Salvador Sostres el 26 jul, 2018 Barcelona tiene un extraño problema con el aire acondicionado. Nos creemos tan nórdicos que hasta nos hemos llegado a creer que tenemos el clima de Gstaad, pero luego llega el verano, y aunque sea tan benigno como éste, el bochorno es insoportable y no hay modo de poder comer en condiciones si no es con una refrigeración que te permita tener frío, como en cualquier restaurante de Los Ángeles y de tantas otras ciudades cuyo orgullo consiste en ser lo que son del modo más exuberante y no esta especie de impostura que siempre ha acompañado a los barceloneses, y a los catalanes, con la torpeza añadida de pretender que somos cosas mucho peores de las que en realidad somos. También Barcelona tiene un tonto problema con las vacaciones. Hacemos vacaciones en agosto, como si no fuéramos uno de los principales destinos turísticos de Europa, sobre todo en verano. A veces cuesta de entender en qué pensamos. He revisitado Sushi 99 con insistencia este último mes, por su enorme calidad, por su originalidad y alegría, y porque interpretan correctamente lo que es el necesario funcionamiento del aire acondicionado en una ciudad que el mes de julio corona los 30 grados. Estimar, el maravilloso restaurante de pescado y marisco de Rafa Zafra, lleva incomprensiblemente tres años sin ser capaz de entenderlo. Lo mismo podemos decir de Hetta, extraordinario en su cocina y en su sala, pero que parece que lo que gasta en talento de sus chefs, Olaf y Alberto, y en la calidad de sus productos, quiera ahorrarlo en frigorías. También en el no menos espléndido Monocrom de Janina y Xavi Rutia el frío parece ser algo prohibido. Sushi 99, para qué vamos a engañarnos, es un restaurante caro. Bajar de los 100 es muy difícil si no tienes un muy mal día. Pero cada uno de sus platos es tan bueno, está hecho de un modo tan decididamente favorable a tu felicidad, y es tan agradable, y tan fácil, que la mayor parte de mis días tengo que hacer serios esfuerzos para no acabar comiendo allí. Tanto los platos en que la cocina interviene menos -los sashimi, etcétera- como los más elaborados, son un monumento al gusto de estar vivo. Hay algo significativo de Sushi 99, y es que es el restaurante preferido de mi hija. Llevo a Maria a los restaurantes desde el mismo día -y no es broma- que salimos del hospital. Los conoce todos. Y su conclusión ha sido rotunda. Por los niguiris de hamburguesa, y los de huevo de codorniz trufados, pero también por lo bien que se está y lo bien que la tratan. Entre Via Veneto -la tratan allí de tal modo que un día me preguntó si el restaurante era nuestro- y Sushi la niña crece pensando que el mundo entero es una gran embajada, y por eso cuando mi madre la lleva a restaurantes menores (ignoro por qué sombrío motivo) vuelve a casa contrariada preguntándome cómo puede ser que haya en el mundo tanta vulgaridad, y tanta grosería. Y mentiría si dijera que tengo una respuesta para ella. Incomprensiblemente Sushi cerrará la semana que viene todo el mes de agosto. De verdad que no soy capaz de entender a qué cálculo atiende, cuando lo normal sería que abrieran otra sede barcelonesa, porque en el pequeño restaurante de la calle Tenor Viñas ya no se cabe e incluso a mí -¡a mí!- me niegan más mesas de las que me dan. Si me sabe mal es sobre todo por Víctor, el maravilloso maître de la casa, y por lo que le duele tenerme que decir que no. Yo ya sé que Barcelona no es Madrid, pero allí tienen cinco sedes -contando la nueva barra- y aquí sólo una, y que encima cierra en agosto, cosa que de ninguna manera se atreven a hacer en Padre Damián ni en Hermosilla. Si todo es igual de España, tendríamos que tomarnos Barcelona más en serio. Como siempre, nos quedará Gresca -Via Veneto también cierra-, que nunca nos falla, aunque este año llegó a amenazar con dejarnos tirados una semana en agosto, aunque creo que finalmente abandonaron la funesta idea. Nosotros, los suizos, que resulta que no nos hace falta el aire acondicionado y que cerramos cuando más gente viene a visitarnos. Somos así, incomprensiblemente así. Que luego haya la mitad de independentistas, yo no sé de qué os extraña. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 26 jul, 2018