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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Sánchez nos ha encerrado. Franco murió en la cama

Salvador Sostres el

Somos dóciles. Franco murió en la cama. A Pedro Sánchez le ha bastado mostrar al ejército en las ruedas de prensa para que nos quedáramos en casa. Hemos sido reducidos a chinos. Ciudadanos de todo a un euro, como sus bazares. Podríamos haber afrontado esta crisis como ciudadanos libres. Como los suecos, que han han podido continuar circulando libremente (300 muertos). O como los alemanes, que siempre han podido salir a pasear y a hacer deporte (2.800 muertos). En Portugal no ha habido confinamiento legal, sólo recomendaciones de distancia social y prohibición de juntarse más de 5 personas, y sólo han muerto 600. En Noruega, Austria y Dinamarca, medidas y resultados similares. De Corea del Sur no quiero ni acordarme. En España hemos sido encerrados, mal y tarde, hemos malgastado el dinero, nos han tomado el pelo, y cualquier idea que hemos tenido ha sido una idea equivocada. El recuento supera los 20.000 cadáveres.

Franco murió en la cama y Sánchez nos ha encerrado. Somos dóciles, somos sumisos. No nos gusta la libertad. Somos catalanistas, preferimos quejarnos. Tú aún no te has dado cuenta, pero la mayoría de los españoles somos independentistas, porque preferimos el papel de víctimas. Lo que a los indepes les gustó del 1 de octubre no fue la rebelión sino que la policía les pegara. El acto físico de que les pegaran, la superioridad moral del golpeado. Por eso ofrecieron con gozo su cuerpo a la porra, y luego no tuvieron la hombría de defender la independencia que declararon. La mitad huyeron y la otra mitad se entregaron: nunca dudaron de que continuaban siendo España. El 155 llegó y todo el mundo fue a trabajar, y fue por lo mismo por lo que Franco pudo permanecer 40 años y Pedro Sánchez ha podido encerrarnos.

Cantar “Resistiré” en los balcones me recuerda a mis padres cantando “Al vent”, haciéndose los que que corrían cuando cargaban los grises. Nunca hicieron nada. Banalizaron cualquier idea importante con su infantilismo, con su inconsistencia. Jugando a ser más listos que sus padres y perdiendo hasta la camisa, por no decir la dignidad. Exactamente igual como ya de mayores han banalizado la idea de la independencia. Mis padres tan antifranquistas, tan independentistas, se conocieron hablando en castellano en el bar de la facultad. Han tomado de clases de inglés pero tendrías que ver cómo escriben y hablan en catalán. “Es que yo no tuve la suerte que tú has tenido”. Y otra vez Franco, y otra vez el abismo entre lo que dicen y lo que hacen.

¿A qué hemos resistido, si nos hemos doblegado? Somos un mito, como la resistencia francesa, tan de álbum de cromos y que palidece ante los miles de judíos a los que Francia traicionó llevándolos a la muerte. ¿Qué resistencia? ¡Qué banda de farsantes!

No hemos resistido a nada. Nos hemos dejado encerrar. Nos hemos dejado colocar en la estantería del bazar. Reventamos el precio de nuestra humanidad y luego cerramos por derribo. Somos una humillación para nuestros hijos. Cuando el tiempo pase y comprendan lo que hicimos -¡lo que no hicimos!- sentirán la misma vergüenza, el mismo sonrojo que hoy el supuesto antifranquismo produce a mi generación. ¿Qué antifranquismo? Los 40 años Franco sólo se explican gracias a los antifranquistas. No sólo no le matasteis sino que os mató él, recién tumbado. Dos veces cautivos, dos veces desearmados. También han alcanzado las tropas de Pedro Sánchez sus últimos objetivos militares.

Nos gusta ser golpeados. Nos gusta que nos encierren y quejarnos de estar encerrados. Nos gusta que nos priven del deber fundamental de trabajar y lloriquear por la crisis económica que vendrá. Nos gusta que nos violen en lo más íntimo de nuestro ser para poder presumir de profundidad. No nos gusta la vida. No nos gusta la libertad. No nos gustan los demás.

Esto es lo que nos gusta: que todo sea un derecho y podernos quejar de que nos lo han robado. Quemar contenedores para protestar contra el ladrón y luego llegar a casa y preguntarle qué hay para cenar. Torra lo hace con España. Pablo Iglesias con su activismo de barricada y de piscina. La colección de “hello, idiots” que ayer salieron a pasear haciéndose los extraordinarios, como si hubieran liberado el Ritz. “¿Dónde están los alemanes?”.

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