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La prioridad de Turquía en Próximo Oriente es la reelección de Erdogan

La prioridad de Turquía en Próximo Oriente es la reelección de Erdogan
Recep Erdogan
Jorge Cachinero el

El 18 de junio de 2023 se celebrarán las próximas elecciones presidenciales en Turquía.

En estos momentos, la prioridad número uno de Recep Erdogan es, obviamente, obtener su reelección y, para ello, su agenda política, tanto la doméstica como la exterior, está subordinada a dicho objetivo.

Erdogan está persuadido de que, para ganar esas elecciones, debe arreglar la economía del país y una de las vías para alcanzar ese fin es reducir las ambiciones de su política exterior, al menos, hasta el verano de 2023, ya que ésta se ha convertido en el factor de riesgo crítico para el futuro de la economía turca.

La actitud de Turquía hacia el Próximo Oriente, por tanto, está en pleno proceso de recalibración.

Así debe interpretarse la ofensiva de encanto turca en esa región pues la relación de Turquía con sus socios en el Levante es decisiva para garantizar la recuperación de la economía turca.

Esa interlocución es relevante, especialmente, en una encrucijada retadora para Turquía como la presente porque, por una parte, el Foro del Gas del Mediterráneo Oriental –East Mediterranean Gas Forum (EMGF), en inglés-, creado en octubre de 2018, con el propósito de formar un mercado regional competitivo del gas, ha excluido a Turquía -sus miembros actuales son Chipre, Egipto, Francia, Grecia, Israel, Italia, Jordania y la Autoridad palestina- y, por otro lado, quiere protegerse, buscando nuevos aliados, de cualquier contingencia que pueda surgir del conflicto en marcha entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Ucrania.

Asimismo, el Próximo Oriente es una región en proceso de cambios profundos y Biden y su equipo no hacen más que generar inquietud entre los principales actores estatales de la zona.

Para empezar, el Cercano Oriente está saliendo de una década dominada por el marco y por el impacto de la llamada primavera árabe y comienzan a delinearse los perfiles nuevos que definirán el entorno futuro, que, con toda probabilidad, estará más focalizado alrededor de las políticas internas de los Estados que, de sus aspiraciones regionales.

Turquía está ya trabajando en proyectar su visión turco-céntrica a su vecindad más cercana.

1.- Por ejemplo, después de 7 años de proximidad muy estrecha con Irán, Turquía apuesta por una relación con Teherán que será visiblemente más distante a medida que las áreas de confrontación entre ambas y la tensión consiguiente vayan creciendo.

2.- El asunto central a esta fricción creciente es Irak, país en el que se manifiesta la rivalidad en aumento entre los dos países, ya que ambos han optado por facciones contrapuestas en la formación del gobierno iraquí nuevo y, además, están apoyando actores distintos en el Kurdistán iraquí, donde Irán está cultivando al Partido de los Trabajadores de Kurdistán –Partiya Karkerên Kurdistan (PKK), en kurdo, ubicado en las zonas montañosas de mayoría kurda en el sudeste de Turquía y en el norte de Irak-, que es considerado un grupo terrorista por el gobierno de Ankara.

PKK

3.- En el caso de la relación ruso-turca, por mucho que Ankara quiera estar abierto a opciones y no vaya a obviar su inclinación hacia Occidente, como miembro de la OTAN que es, Turquía no sólo no impondrá sanciones económicas a Rusia, ni cortará relaciones con ella, porque esa decisión sería muy costosa para Erdogan, sino que Ankara estrechará su cercanía con Moscú, dados los asuntos y los territorios numerosos en los que Rusia podría infligir daño a Turquía -Libia, Siria, el nuevo centro de suministro de gas ruso propuesto por Vladimir Putin a Erdogan y otros-, sin necesidad de provocar la aplicación de las garantías de seguridad colectivas de la Alianza Atlántica.

Erdogan (i), Putin (d), Sochi, Rusia, 22 de octubre de 2019.

En definitiva, para Erdogan, la política exterior de Turquía siempre ha estado enfocada a consolidar y monopolizar su poder interno.

1.- En 2011, la agenda de reformas que Turquía había pactado con la Unión Europea (UE) fue utilizada por Erdogan contra sus rivales políticos para penetrar y para cooptar las instituciones nacionales turcas.

2.- Desde 2011, Erdogan utilizó la guerra civil siria, no, sin problemas y sin errores, para avanzar sus objetivos políticos internos, especialmente, la consolidación de su poder dentro del país, ya que aquel conflicto le sirvió para neutralizar y para marginar a la Fuerzas Armadas turcas.

A/ Al comienzo de la guerra en Siria, Erdogan apoyó el derrocamiento de Basher al-Assad -“un régimen sin Dios”, como llegó a calificarlo- sólo porque, en esos momentos, estaba intentando atraerse a los grupos políticos más conservadores del país, ante los que se presentaba como el líder de la Umma, es decir, la comunidad formada por todos los musulmanes, para establecer una Presidencia con poderes ejecutivos y muy centralizados.

B/ Cuando, en 2015, ese proyecto de política interna fracasó, al perder el partido de Erdogan, en las elecciones de aquel año, su mayoría parlamentaria, el presidente turco dio un giro para aliarse internamente con los partidos turco-nacionalistas para lo que tuvo que virar, de nuevo, su política exterior, especialmente, en relación con Siria, y, de defender el derribo del régimen de Assad, pasó a reencarnarse en el líder que iba a reducir la influencia kurda en aquel país.

Erdogan hizo de los kurdos sus rivales más odiados y se sirvió del gobierno sirio de Assad para criminalizar a la oposición kurda dentro de Turquía.

C/ En estos momentos, a menos de un año de las elecciones presidenciales de 2023, Erdogan ha vuelto a modificar su posición sobre Siria.

Dado que Erdogan está persuadido de que la economía es la prioridad para su reelección, los refugiados sirios en Turquía son su nuevo enemigo político interno, ya que, según Erdogan, su mantenimiento se ha convertido en una carga financiera inasumible para los turcos y, así, justifica la presencia turca en el Idlib sirio como una obligación para evitar, en el caso de que el gobierno sirio se hiciera cargo de esa región, una oleada nueva y masiva de refugiados hacia Turquía, lo que sería un escenario de pesadilla para Erdogan en vísperas electorales.

La economía doméstica es, por tanto, el eje vertebrador de la política exterior de Turquía en el Próximo Oriente hasta que, por lo menos, pasen las elecciones presidenciales de 2023.

  • Turquía se está acercando a las potenciales regionales de la zona para poner en valor sus destinos turísticos, por una parte, y para hacer atractiva la propuesta de valor de las compañías turcas de construcción de infraestructuras, por otro lado, cuyas cuentas de resultados no son sólo dependientes de los contratos que puedan obtener en los mercados occidentales.
Playa Konyaaltı, Anatolia.
  • Erdogan aprovechará el tiempo que queda antes de las elecciones de junio de 2023 para reforzar y proyectar hacia la población turca su visión del mundo como uno que es más grande que el de los P5 -los cinco miembros del Consejo de Seguridad (CS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es decir, China, Estados Unidos (EE. UU.), la Federación Rusa, Francia y el Reino Unido- y como uno en el que Turquía no se siente obligada a pertenecer a ningún bloque porque Turquía cree ser y pertenecer, por y en sí misma, al suyo propio.

Los próximos meses serán un periodo de consolidación de su régimen político y de su seguridad estatal frente a las incertidumbres que pueda generar la situación económica interna, que Erdogan cree que es el único riesgo para su supervivencia política en junio de 2023.

 

 

 

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