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¿Quién está detrás del atentado en Moscú?

¿Quién está detrás del atentado en Moscú?
Jorge Cachinero el

Joseph Biden declaró que “si Rusia invade, si carros de combate o tropas vuelven a cruzar la frontera de Ucrania, no habrá jamás un Nord Stream 2. Terminaremos con él“.

Esta afirmación de Biden fue realizada durante una rueda de prensa oficial, en la Casa Blanca, el 7 de febrero de 2022, en presencia de Olaf Scholz, canciller de Alemania, país que iba a ser el principal perjudicado, junto con el resto de Europa, de que esta amenaza se cumpliera.

Scholz (i), Biden (d), Casa Blanca, Washington, D.C., 7 de febrero de 2022.

Nord Stream 1 y 2 explotaron el 26 de septiembre de 2022.

Seymour Hersh, periodista estadounidense de investigación de renombre internacional, reveló el 8 de febrero de 2023 que, de acuerdo con sus fuentes, el gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) fue el responsable, con la ayuda de Ucrania y, probablemente, de Noruega y de Dinamarca, de aquel acto de sabotaje o de terrorismo internacional.

Victoria Nuland -número tres, y, de forma interina, número dos, del departamento de Estado de EE. UU., hasta su cese el 5 de marzo de 2024- avanzó que a Rusia le esperaban “sorpresas desagradables.

Aquella afirmación de Nuland, realizada el 22 de febrero de 2024, no fue un exabrupto descontrolado de la Cruella de Vil o de la Madeleine Albright de la política exterior estadounidense del primer tercio del siglo XXI.

Nuland leyó esas palabras, que eran parte de una intervención, de tono supuestamente académico, pronunciada en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington, D.C., uno de los centros de pensamiento geoestratégico de la capital de EE. UU.

Nuland, al ingresar (i) y al ser cesada (d) en el departamento de Estado de EE. UU.

Asimismo, el departamento de Estado de EE. UU. advirtió a su personal diplomático, el 7 de marzo de 2024, de que algo peligroso se avecinaba en Rusia y les urgió a mantenerse alejados de “salas de conciertos y de otros lugares públicos”.

Un acto terrorista fue perpetrado en la sala de conciertos Crocus City Hall, en las afueras de Moscú, la noche del 22 de marzo de 2024.

El gobierno estadounidense culpabilizó al Estado Islámico (EI) de forma inmediata, antes de que la investigación de los hechos hubiera comenzado.

EE. UU. utilizó para ello, sin haber realizado comprobaciones exhaustivas, la reivindicación que el EI había hecho sobre su autoría en un sitio de noticias vinculado al mismo.

Donald J. Trump (DJT) acusó, en otoño de 2016, a Obama, Barack, y a Clinton, Hillary, de ser los “fundadores del EI”, organización creada para derrocar a Assad, presidente de Siria.

Obama.

DJT, en cambio, dio la orden, durante su presidencia, de liquidar al líder del EI, al-Baghdadi, el 27 de octubre de 2019.

Los portavoces estadounidenses declararon, la noche del 22 de marzo de 2024, con el mismo, si no, superior, empeño que Ucrania no estaba vinculada de ninguna manera al acto de terror en Moscú, a pesar de que nadie les hubiera preguntado sobre ello.

El Estado Islámico-Khorasan (EI-K) se atribuyó la masacre del Crocus City Hall a continuación.

Khorasan -Jorasán, en español- es una región transfronteriza que engloba un conjunto de provincias al norte de Afganistán, al sur de Turkmenistán y al noreste de Irán.

El EI-K no ha actuado, desde su fundación, fuera de los límites territoriales de Afganistán o de Pakistán, países donde ha llevado a cabo la mayoría de sus acciones terroristas, con la excepción de dos ataques, hace años, en Tayikistán, de uno, en Uzbekistán y de uno, en Irán.

Región de Jorasán.

El gobierno de Ucrania es el único del mundo que ha sugerido que la atrocidad de Crocus City Hall fue una operación de los servicios secretos de Rusia, que habría sido ejecutada para facilitar un mayor endurecimiento del régimen político ruso y para desplegar una nueva ola de movilización militar en su guerra contra Ucrania.

Los hechos que se conocen, por el momento, cuestionan todas estas versiones.

Los cuatro terroristas que perpetraron el ataque de Moscú son tayikos, aunque uno posee pasaporte ucraniano y ha servido en el ejército de Ucrania.

Otros dos estuvieron en Estambul durante los días últimos de febrero y primeros de marzo y la salida y la llegada de uno de éstos, a través del aeropuerto de Moscú, quedaron grabadas en vídeo.

Se sabe en qué hoteles se alojaron estos dos individuos en Estambul y uno de ellos publicó selfies y fotos que se hizo allí, aunque aún no está claro con quién se reunieron en Turquía.

Estos dos terroristas regresaron a Moscú para perpetrar el atentado terrorista el 8 de marzo, día internacional de las mujeres, una fecha señalada en el calendario ruso.

Sin embargo, la misión terrorista se aplazó hasta una semana después de las elecciones presidenciales rusas, al comprobar que la seguridad para esos acontecimientos era demasiado estricta.

Los cuatro autores materiales de la matanza abandonaron sus armas, cuya munición no fue utilizada completamente, en el Crocus City Hall, tras cometer su crimen, y se dirigieron hacia la frontera con Ucrania, donde, según la seguridad rusa, eran esperados al otro lado, en el mismo coche Renault blanco con el que habían llegado al centro comercial.

La experiencia de las últimas décadas muestra un patrón de conducta por el cual los terroristas yihadistas no suelen acudir a ejecutar sus matanzas con billetes de ida y vuelta, ya que lo hacen sólo con pasajes de ida, dado que son mártires, están adoctrinados para ser dispuestos a inmolarse, a cambio de que se cumplan las promesas del paraíso eterno y del recibimiento por 72 vírgenes en destino.

