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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

La vieja del visillo opinando de partos

Gema Lendoiro el

Supongo que a estas alturas ya sabrán ustedes que Sara Carbonero ha sido madre. De Martín, un (nos imaginamos) precioso niño que nació hace pocos días. Si no lo sabe usted es porque vive en la Amazonia y no tiene conexión wifi y, por lo tanto, seguirá en la inopia porque tampoco estará leyendo este post. Bien, pues la periodista tuvo a su hijo por cesárea. Hasta aquí todo normal. O no, según cómo se mire.

Y es que, señores y señoras, traer a un niño a este mundo ahora está sujeto al escrutinio de cuanta madre ávida de polémica haya por las redes sociales. Como lo leen. Si una famosa de turno llega a una clínica a parir las alarmas se ponen en alto y como a la famosa de turno le saquen al niño por cesárea, que se prepare porque las corralas virtuales o, mejor dicho, las mujeres que habitan en ellas, se cruzarán la chaqueta y dirán aquello tan típico de: ” A saber por qué ha tenido el niño por cesárea” Y como la imaginación no tiene límites se podrán escuchar (o leer) voces que vayan desde “seguro que lo hace para no tener dolores” como si la cesárea no doliera, o “seguro que lo hace porque de paso aparece el cirujano plástico que le hará una liposucción ya que está en el quirófano” como si fuese una verdad como que dos y dos son cuatro. O, mírala, como es famosa y pare en tal sitio…bla, bla, bla. ¿A ninguna se le pasa por la cabeza que, quizás, había una causa médica que sustentase ese procedimiento? Porque yo estos días, en referencia a Carbonero, no lo he leído. Tampoco leí nada bueno sobre Shakira en su día. Suposiciones, siempre las peores. Siempre para dejar en evidencia a la clase médica y, por supuesto a una mujer que, como no piensa como ellas (o eso se creen) dan por hecho que NO está informada.

No hay parte médico, que se sepa, disponible para saber cuáles han sido las motivaciones de la doctora de Carbonero para que el parto no fuese por vía natural, es decir, vaginal. Tampoco, si la periodista y el futbolista tienen dos dedos de frente, esperamos explicaciones al respecto. Pero, por si acaso, vamos a elucubrar cuales han sido los motivos y, entre ellos, vamos a descartas que fuera una urgencia médica que es cuando, generalmente, se producen estas intervenciones. Es mejor pensar que la doctora se quería ir de puente y que Sara se pusiera de parto en mitad del puente le vendría mal y por eso le programó la cesárea. Vamos que esto es como aquella que se compra una casa y la vieja del visillo dice: “mírala, a saber quién le habrá dado el dinero porque casada no está y con lo que debe de ganar no le llega para tanto”

Vaya por delante que servidora tuvo a sus dos retoñas por cesárea. La primera porque o se hacía cesárea o la niña se moría y de hecho nació  azul, sin aire y estuvo una semana en la UCI. Y la segunda porque me la programaron. Y me la programaron porque yo lo quise así, porque no supe o no quise superar los miedos que me invadieron y no me quise exponer a una segunda ocasión de tener a mi hija en la UCI. Muchas lo entendieron, otras no pero yo misma sufrí en mis carnés cómo se me sometía al escrutinio público por haber decidido en libertad cómo quería traer a mi hija al mundo. Muchas que en casos como el aborto defienden que la mujer con su cuerpo hace lo que le da la gana pero que, llegado el caso de tener a tu hija por cesárea no aceptan que ese cuerpo siga siendo tuyo.

Parir, criar a un hijo se ha convertido en debate nacional. Puede que usted no se meta en redes sociales y no lo sepa pero en ellas y en foros destinados a tal fin hay un debate extenso y encarnizado con todo esto. El embarazo, el parto, la crianza y, por supuesto la final Barça-Madrid de la crianza, dar la teta o dar el biberón. Se forman hilos interminables de mujeres contando sus ideas y no se dan (no nos damos) cuenta de que cada mujer es única e irrepetible y, por lo tanto, sus circunstancias, también lo son. Hay mujeres que acuden sin mucha idea de lo que se les viene encima y después se convierten en más papistas que el papa. Huya. Corra. No se deje intimidar. Cada mujer tiene un derecho único e inalienable a tener a sus hijos tal y cómo lo estime oportuno y no como lo diga un tercero, sea la suegra, la cuñada, la madre, la amiga o la gurú de turno de las redes sociales. Da igual, son sus hijos y ella decide cómo hacer las cosas, incluida. claro está la decisión de cómo parirlos o, si lo prefiere, traerlos al mundo.

