Tras haber acreditado logros reales en la vida institucional impugnando ante el Tribunal Constitucional algunos de los atropellos políticos de los últimos años (desde el 1-0 de 2017, cuando despegan), Vox retoma algunas cosas en el festival Viva21. Allí se vio a Macarena Olona bailarse un ‘Macarena’ cuando ya se había marcado unos cuantos ante el TC: Dale al recurso alegría, Macarena.
A la gente de Vox le gustó la fiesta. Como dirían los Rolling, I know is only populism, but I like it… Y Vox puede que haya conseguido algo con la fiesta, devolver algo, despertar algo un poco dormido u oxidado por la vida institucional.
Vox creció como un movimiento y se estaba haciendo demasiado partido; los partidos hacen aburridos congresos, véase el último del PP. Vox pasa del congreso y de las ponencias y hace una fiesta: del congreso a la fiesta, retornando el partido al movimiento. Es como si con ese gran sarao festivalero, que al español le encanta (el FIB, las ferias medievales, las ferias de embutidos y alimentos… ¡lo que nos gusta una carpa!) Vox adopta la feria política y hace un mitin-fiesta y el partido vuelve a ser partido-movimiento. Se reintegra así, se devuelve algo.
Con ese plus que da el populismo recuperado, con esa distinción del entusiasmo frente al partido clásico, Vox añadió ayer un par de cosas más (por lo que he podido ver, disculpen si ignoro muchas).
Una es la nota regional, los gigantes y cabezudos, los coros y danzas. Otra fue el discurso de Abascal, muy relacionado con lo anterior.
Abascal usó mucho el término ‘patria’. Se refirió menos a la nación y más a la patria, menos a los elementos políticos e ideológicos del primer concepto para recuperar el haz (haz, ¿he dicho haz?) de referencias que incorpora la patria: lo cultural diverso, lo sentimental-personal, lo integrador, el patriotismo que de ella se predica como virtud, una virtud hacia los padres, hacia los hijos y hacia los demás, en solidaridad contemporánea…
Este énfasis en la patria consiguió otra integración (partido-movimiento, mitin-fiesta…): patria es un concepto que enlaza dos flancos ya en plano de igualdad, ya desarrollados por igual en Vox. Por un lado, la patria es lo que oponer al separatismo; por otro, la patria es lo que oponer a “la tabla rasa” del globalismo. Vox ya no está cojo, ha completado un discurso. Esta referencia al globalismo, apuntada en el discurso de Abascal en la moción de censura, se integra como otra pata más del discurso. ¿Qué ha pasado desde entonces? Es posible que el Covid, las respuestas políticas a la pandemia, la Agenda 2030, los efectos censores de las Big Tech o las disposiciones mundialistas sobre energía, comercio o ecología, hayan empezado a notarse demasiado en este tiempo. Lo que hace poco era cosa de “friquis”, discurso excéntrico, empieza a calar entre la gente. Se oye en la calle, está en los chats…
La patria, recuperada en un acto festivo, en las carpas provinciales (que son las carpas eternas de nuestras fiestas, de las casas regionales, de los productos de la tierra… ¡feria de la patria! ¡Feria no del libro, sino de la patria!) esa patria sirve a la vez para oponerse a la disgregación autonomista del país y a su difuminación por arriba…
Se coloca en el núcleo de Vox. Se recuerda que está en el núcleo: la patria contra el deshilachamiento por abajo, territorial, y por arriba, global, integrando, formando por aleación de materiales, un discurso que igual contesta a Urkullu que a Biden…
La feria de Vox fue una feria patriótica que sacó brillo al poco polémico concepto de patria (no es ‘nación’), y que lo ensambló en dos discursos, uno muy desarrollado (unidad de la patria) y otro, menos escuchado, aun balbuciente, frente al globalismo, proyectado en la hispanidad y la defensa de nuestra historia frente a las leyendas negras.
Los discursos económicos, políticos, administrativos, territoriales, internacionales, de seguridad y culturales de Vox se intersectan en la patria.
La fiesta le devolvió al populismo, citando incluso a Trump: el MAGA se hace orgulloso y poco disimulado HEGO: Hacer a España Grande Otra vez.
Discurso HEGO, fiesta-mitin, partido-movimiento y el concepto patria colocado en el eje infinito de lo local-global, como respuesta reconocible, única, directa para los desafíos internos y externos.
La patria se proyecta hasta la cara de Biden desde lo más íntimo: el pueblo, la comarca, la tierra… y por eso Abascal fue recibido por un aurresku. La patria lo abarca todo, lo abraza todo, es políticamente integradora, es regionalismo y pluralidad sin autonomismo (¡el autonomismo, ladrón de patria, segmentador de patria!) y se proyecta en el tiempo y el espacio tanto como lo hiciera alguna vez la historia. No hay mucho que reprochar, ¿o sí? ¿serán capaces? Pero el concepto está ahí, sobre la mesa, vibrante para algunos, arcaico para otros, pero ya claramente desarrollado en una arquitectura de políticas.
¿Cómo superar la acepción negativa de nación que impide el ‘nationalism’ americano? Con la Patria, que recoge, como en un capaz de recogedor de setas, todos los matices de la tierra, todas las peculiaridades del país, todas las riquezas, todas las expresiones de la pluralidad española…
(Aquí se pierden algunos aspectos politicos, muy importantes, pero se ganan otros y se redimensiona y da coherencia al discurso. Vox se flexiona hacia lo diverso, sin ningún problema, con el gran paraguas rojigualdo de lo hispánico)
Tras la oxidación y entumecimiento institucional, donde pese a los éxitos de Olona y cía. siempre parece que Vox juega en campo ajeno, la fiesta aglutinó, sumó y redondeo comunicación, naturaleza y discurso y dejó la patria como realidad viva en ese aurresku bailado ante a Abascal, que habrá gozado, seguro, como siempre, haciendo rabiar al PNV.
¿Qué era eso tan vasco, tan propiamente vasco, vivo en esa pirueta tensa y ese sonido sentimental, que emocionaba a todos los allí presentes, con una mezcla de orgullo, reconocimiento y reverencia?
¡La patria!