Irán y Rusia, la visión desde Teherán

NB: Una versión distinta de este artículo fue publicada anteriormente en El Economista con un título diferente.

Las relaciones bilaterales entre la República Islámica de Irán y la Federación Rusa están profundizándose desde el comienzo, el 24 de febrero de 2022, de la guerra provocada por Estados Unidos (EE. UU.) y por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Rusia en Ucrania.

Teherán, desde entonces, ha mostrado un fuerte apoyo hacia Rusia, aún sabiendas de los riesgos internos y externos que esta apuesta lleva aparejados.

Las razones de esa decisión del gobierno iraní tienen que ver con las oportunidades nuevas, que, en su opinión, se le abren.

En la esfera de la política, las más altas instituciones de Irán están respaldando y justificando los argumentos esgrimidos por Rusia para hacer valer sus prioridades de seguridad en Europa.

Teherán piensa y afirma que, si Occidente hubiera escuchado activamente a las preocupaciones de seguridad de Rusia y a sus ideas sobre el futuro de la arquitectura de seguridad de Europa en diciembre de 2021, hoy no habría una guerra en Ucrania.

Asimismo, Irán ha asumido los acontecimientos que se están desarrollando en torno a Ucrania para convertir lo militar en el dominio más importante de una relación bilateral con Rusia que se ha renovado y se ha reforzado.

Irán comparte con Rusia el desasosiego por la expansión de EE. UU. y de la OTAN hacia el este, ya que, en su caso particular, no es aceptable que los estadounidenses se acerquen al Cáucaso y al Mar Caspio.

Todo ello es especialmente inquietante en un momento esperanzador para los iraníes, dado que han fructificado las negociaciones discretas que Irán ha estado manteniendo, desde hace tiempo, con su archirrival regional, Arabia Saudí.

En efecto, el acuerdo, mediado por China y anunciado en Pekín, el 10 de marzo de 2023, ha propiciado que Arabia Saudí e Irán restablezcan relaciones diplomáticas, que reabran sus embajadas respectivas antes de mitad de mayo y que intenten sostener, entre ambas potencias, el cese al fuego en la guerra civil en Yemen.

No obstante, Teherán es bien consciente de que, dada la magnitud del conflicto entre las grandes potencias globales en Ucrania, es difícil imaginar cualquier tipo de progreso en las conversaciones para la renovación del acuerdo nuclear, ya que la guerra en el este de Europa no está ayudando a Irán a resolver este asunto crucial para su país.

La manifestación de las dificultades que este conflicto le plantea a Irán es que sus gobernantes están persuadidos, o así lo expresan, de que las protestas populares que están teniendo lugar en muchas de sus ciudades contra el gobierno están siendo instigadas por el Reino Unido, por Francia y por Alemania, países a los que se acusa de forma específica, dada la posición de Irán sobre la guerra de Ucrania.

Sin embargo, el gobierno iraní cree que la actual crisis internacional y regional está empujando a Rusia y a Irán a acercarse por una cuestión de oportunidad y de necesidad, más que por sus propios intereses comunes.

El gobierno de Irán cree que Rusia puede ser de gran utilidad para:

• impedir el interés de la OTAN por acercarse e, incluso, extenderse hacia el Asia Occidental,
• contener a Israel en su animosidad hacia el régimen iraní y
• ayudarle a cultivar y hacer crecer por necesidad sus relaciones bilaterales con China y con India, respectivamente.

En Teherán se siente que esta ocasión es la primera en la que Rusia necesita a Irán, no, al revés.

Irán está dispuesta a aprovechar la oportunidad que le brinda la guerra en Ucrania y está motivada para fortalecer su colaboración y sus relaciones bilaterales con Moscú.

El corredor logístico y ferroviario Norte-Sur, entre Rusia e Irán, es una oportunidad de oro para ambos países para hacer realidad esta aspiración.