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La “pellegrinización” del Madrid

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Los apoyos que ha recibido Carlo Ancelotti me tienen sorprendido. Bueno, no, sorprendido no, porque en el entorno del Madrid gusta mucho la “pellegrinización” del club. Entiendo las críticas contra el estilo presidencialista, pero esas críticas no las escuché cuando Mourinho. O cuando Capello antes. Ahí el continuísmo importaba muy poco.
En algunos medios ya sólo falta que saquen a Ancelotti vestido de chulapo. Es innegable que hay una campaña a favor del italiano y no me parece mal, cada cual tiene sus gustos, pero esos gustos proyectan visiones más amplias.
La destitución de Ancelotti es una buena decisión de Florentino. Siempre, claro, que sea acompañada de un cierto (tampoco hay que pasarse) margen de decisión para el futuro entrenador.
“Ha apagado fuegos”, se dice de Ancelotti, provocando sin querer la imaginación de la caricaturesca figura del entrenador-bombero. El mayor de todos, el de Casillas, no se resolvió.
El Madrid de su segundo año ha tenido graves problemas para imponer su fútbol. Perdió su virtud al contragolpe, esa forma de hacha de sílex que a golpes fabricó Mourinho, pero tampoco dominó en el “estático”. Un compañero del periódico, Luis Prados, sigue al Madrid por España y me lo decía hoy: “El Madrid, contra los buenos, ha sido un trapillo”.
Cuando se pierde una Liga es divertido asistir a las explicaciones. Ahí cada cual se delata. La mayoría pensó en Casillas, otros en los fallos de Benzema, hubo quien pensó en los duelos contra el Atlético…
Para mí, la Liga se perdió en Barcelona. En la sala de prensa del Camp Nou vi gente contenta y una extraña satisfacción después de haber perdido el partido y el liderato. Luego vendría lo del “plan 30 puntos”, estas cosas del neomadridismo mágico. El Madrid estuvo bien hasta el partido del Valencia, pero el Barcelona no falló. ¿Por qué había de hacerlo? ¿Porque una convención de peñas frotaran a la vez sus llaveros?

Ese partido me pareció revelador. Se culpó a Casillas, cómo no, aunque fue quien salvó el “gol average”. También a la delantera, que realmente falló algún gol. Benzema estuvo glorioso, pero no marcó. En realidad, su juego fue definitivo en el nacimiento de la jugada. Había algo estructural en eso: partía de muy atrás para engarzar el fútbol.
Hubo algo más: el Madrid cambió su actitud tras recibir el primer gol. ¿Por qué? Al hacerlo desveló los problemas culés en el centro del campo. Era un Barcelona muy pobre. Y eso es lo irritante. Con Kroos, Modric, Isco, James, Varane, Ramos y Benzema el Madrid tenía un… ¿un poliedro de toque? Por fin. Durante más de una década el Barcelona tuvo la pelota, el año en que el Madrid podía tenerla la tuvo sólo a ratos. Luego vino la blandura en las áreas y la incapacidad, acreditada, para dejar la puerta a cero.
En general algo intermedio, a medio definir; ni contra, ni estático; ni posesión, ni puerta a cero. Equilibrado, quizás, pero sin una fuerza clara. Cualquier buen equipo, más definido en un sentido o en otro, lo demostraba. ¡Un equipo fofisano!
De la gestión de la plantilla y de los cambios ya se ha hablado suficientemente. Ancelotti fue mucho mejor que Pellegrini, pero no creo que hubiera algo que pudiera llamarse un “proyecto Ancelotti”. Algo que mantener.
Es difícil hacer “critica” sobre un equipo de fútbol, pero “caer bien” o “gustar” o “ser entrañable” no son argumentos.
Un profesor que me preparaba para asumir responsabilidades (ya ves tú…) me lo dijo: “Si por las mañanas, camino del despacho, el personal es simpático y te da los buenos días es que lo estás haciendo mal”.
Ancelotti era el mejor entrenador para este modelo de club. De acuerdo. Pero amoldarse a este modelo de club es también la primera causa para ser despedido.

El contento general con el partido del Camp Nou me pareció impropio del Madrid porque ese partido era una final. La conformidad de esa noche anticipaba la pretensión actual de que el club se resigne dócilmente a una temporada en blanco. Sin el hambre desordenada y psicópata de títulos, el Madrid es un Valladolid con sala de trofeos.
Hay un tufillo a “pellegrinización” en el ambiente que canta por soleares. Pero no se puede resignar el Madrid a ser un equipo correcto que cede el paso a los otros.

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