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Las chapas Errejón

Las chapas Errejón
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Errejón, filón político vivo, Ozores consumado de nuestro aburrido chau-chau, parió otro tuit glorioso estos días. Enlazó el vídeo de un actor siendo entrevistado por los nada inocentes micrófonos de la Ser (¡nos ponemos en guardia al ver esas alcachofas!) y lo tituló como “dos minutos, brutalmente honestos, que hacen pensar”.
Tiene gracia porque “brutalmente honesto” es como Galeano definió a Maradona y el vídeo mostraba el parlamento reflexivo y autoindagatorio de un actor que ha descubierto una cosa terrible de él mismo.
El actor, cuyo nombre ignoro, pero al que respeto, faltaría más, hacía una confesión. Iniciaba un rito actual, rendirse al Feminato cultural anunciando su mácula: no, no soy aun lo suficientemente bueno. He hecho progresos, soy un chico majo y comprometido, pero dentro de mí… dentro de mí aun late una bestia que no sé de dónde viene.
En esto, que parece un rito de entrada (actor guapo y varonil y que seguramente haga ese tipo de papeles reconoce, para no ser menos, su culpa originaria y su pecado) hay también una importante coquetería no dicha. En un momento de la entrevista dice: “Dentro de mí todavía hay un tío que puede hacer daño…”. Hum. Esto me recordó al pedazo-de-tío-ahí de El Fary. El actor, tras asumir el marco cultural y su culpa, tras decirse majo y haber emprendido el camino de autosuperación, reconoce, deja ahí, hace saber que dentro de él ruge la bestia. Late el tiarrón. Enjaulado como un maciste con grilletes (hummm), se agita Espartaco, indómito y cazurro, quizás sudoroso (seguro que sin depilar).
El actor, en una confesión “brutal”, se reconoce limpio, duchado, oloroso a progrez, pero por dentro… ¡macho y muy macho!
He iniciado el proceso, comulgo y me confieso ante la curita serenil, pero mucho ojo, ahí lo dejo, la bestia habita en mí, viene a decir.
Esto es curioso, porque venimos de una época en la que se dudaba del hombre. Se dudaba de que el hombre pudiera tener los niveles básicos de testosterona. Éramos ya una piltrafilla hormonal, una cosa apalizable y flácida y ahora surge un nuevo hombre que ha encontrado en su interior esa bestia parda macha y lucha con ella (“se tambalea”, incluso, dice el actor). Éramos una cosa fofa, pero estos hombres “comprometidos” son viriles en la lucha consigo mismos, en la lucha civil de sus entrañas, debatiéndose a la grecorromana con ese macho “que viene de siglos”, con el troglodita. La fuerza oscura. Como el hijo de Darth Vader luchando con su oscuridad, como Adam Driver, no por casualidad, pulido y ultramajísimo por fuera, pero misterioso, volcánico, complejo y primario por dentro, un universo de fuerzas contrapuestas que domar con cultura y largas sesiones de buen sexo (se cansa uno solo con escribirlo). ¡Todos son Adam Driver! ¡El desconcertante Adam Driver!
¿Y qué mujer ha de dejar pasar por alto que, hum, debajo de ese discurso aceptable ruge la bestia?

La presentadora le hizo al actor una de esas preguntas propias del universo Gran Vía, que se hacen con un gesto característico, con una mano un poco abierta, como si se estuviera valorando un melocotón. El gesto apresa-conceptos y el actor pudo hacer eso tan magnífico que es mirar al infinito para hablar de sí mismo. Dijo entonces una palabra que no es una palabra cualquiera, dijo la palabra “antropológico” que es (¡ahí lo vimos!) la señal errejónica. Antropológico debe de ser para Errejón como el austrohúngaro para Berlanga. Una palabra que suelta en todas sus divagaciones ante el bello sexo. Entendimos ahí perfectamente por qué le gusta tanto a Errejón este vídeo. ¡Es de su escuela! Se parece mucho a lo que uno espera que diga Errejón. Es una chapa errejónica, al más puro estilo errejónico, que va forjando un discurso que aúna lo político y lo seductor. Es, en cierto modo, nuestro Gramsci, lo que nos debe ayudar a conquistar el polvo ya que no el poder.
Es un político muy útil para los hombres porque todo lo que defiende es, digamos, aprovechable a efectos del ligue. Todo es, en cierto modo, políticamente relevante para vender la burra. Errejón ha cincelado, pillo magnífico, un discurso que sin discutir la hegemonía del feminato kultural (ahí se ve lo inteligente que es), lo aprovecha para su lucha personal eroticopolítica.
Seguro que no es suficiente. Seguro que muchas le niegan la categoría de “aliado”, pero con ese discurso se va situando, va haciendo camino, porque es un discurso construido para la mujer, conformado con materiales muy serios para la mujer de hoy en día. Hay mucho análisis ahí. Mucho libro y mucha barra. ¡Más Madrid! Sí, mucho más. Han encontrado, y hay que aplaudir, un segmencito, un nicho, un resquicio para prosperar hábilmente en la política como en los bares: sin dejar de ser correcto, se presume de macho. Cuanto más macho, más concienciado. EL macho no se ha ido, al contrario, ha reaparecido en la conversación y es más bestia que nunca:

-¿Cuánto estás luchando?
-Mucho…
-¿Tan fiera es esa parte oscura de ti?
-No lo sabes bien. Fíjate que me tambaleo y todo.
-¿Y cómo? ¿Cómo es de fiera? Cuéntame más…

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