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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Yo también saqué un 4

Salvador Sostres el

Las facultades de Periodismo son centrales de la mentira y el mal. Todo está equivocado, los profesores son deshechas frustraciones que no pueden acreditar ningún prestigio, ningún talento y que encuentran en aquellas aulas cínicas y falsarias su última posibilidad de ser alguien y de no dormir en los cartonales. El Periodismo no es una profesión, es un oficio, que se aprende trabajando mucho y equivocándote todavía más.

Los maestros están en las redacciones, te ayudan, te insultan, te quieren, te odian y con todo mezclado te ayudan a sobrevivir y a -poco a poco- ir dejando de hacer el ridículo.

Yo también saqué un 4, como Pablo Iglesias, y un 3, aunque como alumno, y a la mayoría de asignaturas ni me presenté porque empecé el primer curso en septiembre y en marzo Juan Tapia ya me había fichado en La Vanguardia. Pero según las notas de la Universidad Autónoma de Barcelona yo no habría sido apto para escribir en los periódicos como llevo 27 años haciendo.

Que Pablo Iglesias haya perdido la plaza de profesor contra la nulidad a la que se la han dado confirma el despropósito que la carrera de Periodismo continúa siendo. Los criterios de selección son funcionariales y pensados para el triunfo de los mediocres. Están minuciosamente calculados para que el talento sea irrelevante. Los criterios de selección los han fijado los dementores que habitan aquellas cuevas para que no se les cuele ninguna luz que disipe su tiniebla y su tristeza.

Cualquier alumno, cualquiera, el más revolucionario y el más conservador, habría apreciado el lujo de tener en clase a un vicepresidente del Gobierno para preguntarle, para discutirle, para revolverse y aprender de él o crecer contra él y arrastrarlo al bar para escuchar fascinado sus historias. Si a mí y ahora me dijeran que iba a tener a Pablo Iglesias de profesor, no dudaría en matricularme en la universidad de lo que fuera y de su observación y de nuestras conversaciones me saldrían los mejores artículos del año.

Pero esto es lo que precisamente no se puede permitir ninguna facultad de Periodismo de España, porque la mugre que las habita se quedaría sin trabajo. Cabe señalar la alta excepción de Blanquerna, en Barcelona, naturalmente privada. Allí los profesores son otra cosa completamente distinta. Y los alumnos. Si Pablo aplica le recibirán entre cánticos.

Pero de fondo, es igualmente deshonesto que exista la carrera de Periodismo y que se robe a las familias de tantos alumnos incautos a cambio de unas enseñanzas que luego cuando empiezas a trabajar te das cuenta que no sirven para nada. A mí me suspendieron profesores que nunca habían sido nada, y que si alguna vez lo habían sido lo habían perdido por distintas formas de delincuencia o de inanidad. También es verdad que no lo intenté más que unos meses, y normalmente para reírme de ellos.

Aclarado el malentendido, soy el primer columnista de España.

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