ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Columnas sin fuste por hughes

Estar ayuso

Estar ayuso
La portada de El Mundo
hughes el

Con sus asombrosas fotos de hoy (diario El Mundo), Isabel Díaz Ayuso ha coronado la semana. Había dudas de si podría (estamos a domingo) acabarla como “la mala”, o la dueña de los memes, y sí, lo ha conseguido.
La portada es un error que arroja serias dudas, no sobre su capacidad para dirigir la Comunidad de Madrid, sino sobre su capacidad para regirse en ciertos asuntos básicos que tienen que ver con ella misma.
Tener que explicar hasta qué punto es inapropiado exteriorizar el dolor (exteriorizarlo hasta los límites de la representación) es ocioso y desalentador.
El beneficio para el gobierno es claro. La decisión de evitar el luto, de demorarlo, ese no-luto oficial con el que Sánchez ocultó muertos, dolor y desgarro en las semanas más duras ahora casi parece, por comparación, una política elegante. Ya era un cierto exceso la explotación de la lágrima, pero si había dudas al respecto, su pathos, el pathos Ayuso, ha terminado por despejarlas.
La portada me ha hecho recordar lo que contaba Valdano de Raúl cuando debutó. Una de las cosas que le tuvo que enseñar fue a decir que no. Raúl tenía 17 años y dejándose llevar por la prensa acabó subiéndose a un elefante para una sesión de fotos. La portada de Marca fue espectacular (como lo es la de EM), pero no era la imagen conveniente.

Ayuso ha dado con su patetismo de actriz de cine mudo una excusa a la superioridad moral de la izquierda mediática y política, que necesita de pocas excusas y estaba ya muy necesitada de ellas.
Incluso si las fotos no fueran el delirio que son, ¿no se hace demasiadas fotos Ayuso? No comparto el triunfalismo peperófilo con la gestión del coronavirus en Madrid. Es una de las regiones más azotadas del mundo y cuesta entender cuál es el éxito del que estar tan orgullosos. Ha habido estas semanas un culto neochurchilliano a Ayuso y Almeida, apuntalado con la imagen del hiperactivo Casado. En estas cosas el objetivo es tanto subrayar su liderazgo como seguir bloqueando la evolución natural de Vox, labor en la que gran parte del mundo peperófilo ha estado ocupada con los sucesivos mantras del “centroerecha” y del “voto útil”.
Sí, desde luego que es útil. Para empezar, es bastante útil al PSOE (bastón, hermano lelo) y también para el centrismo, que lo recoloniza con su contorsionismo parasitario. Es la forma política “orgánica”, viva, más segura para extender el discurso del consenso.

El “centroderecha” que se usó para colocar a Abascal de comparsa tras el liderazgo falso de Casado fue sustituido por “la oposición”, terna improbable en la que se quiere confundir la auténtica y real oposición, haciendo a la vez de tapón, como el lento camión cuando en la carretera hay uno, a lo sumo dos carriles.

Las fotos de Ayuso no solo revelan un error personal, también un error del partido, que se despachará hablando del “asesor” o de los clásicos “problemas de comunicación” (“en el fondo tienen buenas ideas, les falta picardía”…).
El pathos ayuso (que se acerca más al expresionismo infantil y lacrimógeno de la izquierda) revela un problema de fondo en el PP que se manifiesta, precisamente, en las imágenes.
Sus fotografías son, desde Rajoy, memes, auténticas revelaciones gráficas que nos enseñan a gente extraña, teatral y a la vez robótica. Humor involuntario. Formas híbridas, replicantes, que no se sabe si van o vienen de la Inteligencia Artificial. Una mezcla, desde Rajoy, de hilaridad y vacío, hueco; de compostura y desolación existencial. Algo raro. Algo como virtual, como si no fueran enteros dueños de si mismos. Ese punto maquinal y pluscuamperfecto, un poco inquietante, incapaz de asumir las reverberaciones irónicas de su propia imagen alcanza un punto nuevo en Ayuso, que irrumpe en la serie de memes del PP reciente con un patetismo preocupante, como un maniquí que se saliera de repente de una cárcel expresiva rompiendo a llorar, como la modelo histéricamente sonriente de un anuncio de cereales que cambiase la sonrisa por la consternación. Hay algo de huida, de liberación, de ruptura nerviosa; de accidente en la programación.

Al ver las fotos de Ayuso, que son el crescendo de esa línea “memética” del PP, uno siente una sorpresa real, paralizante, estupefacción. Te quedas realmente “ayuso”. ¡Ayuso se hace adjetivo! ¡Ayuso se trasmuta en otra cosa! Ayuso revela, muestra lo que puede estar siendo el PP. Pasa de protagonista a adjetivo, a descripción.
Ayuso ya no es nombre sino una sensación. Estar ayuso es, en su primera acepción (quedarse ayuso), estar muy sorprendido, estupefacto (entre picueto y atónito); luego, en segunda acepción (estar ayuso), es algo, un estado, un estado no necesariamente transitorio, que suena entre obtuso y ayuno, confuso, sí, pero de otra forma. Como una carencia, un estupor, un estar falto de algo, pero algo que tiene que ver a la vez con el tiempo y con la sustancia.

actualidad
hughes el

Entradas más recientes