Rusia y Occidente, liderado por EE. UU.

Un rápido cese de las hostilidades y un acuerdo de paz, impuesto de acuerdo con las condiciones rusas, en la primavera habrían dejado a Ucrania, menos el Donbas, desmilitarizada y fuera de la OTAN, pero, por lo demás, bajo el actual liderazgo, con su ideología virulentamente antirrusa y su dependencia de Occidente.

No obstante, para las ideas dominantes en Rusia en el momento presente, cualquier solución debe pasar porque el que el Estado ucraniano resultante esté completa y decididamente limpio de ideología ultranacionalista y que éste no sea un peligro claro y presente justo en las fronteras de Rusia y no muy lejos de su capital.

Por ello, Putin añadió un objetivo político adicional a los cuatro anteriores durante su visita a Kaliningrado, el 1 de septiembre de 2022.

(5) Descomunización de Ucrania.

Con este concepto, Putin, de forma caustica, se refiere a la necesidad de liberar a Ucrania, de acuerdo con lo que han manifestado los dirigentes ucranianos durante los últimos años, de su pasado soviético y de la población ucraniana de lengua rusa con lo que, por lo tanto, siguiendo esta lógica ucraniana, abrazada, ahora, de forma irónica, por Putin, habría que retirarle a Ucrania los territorios que le fueron entregados por Lenin, por Stalin y por Khrushchev a la república ucraniana de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), es decir, además del Donbas, todo el sureste de Ucrania, desde Járkov hasta Odesa.

De acuerdo con este razonamiento, Rusia debería hacerse con el control de lo que históricamente, al menos, desde 1764, se conocía, en el Imperio Ruso, como Novorossiya, es decir, la región que hoy ocupa la costa norte del Mar Negro hasta Transnistria.

Gobernación de Novorossiya durante el Imperio Ruso

Para alcanzar ese objetivo, las fuerzas rusas tendrían que hacerse con el control de las regiones de Nikolaev y de Odesa, en el sur, y la de Járkov, en el este.

El siguiente paso para Rusia, en caso de que el gobierno de Ucrania siguiera oponiéndose a buscar una solución pactada al conflicto en curso, sería ampliar el control ruso a toda la Ucrania al este del río Dniéper, incluyendo la ciudad de Kiev, que se encuentra principalmente en su orilla derecha, con lo que el Estado ucraniano se reduciría a las regiones central y occidental actuales del país.

Por último, si, ni tan siquiera así, se resolviera el problema fundamental de que Rusia se viera forzada a convivir con un Estado que buscara constantemente la venganza y que, para ello, fuera utilizado por EE. UU., que es quien lo arma y lo dirige, en el esfuerzo por amenazarla y debilitarla, Rusia podría verse empujada a tomar todo el territorio de Ucrania hasta la frontera con Polonia o a permitir, por razón de economía de recursos, que Polonia absorbiera a Ucrania occidental dentro de alguna forma de entidad política común que, según la Inteligencia exterior rusa, se está ya creando subrepticiamente.

Partición hipotética de Ucrania, según Dmitry Medvedev, expresidente y ex primer ministro de la Federación Rusa y actual subdirector del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, que distribuyó a través de las redes sociales en julio de 2022

El futuro de Ucrania será dictado por el desarrollo de los acontecimientos en el campo de batalla y, por ello, Rusia irá incrementando progresivamente el dial del dolor sobre el gobierno de Ucrania.

Los ataques de precisión rusos, durante la noche del 11 al 12 de septiembre de 2022, que privaron, en menos de dos horas y media, a todo el este de Ucrania de sus estructuras logísticas, ferroviarias y de suministro de energía, de agua, de telefonía y de internet, fueron un anticipo de lo que pudiera estar por venir.

En los próximos días o semanas, el gobierno ruso podría tomar la decisión de actualizar e incrementar, sin llegar a la declaración de guerra o a la movilización consiguiente de la población rusa para ésta, la llamada operación militar especial en desarrollo, que podría pasar a ser considerada como una operación antiterrorista.

Si así fuera, esto otorgaría al gobierno ruso -como sucedió en Chechenia, durante la segunda guerra chechena, entre 2003 y 2009, contra los terroristas islamistas que habían declarado la guerra santa en el Cáucaso septentrional, o en Siria, a partir de 2015, desde la intervención de la Federación Rusa contra el Estado Islámico (EI)– la libertad de actuar directamente contra los dirigentes de dicho supuesto Estado terrorista y poder decapitar, así, al actual liderazgo ucraniano.

Rusia mantuvo la esperanza de poder llegar a un acuerdo con el gobierno de Zelensky hasta el mes de abril de 2022, momento en el que fracasó la iniciativa de paz -en la que Turquía medió, especialmente, con la organización de la reunión entre las partes, en Istanbul- por las presiones insoportables de EE. UU. y del Reino Unido para que Zelensky no aceptara las condiciones que Rusia le presentó y a las que el presidente de Ucrania, inicialmente, mostró su voluntad de asumir.

Los bombardeos rusos de la noche del 11 al 12 de septiembre de 2022 pudieron ser la primera indicación de que al liderazgo de la Federación Rusa se le esté agotando la paciencia y de que haya decidido quitarse los guantes de boxeo para seguir combatiendo.

 

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