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Edificio con perspectiva de género

Edificio con perspectiva de género
Importante la bicicleta
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El ayuntamiento de Valencia ha anunciado hoy la creación de una Oficina de No Discriminación y Delitos de Odio. La ONDIS.
Normalmente, las ciudades crean oficinas de turismo, puntos informativos donde atender al viajero. Valencia, que quiere estar a la cabeza de todas estas cosas (se iban a traer a media Siria, hasta que se les olvidó) va más allá y crea esta oficina donde uno puede denunciar que ha sido odiado o ser orientado si no lo tiene del todo claro.
¿No está para eso la Policía? Sí, pero la oficina ayudará, informará y mediará. Quizás eso acabará desarrollando en el futuro la producción administrativa de “víctimas”, como ya sucede en otros ámbitos. Proceso natural, pues justificaría la burocracia y el presupuesto de estos organismos.
La oficina orientará para que no se “pierdan denuncias”, con lo cual es muy posible que aumenten, lo que justificará la propia existencia de la oficina. Cuanto más informe y denuncie, más sentido tendrá y más presupuesto. También “investigarán”, labor que corresponde hacer a la policía y/o al juez. ¿Hasta qué punto es permisible y razonable que la administración dirigida por órganos políticos inicie el más mínimo proceso de investigación en algo así?
La oficina no viene sola. Habrá un Plan de Convivencia y un Observatorio (la administración es como un universo estrellado y expansivo, y necesita observatorios), habrá empleados, “acciones” con organizaciones (no es difícil imaginar cuáles) y un lugar en el que alojar la oficina. Se rehabilita para ello un edificio con “perspectiva de género”.
Evitar el odio no es un objetivo en sí mismo, ni se plantea por la integridad o el honor de la persona, sino por la igualdad. El objetivo de evitar el odio (actuando en el odiado) es lograr “la igualdad efectiva”, afirman desde el ayuntamiento.
Estaba la igualdad jurídica. La conocemos.
Estaba la igualdad material: la que exige redistribución económica, subsidio y fomento.
Y existe una igualdad efectiva no material, que exige que yo no sea odiado por ser quien soy (salvo que sea considerado “fascista”, en cuyo caso el odio que reciba será higiénico y merecido). Esta última igualdad, esta tercera esfera de igualdad ¿supone olvidar un poco la anterior, la segunda? ¿Supone dañar en algo la primera? ¿Afecta esta tercera esfera de igualdad a las anteriores? Mientras respondemos a estas preguntas hay que enfrentarse a la más acuciante pregunta que esta noticia plantea: ¿Cómo es un edificio con perspectiva de género? ¿Tiene formas redondeadas? ¿Bancos pensados para señoras embarazadas? No sabemos mucho, salvo lo que enseñan los diseños. Dentro y fuera aparecen mujeres, mujeres mamá, ancianos paritarios (él y ella), hombres con bolsito (masculinidad no tóxica), seres no humanos e (importante) un hombre con bicicleta, lo que nos tranquiliza mucho porque significa que se respetarán las otras movilidades. Damos por hecho que en sus cuartos de baño estará recogida toda la casuística del género. La concejal del ramo explicó que el espacio “tendrá capacidad para acoger a diversos tipos de personas porque desgraciadamente la realidad es que lo habitual es que el planteamiento y diseño estén orientados a un tipo de personas muy concreto, y esto hay que cambiarlo, y por eso la perspectiva de género es un paso”.
¿Qué tipo de persona es esa para la que se diseñan los edificios institucionales? Lo desconozco, pero según lo anterior goza de algo así como un privilegio arquitectónico. La administración ha de iniciar acciones para que esto no quede en lo público. La ONDIS no puede estar en todo. ¿Vamos a permitir que en los edificios privados se siga construyendo de espaldas a la diversidad?

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