La gente no tiene que pasear, la gente tiene que trabajar. Que el primer permiso haya sido para pasear es una humillación. Una humillación que hemos votado no una sino dos veces. Pasear y hacer deporte en lugar de salir a trabajar y a defender tu pan y el de tu familia.
Es tercermundista que se considere “un alivio” salir a pasear. Y son ridículas las masas que se hacen a la calle en el horario establecido, encantadas con el sugus que les han dado. Nos estamos convirtiendo en un país de subvención y chándal. Somos una burla de nosotros mismos, pero nos merecemos lo que nos pasa porque lo elegimos.
Salimos a pasear con la alegría del idiota. Chupamos la piruleta como el niño tonto al que se la han dado para que se entretenga. En España sólo los columnistas tendríamos que pasear, para poder explicar lo que pasa. Para lo demás, la calle está para ir de casa al trabajo y del trabajo a los restaurantes. Es la total desesperanza ver a este pueblo de ovejas sometido a los delirios de un peligroso socialista. Parecemos viejas en la piscina de un crucero haciendo nuestra clase de aquagym.
Esto es el tiempo para uno mismo. Esto es la calidad de vida. Una banda de vagos paseando o haciendo footing. Un gobierno que cree que antes va sacarnos a pastar que crear el protocolo que sea necesario para que inmediatamente podamos volver a trabajar. Cuando la crisis te ahoga recuerda lo que votaste. Cuando tu mundo caiga a pedazos recuerda lo contento que estabas cuando saliste a pasear. Recuerda también lo que te gustaban las vacaciones, los días personales, y cómo maldecías cada mañana el tener que ir a trabajar.
Recuerda lo que decías de la derecha, de la extrema derecha, y que nunca te asustó la extrema izquierda “porque en el fondo la idea era buena”. ¿Sabes sobre cuántos millones de cadáveres descansa “en el fondo” esta frase? Recuérdalo cuando la crisis que vendrá te deje sin opciones y creas que es muy difícil continuar.
No hay casualidades. En España no hay casualidades. En España pasa lo que has votado. Exactamente lo que has votado. Y nunca llega lo que tanto despreciabas y era tu única salvación, hasta que al final te cansas de hacer el mono, votas mejor, y encontramos una solución. Es importante que, puestos a sufrir como lastimosamente sufrirás durante uno o dos años, le des un sentido a tu dolor: el sentido de saber que fuiste tú el que te lo provocaste. Entonces vendrás a contarme qué es el estrés. ¿Recuerdas cuando decías que estabas estresado?
Mi abuela lo resumía: Salvador, el estrés es la enfermedad de la gente que no quiere trabajar. En el tiempo en que fue, ni Franco pudo decirle lo que podía vender. Y daban lo mismo las restricciones, porque por Semon entraba en España lo más brillante del lujo internacional. Si un socialista le hubiera dicho a qué hora podía salir a pasear, primero se habría sentido profundamente insultada, y a continuación les habría vendido, a los bobos paseantes de la Diagonal, los mejores emparedados de salmón y caviar del mundo.
Solíamos ser libres.
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