Después están los profesionales que hablan para dar pautas a quienes quieren seguirlos y en esto pasa como en las religiones: que los suelen seguir los que de entrada ya piensan como ellos y, rara vez, cae algún converso entre sus redes. Cuidado con ellos, suelen ser los más cansinos a la hora de predicar.

Si la mujer es un ser libre, independiente y que toma sus propias decisiones, tal y como promulgan algunas madres muy pro parto natural, ¿qué les hace pensar que las que tiene una cesárea no se han leído lo mismo que ellas? Si las que propugnan una lactancia de años, prolongada, propugnan la libertad de hacer las cosas como a ellas les gusta (y en mí que busquen apoyo porque las defiendo) ¿por qué narices luego son incapaces de comprender que una mujer no dé el pecho a su hijo? Cada mujer tiene unas circunstancias diferentes. Hay mujeres, de buena tinta lo sé, que han tenido que dejar de dar el pecho porque, o hacían eso, o su matrimonio se iba al carajo (sí, es que hay hombres que necesitan dormir a pierna suelta y el concepto tengo un bebé en casa no lo asimilan y a veces bastante tiene una con un recién nacido y otros hijos como para lidiar con un marido somnoliento y cabreado)  Hay mujeres que se sienten solas, perdidas, hundidas, desesperadas porque no consiguen lo que anhelaban y en lugar de encontrar apoyo entre sus iguales, ¿qué se encuentran? Unas hienas que las juzgan sin saber nada de su historial. NA-DA.

Ana Bergua Villalta tiene un blog que les recomiendo. Se llama Como la princesa del guisante y en su último post, en el que me he inspirado para escribir este, habla de este asunto. Lo titula corralas 2.0 con el que no puedo estar más de acuerdo.

Criticar, criticar. Especular. ¿Qué sabremos de los motivos por los que una madre no pare por la vagina? ¿Qué sabremos de los motivos por los que una madre no quiere dar el pecho¿ (las hay), ¿qué sabremos de los motivos por los que una madre no quiere dormir con su hijo? Pero, ¿qué son esos comentarios tan dañinos tipo es que no conecta con su instinto maternal? Eso es imposible saberlo porque esas cosas de los sentimientos van por dentro y a mucha gente le da pudor expresarlos en público.  A mí me encanta dormir con mis hijas pero no puedo hacerlo por circunstancias que no vienen al caso. ¿Quién es nadie para meterse en la intimidad de mi hogar, de mi cama y opinar? Es solo un ejemplo. Pero hay tantos como temas en la crianza.

Yo que tuve dos cesáreas y que me estoy imaginando en post operatorio de Carbonero me llevo las manos a la cabeza al pensar que pueda leer todas las críticas que se le hacen por las redes. Espero que sea lo suficientemente inteligente de no leerlas porque de lo contrario se le pueden abrir hasta los puntos de la cesárea.

Libros y libros sobre el puerperio. Posts y posts hablando de lo delicadas que estamos las mujeres después de parir, de las hormonas ahí haciendo de las suyas y dale que te pego como la vieja del visillo, comentando, especulando, dando cosas por sentadas, poniendo en duda la profesionalidad de tantos ginecólogos en este país. Sí, es verdad que cada vez hay más cesáreas. Sí, es verdad que muchas veces se podrían evitar. Sí, es cierto que un hospital gana más dinero por cesárea que por parto pero, ¿qué quieren que les diga? Yo no me creo que los médicos se jueguen la vida de nadie por ganar más dinero. Es que no me lo creo. Lo que sí me creo es que cada día estén más acojonados por las demandas que les puedan caer y que actúen con miedo y no esperen a que el parto siga su curso. ¡Eso sí me lo creo!

Mientras tanto, por favor, dejemos de juzgar a las mujeres por cómo ejercen su maternidad. Es cansado, es dañino, no conduce a nada. Pero a nada. Informar es aportar datos no es opinar. Mucho menos especular.

Por cierto, Sara, ¡enhorabuena por ese hijo!

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