Los terroristas de Crocus City Hall no actuaron así, ya que no vaciaron los cargadores de sus armas, no se atrincheraron en el edificio con rehenes y no hicieron públicas demandas o peticiones.

Estos sujetos entraron en el inmueble, asesinaron durante un tiempo a las personas que encontraron en su camino, prendieron fuego al centro -la mayoría de las víctimas lo han sido por intoxicación o por quemaduras-, como maniobra de diversión para las fuerzas de emergencia y de seguridad, en una noche de viernes en la que las carreteras que circunvalan Moscú suelen estar atascadas, y salieron a toda velocidad del lugar.

La operación estuvo bien preparada.

La recluta de los asesinos, los almacenamientos de armas y de munición y su colocación previa a su uso, en Moscú y en la frontera de Ucrania, el alojamiento, el pago por adelantado a los tiradores -500.000 rublos, unos $5.500-, la compra del coche utilizado, las comunicaciones dentro del grupo y con el equipo de apoyo y la salida sin ser detectados entre la multitud que escapaba del edificio muestran una organización de meses.

Otras siete personas han sido detenidas, con quienes los cuatro asesinos se comunicaban por Telegram, cuyos hilos dirigirán a los investigadores hacia los clientes finales de esta operación.

La ruta de escape escogida por los terroristas fue hacia Ucrania, ya que, como han confesado a las autoridades rusas, allí “tenían contactos.

Su interceptación por las fuerzas de seguridad rusas se realizó a 100 km. de distancia de la frontera ucraniana, en la autopista E101, a unos siete kilómetros al sur del cruce P-120, al este de la ciudad de Bryansk.

Ruta de huida hacia Ucrania.

La detención no se produjo tras una persecución a uña de caballo.

La huida fue rastreada por la seguridad rusa que estaba siguiendo en tiempo real las comunicaciones telefónicas y las redes sociales de los hombres armados en el interior del vehículo, quienes fueron capturados minutos antes de llegar a ese cruce, después de que revelaran que su destino era Ucrania.

Si el grupo hubiera planeado dirigirse a Bielorrusia, habrían girado a la derecha, siguiendo la carretera circular sur, alrededor de Bryansk, y luego habrían virado a la izquierda por la A-240 hacia la frontera bielorrusa, a unos 100 km. al suroeste.

Los hombres condujeron hacia el sur y, en la autopista cerca de Khatsun, trataron de saltarse un control de seguridad en la carretera, cuando debían pensar que estaban cerca de encontrarse con sus cómplices, quienes, según les habían prometido, les guiarían hasta un lugar seguro para cruzar la frontera ucraniana y hasta el pago de la segunda mitad de sus honorarios.

El coche volcó, uno de los asesinos quedó herido dentro del mismo y los otros tres emprendieron una huida desesperada a través de los bosques helados de la zona, sin utilizar las armas que habían recogido en un segundo punto de almacenamiento dispuesto para ellos.

De nuevo, no hubo ni resistencia, ni martirio.

Al contrario, lo que ha quedado de esos momentos son grabaciones breves en las que el comportamiento de esos hombres, tras la captura, en el hospital o ante los tribunales de justicia, es una mezcla de histeria y de un miedo animal instintivo a morir y una disposición a contar todo lo que saben, a llorar y a suplicar por sus vidas.

Todo fue realizado por dinero, muy poco, si es que pudiera ponérsele precio a la vida de los seres humanos, y sin ninguna inclinación al sacrificio por razones religiosas.

Si Moscú concluyera que el ataque fue concebido, planeado y organizado por los ucranianos -GUR, la agencia de inteligencia militar-, los dirigentes de esta organización no sólo pasarían a ser objetivoslegítimos“, sino, prioritarios para Rusia.

Budanov, jefe de la Inteligencia militar ucraniana.

Asimismo, la “garantía” que Putin dio a líderes extranjeros -incluido el entonces primer ministro de Israel, Naftali Bennett- de que Rusia no atacaría a Zelensky se daría por extinguida, dado que un ataque de tal gravedad habría requerido la aprobación del presidente ucraniano.

Si así fuera, Moscú dejaría nula y sin efecto una de sus restricciones autoimpuestas más importantes desde que comenzó la Operación Militar Especial (OME) en Ucrania, a saber, la de no tocar a los altos dirigentes de Kiev.

Si los resultados de la investigación confirmaran que, además de Ucrania, EE. UU. o Reino Unido estuvieron en la preparación de la masacre de Crocus City Hall, los objetivos de guerra de Rusia se ampliarían y el conflicto se intensificaría.

Las advertencias de Rusia de atacar aeropuertos en países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), si son utilizados por la Fuerza Aérea de Ucrania, o cualquier contingente de tropas de la OTAN que pueda ser enviado a Ucrania pasarían a ser prioridades operativas del planeamiento militar ruso.

El liderazgo ruso podría presentar a Ucrania un ultimátum tajante.

Este requerimiento exigiría la retirada de las tropas ucranianas del territorio ruso actual, es decir, incluyendo las cuatro regiones de Novorossiya que se adhirieron a Rusia -Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Luhansk-, y la rendición voluntaria de las regiones de Járkov, de Nikolaev y de Odessa.

Novorossiya 2024.

En caso de una negativa, Moscú declararía la guerra a Kiev y se abrirían las puertas del infierno para Ucrania, a menos que Washington decidiera que todo ha ido demasiado lejos y que lo que está ocurriendo es demasiado peligroso.

La guerra en Ucrania o la posición dominante de EE. UU. en Europa no son de naturaleza existencial para Washington, al contrario de lo que ambas significan para Moscú.

 

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