Salvador Sostres el 28 jun, 2015 No me gusta que la gente sufra pero es justo y necesario que Grecia conozca lo que pasa cuando te comportas como un paÃs cretino. Y es impeescindible que todo el mundo lo vea. No deseo en modo alguno las desagradables sensaciones que están a punto de experimentar los griegos, pero ellos se lo han buscado votando lo que han votado, y será sin duda edificante que tantos ciudadanos tentados por el error comprueben en sus respectivos paÃses las dramáticas consecuencias que su voto equivocado podrÃa tener. No tengo nada en contra de los griegos pero Europa necesita un escarmiento. Hay demasiado irresponsable que cree que todo y siempre va a salirle gratis. Que Grecia caiga serÃa un desastre pero ayudarÃa a evitar desastres todavÃa más graves, como por ejemplo que cayera España. Es bueno que Europa deje claro que los populismos totalitarios no tienen recorrido, ni margen, ni caben en un club de paÃses serios que intentan sostener La Civilización y substanciarla. Es fundamental que grotescos personajes como Tsipras y Varufakis queden desnudos ante su incompetencia, ante su ignorancia, y que sus funestas concepciones del mundo no tengan otro destino que el precipicio y la extinción. Es el colmo tener que aguantar lecciones de semejantes invertebrados. Que paguen o que caigan. Y que los españoles tomen nota de qué pasa cuando una sociedad inmadura que cree que todo se le debe, no sabe estar a la altura de las circunstancias. Griegos, lo siento de verdad. Pero la decisión fue vuestra y ahora os toca pasar por caja. Los nuevos totalitarismos que amenazan la paz y la prosperidad de Europa no rompen cristales pero pretenden la misma destrucción de la libertad que sus antecesores. Tsipras y Pablo Iglesias tienen que ser derrotados, porque en la visibilidad de su derrota está el impulso que necesitan tantos europeos atontados por el excedente para regresar a la tensión moral que ordena los paÃses y les pone en la indispensable senda de la creación de riqueza. La caÃda de Grecia es el impulso que necesitamos, algo asà como el efecto vigorizante que la porra policial tiene en las piernas del manifestante. Ese lado sexy de la autoridad que no envejece con los años y que tanto favorece la buena circulación del alma. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 28 jun, 2015