La amplísima oferta gastronómica de Nueva York va mucho más allá de los grandes restaurantes triestrellados como DANIEL o JEAN GEORGES, de los que les hablaba en la última entrada del blog. En esta reciente escapada de fin de semana he tenido ocasión de visitar algunos sitios interesantes, de todo tipo, que les pueden servir de pista si viajan a la Gran Manzana. Añadan también el MANZANILLA de Dani García, un restaurante con enorme interés que abre camino a la Marca España (a su cocina y a sus productos) y al que he dedicado el viernes una amplia crónica en ABC.es que pueden leer con este enlace.
AQUAVIT. Con una estrella Michelin. Tenía interés en visitar este restaurante que me gustó mucho hace bastantes años y en el que ya no está su fundador, Marcus Samuelsson, que llevó a Manhattan la nueva cocina escandinava. Ahora al frente se encuentra otro chef sueco, Marcus Jernmark, quien ha dado bastante continuidad a la línea emprendida por su predecesor. Comedor pequeño y acogedor, con el buen servicio de sala habitual en Nueva York. Un menú degustación fijo por 135 dólares o la posibilidad de hacerse uno a medida eligiendo un plato de cada uno de los cuatro grupos en que se divide la carta. Cada uno de estos grupos tiene a su vez cuatro opciones, todas con el mismo precio. El cuarto son los postres. Esta fórmula cuesta 85 dólares por persona. Se trata de raciones abundantes y se completa además con un amplio surtido de aperitivos y algunos bocaditos dulces con los cafés. Una cocina agradable, aunque no entusiasmante, limpia y bien resuelta, con el lógico protagonismo de los productos nórdicos y mucho componente vegetal.
De los aperitivos me quedo con las anchoas y encurtidos presentados en lata de conservas, y una emulsión de espárragos con nueces verdes, tapioca y diversas hierbas. Entre lo mejor, el plato de arenques con encurtidos, crema agria, cebolla, huevo de codorniz y patatitas asadas, y un “tilefish” (muy similar al bacalao) hecho a la brasa, perfecto de punto, con coliflor en texturas. En una línea de radicalidad vegetal, el plato “Onion family”, cebolla en diversas texturas con un mínimo complemento de foie. Por invitación del chef nos añadieron un quinto plato, de salmón con foie helado y remolacha. Como ven, el foie es un ingrediente muy recurrente, que volvió a aparecer, con escaso sentido, con el pato asado, que llevaba también raíz de perejil, aceitunas negras y helechos. De los postres, sorprendente el de zanahoria con crema de avena y mousse de mascarpone. Con un par de cócteles de aperitivo (prescindan de la versión del negroni “blanco”) y una botella de sauvignon blanc de Napa Valley Grgich Hills Fumé Blanc, 300 dólares en total. Recomendable si tienen bastantes días y les apetece aproximarse a la cocina nórdica.
THE NOMAD. Un perfecto ejemplo de que un sitio puede estar de moda, ser muy fashion y al mismo tiempo dar estupendamente de comer. Deberían tomar nota algunos por aquí. Este es el restaurante informal de Daniel Humm, el mismo chef del top neoyorquino del momento: ELEVEN MADISON PARK. Un sitio de moda en la ciudad, situado en el coqueto hotel del mismo nombre en Broadway con la 28. Esperamos la mesa en el bar tomando un par de buenos negronis. Un espacio moderno, abarrotado de gente en una noche de viernes, con gran ambiente neoyorquino. El restaurante está compartimentado en diferentes espacios, respetando los de la casa que ahora ocupa. Uno de ellos, en el que cenamos, es el que aparece en la foto que encabeza esta entrada. La decoración, como puede apreciarse, es un tanto recargada. Su gran especialidad, muy buena recomendación de Dani García, es el pollo asado. Así dicho puede parecer una simpleza, pero está de lujo. Se sirve para dos personas: el camarero lo presenta entero y luego se lo lleva para trinchar. No es nada barato (80 dólares para dos personas), pero vale la pena probarlo. Va relleno de foie, trufa y brioche, con guarnición de vainas, patatas y espárragos. Los muslos, deshuesados también, se sirven aparte en un sabayón de ajos. Es un plato contundente que no requiere más que algunas entradas ligeras. Optamos por unas crudités, francamente buenas, para el aperitivo, y luego una ensalada de vainas con parmesano (muy bien la verdura, al dente) y mi mujer unos tagliatelle con crustáceos muy ricos. De postres, helado de leche con miel y pastel de zanahoria.
Aunque en todas las cartas de Nueva York aparecen los vinos españoles, fue una agradable sorpresa encontrar aquí manzanilla de La Bota número 40. Lógicamente la pedimos para acompañar las crudités. Bien cobrada, eso sí: 19 dólares la copa. Seguimos luego con un Clos de Papillon que en este caso sí estaba a buen precio: 65 dólares. Con cócteles, vinos, y cafés, 290 dólares los dos (unos 220 euros). Un sitio muy recomendable para comer y para palpar el ambiente de Nueva York.
BAR MASA. Es el hermano menor del mítico MASA. Situado justo al lado, en la última planta comercial del Time Warner Center, el mismo edificio que también ocupa PER SE, en Columbus Circle. Era al mediodía e íbamos sin reserva por lo que no pudimos sentarnos en la barra, que estaba llena, no así las mesas. Excelente producto, muy buenos niguiris y sashimis, pero bastante caro. Un surtido de niguiris y makis (10 piezas de los primeros, seis de los segundos), y otro de sashimis, con precios de mediodía, más tres cervezas y un té verde, 194 dólares. Más la “obligada” propina que en este caso además nos sugirieron amablemente, anotada a mano la cifra exacta del 18 y del 20 por ciento, por si no sabíamos calcular. No es el único sitio en el que lo he visto y me sigue pareciendo un detalle muy feo. En cualquier caso, un buen japonés, aunque me quedo con los niguiris de Koy Shunka en Barcelona o de Soy en Madrid.
SHANGAI CAFÉ. En la obligada visita a Chinatown este restaurante es uno de los más recomendables para comer dim sum. Está en la calle Mott, lleno hasta la bandera con gente esperando mesa, en buena parte chinos. Enorme bullicio y mucho ruido. Todo está bueno por lo que es difícil elegir en la larga carta. Además, una china como un sargento de caballería enseguida te dice que ya has pedido bastante. Probamos los wonton al estilo de Sichuán, que esperaba más picantes, y unos dumpling de cerdo, con líquido en su interior, espectaculares. También unos noodles francamente buenos. Con dos cervezas chinas, 29 dólares. Anótenlo como un fijo en la agenda.
BURGER JOINT. Aunque iba con una agenda apretada, en Nueva York siempre hay que hacer un hueco para una hamburguesa. Las de este peculiar sitio, en un lateral del hall del lujoso Le Parker Meridien, donde al entrar parece que el mundo ha cambiado de pronto, son las que más me gustan de Nueva York. Jugosas, con la carne bien cortada, con el grosor adecuado. No digo que sean las mejores porque también están muy buenas las de J. G. MELON o las de P. J. CLARK, incluso las del bistró de Daniel Boulud y otras varias. Pero estas están de lujo. Para evitar las largas colas conviene ir pronto. De hecho abren a las 11 de la mañana. Sólo hay dos opciones: hamburger (7,58 dólares) y cheeseburger (8,04). Más patatas fritas y pepinillos enteros. No aceptan tarjetas.
Además de los restaurantes, un par de visitas recomendables para cualquier aficionado a las cosas de comer. Por un lado el mercado de Chelsea, con diversas tiendas y sitios para tomar algo entre los que destaca la gran pescadería en la que lo mismo te preparan un sushi que un bogavante o que una sopa de almejas. Y por otro, la tienda de artículos gastronómicos Willians Sonoma, en el Time Warner Center, de Columbus Circle, justo debajo de Masa y Per Se. Ya conocía la de Los Angeles, pero esta es más grande aún. Tienen de todo.
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